Dale una patada a la depresión

February 23, 2012

Esta es la segunda parte de un artículo que escribí acerca del estancamiento. Se llama Rompe tu currículum.

Si no lo has leído aún, es mejor que empieces por allí, así podrás entender bien este artículo. Aunque de todas formas te voy a hacer un resúmen.

Zugzwang (se pronuncia tsuk tsvank). Significa “compulsión de movimiento”, y se usa para describir un tablero en el que el jugador al que le toca mover descubre que cualquier movimiento posible sólo empeora su situación. Mover una pieza implica hacer grandes concesiones, a veces incluso poner en riesgo la partida. La opción más ventajosa para el jugador sería paralizar el tablero, quedarse como está, pero en el ajedrez es imposible dejar el turno pasar. Te encuentras en Zugzwang cuando permanecer estático es tu opción más favorable pero estás obligado a moverte.

Cualquier persona puede caer en Zugzwang. Se diferencia de la depresión en que es solamente un estado de parálisis. No quieres moverte porque no le encuentras sentido al movimiento. A veces la parálisis puede desembocar en depresión, así que para darle una patada en el culo, debes comenzar por desbloquear el Zugzwang.

En el primer artículo hablé de la parálisis del recién graduado. De la persona que está buscando un trabajo sin conseguirlo. Del que vive con los padres porque no le queda otra opción. Mi solución a ese tipo de Zugzwang era ser generoso con el talento, y sí es cierto que es lo mejor que puedes hacer para resolver un problema así en ese momento. Pero en realidad el Zugzwang es algo universal. Es la idea del estancamiento.

Una persona se puede estancar por muchas razones. Hay gente que lleva años en el mismo trabajo. No les gusta, saben que no van a llegar a ninguna parte, que un ascenso es una idea remota, y que aunque lo obtuvieran el trabajo les seguiría pareciendo un peso. No hacen nada. Hacer su trabajo bien requiere poner más esfuerzo en algo que no les interesa. Renunciar los dejaría en una situación peor. Así que ahí se quedan durante años, en su trabajo mediocre, cobrando un sueldo por algo que no les gusta y lamentándose por su situación. También está la madre que dedicó toda su vida a sus hijos, un día los hijos se van de la casa y la madre se encuentra sola y no sabe qué hacer. Los sueños que dejó a medias le parecen infantiles. Sus deseos le parecen algo distante. No sabe qué hacer con tanto tiempo libre. Se estanca. Está el hombre que se casó por inercia. Diez años después tiene 2 hijos, una hipoteca, y una esposa a la que ya no reconoce. Gana un cheque a final de mes que se va íntegro en leche, pañales, comida, y alquiler. No puede abandonar su situación porque no cree tener el coraje para enfrentarse a su mujer. Tampoco busca mejorarla porque no se siente a gusto, no es donde quiere estar. Se estanca.

El Zugzwang es un enemigo insidioso. Piensas que estás posponiendo el movimiento. Que sólo estás esperando a que aparezca una buena oportunidad para actuar, pero mientras más tiempo pasas paralizado, menos oportunidades se presentan. Y las que sí tenías comienzan a desaparecer. El Zugzwang es una serpiente que se muerde su propia cola.

Las razones para estancarse son miles, y sólo una de ellas se resuelve compartiendo el talento. Así que he escrito este post para expandir la idea del anterior y dar soluciones generales al problema. Este post seguramente tendrá un tono de auto-ayuda, y quizás te parezca algo tonto. A mí también me parece tonta la auto-ayuda. Tratar de crear una receta universal para un problema que es tan individual es un poco tonto. No pienso que lo que pongo aquí sirva para todo el mundo por igual, no tengo las respuestas. Pero lo más importante para salir de un problema de este tipo es tener las ganas de salir de él. Puede que lo que ponga aquí no te funcione, pero tampoco te hará daño. Es cuestión de probar.

He estado pensando mucho en la generosidad como forma de vida. Es una idea que ocupa gran parte de mi tiempo. Estoy tratando de poner por escrito todas las cosas he hecho en lo práctico que me han ayudado. Algunas las hice a propósito, otras salieron espontáneamente, pero todas me ayudaron a romper el círculo vicioso.

Todo lo que diré a continuación se puede resumir en una idea muy simple:

Tu interior y tu exterior son la misma cosa. Todo lo que hagas hacia afuera tiene el mismo efecto hacia adentro.

LA BUENA ACTITUD

La buena actitud trae “suerte”. Es posible ser la persona con más suerte del mundo. Sólo tienes que cuidar de tu actitud. Esto lo aprendí de Israel. Él cree de todo corazón en la suerte. Tiene una cartera de la suerte (se le está cayendo a pedazos de lo vieja que es). Y yo me río de él, pero le funciona. [No, no es que yo crea en la suerte, no se puede creer o no creer en la suerte, la suerte existe y ya – Israel]

Pero él dice que lo más importante no es la suerte sino la actitud. Al nacer te pueden repartir una muy buena mano de cartas, pero si no las sabes jugar, si utilizas tus cartas de manera estúpida no sirve de nada que buenas cartas te hayan dado. De la misma manera, te puede tocar una mano mala, y si sabes darle la vuelta, si tienes una buena actitud si usas la vida de manera inteligente puedes ser el hombre más afortunado del mundo. La buena actitud es saber jugar tus cartas bien. Israel tiene muchas reglas de ‘la buena actitud’, pero estas son para mí las más importantes:

  • Respeta tu trabajo: aunque no vayas a salir de tu casa, vístete. No te sientes frente al ordenador en pijama.
  • Manten una buena apariencia. Compra lo mejor que te puedas permitir. Sentirte bien al verte en un espejo hace que tengas confianza en cualquier cosa que vayas a hacer.
  • Se valiente o por lo menos no seas cobarde. No te paralices ni tengas miedo a “lo que pueda pasar” si crees en lo que vas a hacer hazlo sin que nada te frene.
  • Usa tu dinero, deja que fluya. El dinero es como el agua, si se queda estancado en el banco, o en un cajón, se pudre. Si no dejas a tu dinero ir, no vuelve, no generas más. Da lo mismo si tienes 20 o 200. No te apegues a él. Usalo inteligentemente. No gastar por miedo es casi peor que derrochar a lo loco.
  • Cuando tengas una idea ponte a ello al momento. No pierdas el tiempo planeandolo todo al milimetro por miedo a “lo que pueda pasar”. Ponte a trabajar inmediatamente y si tienes que corregir algo, mejor hacerlo sobre la marcha.

Más allá del dinero o del trabajo, creo que la buena actitud es cuidar de uno mismo. Es tratarse a uno mismo con bondad. Tener una buena actitud es ser generoso hacia adentro.

BAILA, BAILA, BAILA

Hay líneas finas que nos unen. No, mentira, no nos unen. Nosotros somos las líneas. Somos hilos muy delgados que descansan sobre un telar. Los hilos se tejen entre sí, y consigo mismos. Tejen tapices con el tiempo. Esto no me lo estoy inventando yo. La analogía de los hilos y la vida existe desde que el hombre es hombre. Quizás el mito más importante es el de las Moiras que tejían el destino de los hombres.

Para poder tejer un tapiz lo primordial son los nudos. Para formarlos tienes que mover los hilos. Es imposible crear un tapiz con hilos inmóviles. Si nunca has visto cómo se teje uno prepárate:

Es un trabajo delicado y sensible. Los hilos tienen que ser flexibles, tienen que cruzarse. Deben poder bailar. Así que para salir del Zugzwang tú debes hacer lo mismo. Mientras la música suene, baila, y no te preocupes por nada más. No pienses en las razones. Cada vez que piensas tus pies se detienen, y te estancas. No importa qué tan tonto sea el baile, báilalo. Sólo así se pueden dar las conexiones que buscas. Nadie te garantiza que el tapiz resultante será de tu agrado, o que los nudos se formarán como tú quieres que se formen. Pero lo que es seguro es que mientras te mantengas estático no se formará NINGÚN tapiz. Es imposible posponer la vida para siempre.

Empieza por moverte físicamente: acepta todas las invitaciones que te hagan. Sal de tu casa, sal a pasear. Ve al cine, aunque sea solo. Haz nuevos amigos, recupera los viejos. Planifica un viaje. Hazlo. Es necesario que salgas de tu habitación para que sucedan cosas. Buenas o malas. El estancamiento sólo se combate moviéndose.

Cuando tengas dominado el arte de moverte de tu sitio, lleva tu generosidad un paso más allá: baila con otros. Ayuda a una persona nueva cada día. Un desconocido, o una persona cercana, no importa, da igual. Dedica 10 minutos cada día a ayudar a alguien más. No tienes que hacer mucho, basta con un buen consejo, una palabra de aliento, o una buena acción. Sé el superhéroe de otra persona por un día. Y cuando termines de hacer la acción olvídala. No esperes que te den nada a cambio, ni siquiera su simpatía, porque lo que estás haciendo no es un favor, lo estás haciendo para ti mismo. Ayudar a otros te ayuda a ti. No creo en el karma, pero sí creo que una de las claves para vivir con alegría es generar buen rollo a tu alrededor. Bailar es ser generoso con tu tiempo.

VACÍATE

Durante mi peor Zugzwang mi habitación parecía un ático: estaba llena de trastos. En mi armario había un montón de ropa que jamás me ponía, y esa ropa por lo menos estaba dentro del armario porque la que sí me ponía estaba en una pila sobre la silla del escritorio. Tenía un montón de muebles, libros, y trastos que no usaba. Era un desorden. No sé si tu habitación se parece a la que estoy describiendo, pero si estás en Zugzwang es probable que sí.

**Los espacios que habitamos se parecen mucho a los espacios que nos habitan, si tu habitación es un desastre, tu cabeza también. **

Todos tenemos un ático en la cabeza. Un sitio lleno de trastos que hemos acumulado a lo largo de la vida: proyectos sin terminar, otros que jamás empezamos, recuerdos perdidos, responsabilidades desplazadas, deseos por realizar, afectos en desorden. Todo está allí revuelto. Es la principal causa del malestar.

Cuando tu vida está congestionada, es natural que no te puedas mover. Cuando tu nariz se congestiona no pasa ni el aire. Si quieres desbloquear tu Zugzwang comienza por abrir espacios en tu mente y a tu alrededor.

Vacía tu habitación. Elimina de tu vida los muebles que no usas. Quédate con lo necesario. Regala el resto. Saca toda la ropa de tu armario. Todo lo que no te hayas puesto en los últimos 2 meses regálalo. Regala los libros que no tienes pensado volver a leer. Formatea tu ordenador. Después haz una limpieza a fondo. No vas a creer lo bien que te sientes después. El espacio vacío es un espacio sereno. Puedes hacerlo como un proyecto de fin de semana, o hacer un poquito cada día, da igual, lo importante es que conquistes tu espacio.

Mantén tu habitación en ordenCuando tengas la habitación ordenada, procura mantenerla así. Barre y friega cada mañana. Haz tu cama. Ordena lo que tienes sobre el escritorio. Esta parte es la más complicada. Cuando yo estaba paralizada no quería mover ni un solo plato. Era terrible. No sabía por qué, pero no había forma humana en la que yo pusiera algo de orden a mi alrededor. Lo peor es que yo estaba convencida de que estaba a gusto en mi desorden. Mi madre me reclamaba a diario y en mi cabeza yo pensaba: “¿para qué voy a hacer la cama si la voy a volver a desordenar después?”.

Con el tiempo me di cuenta de lo que estaba pasando. Lo que voy a contar es muy personal y quizás no le sirva a nadie más, pero aún así lo voy a compartir porque si existe una sola persona que lea mi blog y que esté pasando por la misma situación que yo pasé, esto puede ayudarlo. Yo no podía mover los objetos de lugar porque me parecía que era una carga sumamente pesada para mí. A ver si me explico, no era algo racional, pero me di cuenta de que para mí mover una lata era equivalente a mover una montaña. Después pensé que quizás mi problema no era que las cosas fueran demasiado grandes, sino que yo me sentía demasiado pequeña. Y fue algo muy visual.

Si no ponía orden en mi cuarto es porque no ponía orden en mi cabeza. Esperaba que alguien viniera a salvarme. Entonces hice un esfuerzo consciente por mirar las cosas de otra manera. Me acerqué a la pila de ropa, y la miré “desde arriba”, hice un esfuerzo por pensar: “es solamente ropa”, “son solamente latas”, “son solo papeles”. A partir de allí más nunca tuve problemas para ordenar nada, y de hecho me sorprende lo fácil que me resulta.

Si no encuentras la raiz de tu problema es muy difícil atenderlo. Porque aunque pongas todo el esfuerzo del mundo, si para ti cada vaso es una montaña vas a terminar agotado cada día. Dejarás de hacerlo y no te culpo, cualquiera se cansaría en tu lugar. Pero si logras mantener tu cuarto limpio y en orden, la mitad de tu bloqueo desaparecerá.

Ahora ve un paso más allá: ordena tus afectos. Mantener una habitación en orden es un esfuerzo que se renueva cada día. Cada día tienes que dedicar unas horas a limpiar y organizar tu habitación. Lo mismo ocurre con tu ropa, con tu cuerpo, cada día nos duchamos, ¿no? Pero muy poca gente dedica la misma cantidad de tiempo a su cabeza. Y es muy importante mantener la cabeza en orden.

Hacer limpieza, descartar lo que ya no sirve dentro de tu cabeza debe ser una de tus prioridades. Así que cada día aparta una hora para ti mismo y tu mente. Lo que hagas con esa hora depende de ti, lo más importante es el mensaje que te estás dando a ti mismo: tú me importas. Si quieres puedes llevar un cuaderno. Explora lo que sientes y anótalo. Si tienes proyectos pendientes termínalos, aunque sean cosas viejas. Descarta todas las ideas negativas que tienes sobre ti. Deja de pensar en la gente que te hace daño. Puedes leer un poco sobre eso en Cómo lidiar con gente de mierda. Si te sobran amigos, haz una limpieza de esa lista también. Deja únicamente a las personas que te quieren y a las que quieres genuinamente.

Haz un esfuerzo por mantener la mayor cantidad de espacio abierto tanto en tu habitación como en tu cabeza.

Vaciarte es ser generoso con tu espacio.

CULTIVA LA APERTURA

A veces veo a la gente pasar en la calle y es como si tuviera un narrador malvado metido adentro. Me va narrando las cosas más feas sobre la gente. ¿Te ha pasado eso alguna vez?

Cuando me descubro haciéndolo tengo que frenarme. Me digo: “No conoces a estas personas que están cruzando la calle. Es imposible que sepas que él es un infeliz, que no se preocupa ni por su aspecto, que no se ducha ni limpia su casa, que su novia es miserable, que preparan comidas raras para cenar y tienen esa foto del Ché Guevara colgando en la pared del salón” Es imposible saber estas cosas, ¿por qué las pienso? Estoy segura de que los demás piensan cosas así cuando me ven a mí pasar: “¿Qué se cree esa pija?, ¿qué le pasa con las tetas?, ¿por qué no se cubre un poco?, ¿es una pervertida ninfómana cazamaridos?”

El problema es la cerrazón. Los soliloquios desagradables son producto de una mente cerrada.

Una amiga me contó un sueño que tuvo conmigo: estamos las dos en una habitación que tiene una ventana. La ventana está abierta. Una ola de agua entra por la ventana y la habitación se innunda. Con el agua por las rodillas ella corre hacia la ventana para cerrarla y entonces le digo: “Deja la ventana un poco abierta, si la cierras por completo la presión del agua la hará estallar, y nos vamos a inundar de verdad. Deja que entre un poquito de agua, y así tendremos tiempo de salir”. Esa imagen es una analogía perfecta para la mente. Si cierras por completo la ventana de tu mente, la harás estallar.

Entrénate en la apertura, en la aceptación. La aceptación no es lo mismo que la tolerancia. La tolerancia es pasiva, su objetivo es vivir con algo que te desagrada. La aceptación no es eso. Es una forma especial de apertura. Cuando veas a la gente pasar, busca una cosa que te guste en cada uno. Quédate con eso. Cuando ese ejercicio te resulte natural, aumenta el número. Busca 2 cosas buenas, busca 3, busca 10, busca hasta que no te quede tiempo para pensar en nada malo. Con suficiente práctica te darás cuenta de que algo muy curioso comienza a ocurrir en tu espejo: ahora también te es muy fácil encontrar 1 cosa buena en tu cara, y 2, y 3, y 10. Pronto no tendrás tiempo para pensar nada negativo sobre ti mismo.

Pero ve más allá. Ábrete también a nuevas experiencias. Cambia tu rutina. Pinta tu habitación de un color diferente. Cambia el orden de los muebles. Planifica viajes a lugares a los que jamás irías. Busca una persona con la que no hablarías voluntariamente, y hazte su amigo. Prueba una cosa nueva cada día. No te vayas a la cama sin haber hecho algo diferente al día anterior. Aprende a tocar un instrumento, o a pintar. Y si tienes alguna postura cerrada, si eres de derecha, o de izquierda, o te identificas con cualquier ideología, dale una oportunidad real a la opción contraria. Compra el libro favorito de tu enemigo, y ríndete antes de empezar a leer, léelo como quien se encuentra con el tema por primera vez. Llénate de ideas nuevas y tu mente se renovará con ellas. Aceptar la realidad es ser receptivo a la generosidad del mundo. Y recibir bien también es una forma de generosidad.

OFRECE TU TALENTO

Este punto es la idea principal del artículo de Cómo conseguir un trabajo en medio del paro. Ofrecer tu talento es ser generoso con tu identidad. Con lo que te hace especial y diferente. Regalar tu trabajo con alegría cada día. Quizás te resulte difícil. Después de todo da miedo exponerse, da miedo que te roben tus ideas, y también da miedo la mirada del otro. Pero compartir tu talento es el tipo de generosidad más poderoso. Al menos es el que te ayuda a desbloquear tu Zugzwang en lo concreto. Si quieres leer más sobre este punto lee el artículo que enlacé arriba.

LA PRÁCTICA DIARIA

Todo lo anterior, toda esa parrafada, se puede resumir en una rutina diaria. Es muy simple. Toma tiempo adaptarse a ella, y la romperás más de una vez, pero cuando descubras lo bien que te sientes cumpliéndola no querrás dejarla.

Lo ideal es que cada quien se cree una rutina propia. Que esté hecha a la medida de sus necesidades. Que tome en cuenta sus gustos y sus intereses. La autoexploración y la autodeterminación son la clave. Pero para ilustrar el punto os ofrezco la mía. No la cumplo a rajatabla, y aunque me gustaría llegar a hacerla cada día, lo cierto es que muchos días me salto alguno de los pasos.

1) Ordena tu mente: me gusta mucho usar la mañana para anotar mis ideas en un cuaderno. Busco pensar al menos en 10 ideas nuevas cada día. Últimamente las ideas que anoto son sobre artículos que quiero escribir. En mi día hay mucho espacio porque no trabajo en una oficina, pero si tienes un trabajo, parte de ordenar tu mente es hacer listas de prioridades, es organizar tu tiempo y espacio mental.

2) Ordena tus afectos: esta idea merece todo un post. No tengo espacio para explicarlo con lujo de detalles, pero una práctica sencilla que puedes hacer en cualquier momento es apartar un espacio para sentir cosas hacia las personas que te rodean. Busca sentir agradecimiento hacia las personas buenas en tu vida, alegría por las personas felices, y compasión hacia las personas que sufren. Mientras más veces hagas este ejercicio, más fácil te será ignorar a la gente de mierda. A mí todavía me cuesta controlarme en presencia de gente de mierda, pero así es la vida, baby steps.

3) Ordena tu cuerpo: escoge un ejercicio y practícalo cada día. A mí me gusta el yoga. Hacer ejercicio libera endorfinas y neurotransmisores que regulan el funcionamiento de tu cuerpo. Te ayuda a dormir mejor, a digerir mejor la comida, a ser una persona más serena. Cuida de tu aspecto, dedícale unos minutos al espejo. Estudia tu alimentación y si puedes mejorarla, hazlo también. Regula tu ciclo de sueño. Evita disparar tu propia ansiedad. El café, el cigarrillo, y el azúcar son algunas cosas que deber evitar. Tu cuerpo y tu mente son una sola cosa.

4) Ordena tu cuarto: empieza el día ordenando tu habitación. Si la habitación está desordenada te distrae y te causa malestar. Haz la cama aunque la desordenes después. Hacerla tiene un gran beneficio: te hace sentir mejor durante todo el día. Más que algo práctico es algo simbólico, dejar tu cama deshecha es como si nunca te terminas de levantar. Barre y friega, mantén tu escritorio en orden. Dobla tu ropa y guárdala en el armario. Limpia el polvo.

5) Comparte tu talento: ejercita tu talento una vez al día todos los días durante un año. Quizás no saques nada en claro, pero aprenderás muchas cosas valiosas sobre ti mismo.

No sé si lo sabes ya, pero tengo un newsletter que envío dos veces a la semana. El contenido de mis newsletters es diferente a lo que pongo en los posts, son bastante personales. Hablo de mi vida, pongo fotos de lo que hago, comento libros que estoy leyendo, y mando los mejores links de internet. Si te quieres suscribir pulsa aquí.

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Bienvenidos a América

February 17, 2012

Me compraba el cereal que tuviera más chocolate. Ese era mi criterio. Compraba los infantiles, los que tienen la cara de una mascota en la caja. En España, por ejemplo, desayunaba Chocapic. En Estados Unidos Cocoa Pebbles. Mi elección de desayuno tenía poco que ver con mi estómago. No desayunaba cereales porque estuviera a dieta, porque me preocupara mi alimentación, ni siquiera porque tuviera hambre. Lo hacía porque desayuné cereales toda la vida, y era lo que me resultaba familiar. Desayunaba cereales cada día porque era una forma de conectarme con mi hogar.

Si lees habitualmente A70 en este punto me dirás: “oh, Yae, el cereal, ¡qué símbolo! no confundas los cereales con tu hogar” y yo tendré que darte la razón. Pero ese tipo de símbolos a veces son necesarios. Es la calma del nómada. Su constante. Me gusta y también temo mi condición de nómada a partes iguales. Por un lado disfruto tener la libertad de moverme de un lugar a otro, pero al mismo tiempo sufro la falta de un hogar fijo. Uno de mis miedos es no encontrar un lugar en el que me sienta “en casa”, o encontrarlo pero no poder adaptarme a él, y entonces volver a mi país y descubrir que las cosas han cambiado tanto que ya tampoco me reconozco en él. El miedo del nómada es no tener a dónde regresar.

Es posible perder el hogar porque el hogar es un lugar geográfico, pero también es un lugar temporal. Por eso aunque una persona viva toda su vida en un mismo sitio, puede extrañar su hogar en el tiempo. Es el viejo que comenta que ya nada es igual a como era antes. Cuando vives toda tu vida en un mismo lugar los cambios son paulatinos, pero cuando te desconectas para volver muchos años después, recuerdas con nitidez la última imagen, y no concuerda con lo que encuentras a tu regreso. El contraste asombra.

El extranjero vive en una orilla. En el punto en el que las olas tocan la arena, el sitio en el que todo se unen y también se separa. El nómada busca en todo lo que hace un gesto conocido, una práctica familiar, algo que pueda reconocer como propio, el punto en el que su experiencia se une con el lugar en el que está; y a cambio encuentra las diferencias. Por eso es el extranjero el que mejor define una cultura, porque le es ajena.

La foto de arriba es de un animal de México que se llama “axolotl” (se pronuncia “ajolote”). Julio Cortázar tiene un cuento sobre un hombre que se identifica con ellos. El protagonista ve en sus caras algo de humanidad. Dice: “Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles”. El protagonista del cuento se obsesiona con descubrir lo que sienten y piensan los axolotl del acuario hasta que termina por convertirse en uno de ellos. Bajo cierta luz este cuento trata sobre la experiencia del extranjero.

Al vivir en un lugar ajeno adoptas algunas costumbres. No te sientes cómodo con ellas, no al principio, pero las cumples porque es una forma de adaptarte. De alguna manera buscas comprender al otro y adaptarte a él. Pero si te mudas de país en país muchas veces se te olvida qué costumbres te pertenencen. Diría que esto es triste, pero en realidad debajo de las costumbres brilla tu identidad.

La tradición es una convención social que se aprende. Mucha gente depende de lo social para autodefinirse. Usan las costumbres para crear una identidad común. Todos los “equipos” cumplen con esa función: los hinchas del Barcelona, el partido comunista, el Opus Dei, y cualquier nación. Cuando entras en este tipo de grupos sientes la presión de adoptar sus tradiciones, sus símbolos, y sus creencias. A cambio recibes dos cosas: una nueva forma de ordenar el mundo (nosotros y ellos), y una fuente de orgullo (yo pertenenzco). Kurt Vonnegut, un autor que me gusta mucho, los llama “Granfalloons”. Vivir en muchos países te permite desprenderte de los Granfalloons y descubrir tus propias constantes.

Pero te despojes o no de las costumbres, la cultura americana es un refugio para el nómada. Sus símbolos están en todas partes. Un restaurante McDonalds es igual aquí que en Pekin. Las hamburguesas son las mismas, las servilletas son las mismas, y nadie tiene que explicarte el menú. Lo mismo ocurre con las películas y la música. Estados Unidos es el mayor exportador de cultura en el mundo. Así que es muy probable que aunque no hayas visitado América la conozcas. Que te hayas paseado por las calles de Nueva York a través de una película o de una serie. Que sientas su cultura como algo familiar vivas donde vivas. America es el hogar psicológico de la humanidad. Es fácil fantasear con América, pero es difícil imaginar lo que significa vivir aquí.

Hay muchos mitos alrededor del americano. El americano es gordo. El americano es ignorante. El americano es estúpido. El americano es “patriotero”. El americano es bélico. El americano es frío. El americano es simple. Pero debo decir que aunque es tentador pensar en esos términos, esas características no son una parte importante del carácter americano, son simplemente una anécdota. Una expresión de algo más profundo y arraigado. Eso es lo que pienso explorar en este post. La verdadera personalidad del americano y qué se siente al vivir aquí.

Mi relación con América (1) es especial. Por eso quizás encuentres que este artículo es más completo, menos parcial que el de Fé y OVNIs. A pesar de que mi padre es español y toda mi familia es del norte de Europa, mis lazos con Europa son débiles. Siento más afinidad con Estados Unidos por la tele, las pelis, y la música. Los autores que más me gustan también son americanos, y a veces hasta me siento más cómoda hablando en inglés. Por eso puedo ofreceros una visión más completa de la personalidad del americano que de la personalidad del español.

(1) Sé que a los latinoaméricanos les enferma que la gente se refiera a Estados Unidos como “América”. Pero su indignación viene de la ignorancia. A Estados Unidos se le llama “América” porque son los Estados Unidos de América. Es una forma de acortar el nombre. No hay otro país en el continente que contenga la palabra América en su nombre, así que la gente se refiere a ellos como americanos. De la misma manera al Español le enferma que le llamen latino al latinoaméricano y para diferenciarse usan la palabra “sudamericano”. Este es otro error de la ignorancia. Nadie llama al latino así por creer que tiene algo que ver con Roma. Se le dice Latinoamérica para diferenciarla del norte porque mientras que el norte fue colonizado por los franceses y los ingleses, el sur fue colonizado por Portugal y España: países latinos. De manera que latinoamérica se usa para describir esa América, la que fue colonia de los países latinos. Con esto zanjo ambos temas. Llamo americanos a los estadounidenses y latinoamericanos a los sudamericanos y ya está.

AMERICA: TIERRA PROMETIDA

Imagina que descubren un planeta habitable cerca de la Tierra. La NASA envía una misión con varios hombres para explorarlo y regresan contando historias maravillosas: hay océanos, ríos, vegetación, y animales. Hay cosas que nadie ha visto nunca, naturaleza nueva. Deciden enviar una nueva misión con miles de personas para colonizar el planeta. El viaje tarda un mes y cualquiera puede hacerlo. ¿Te arriesgarías a ir?, ¿Con qué intención irías?, ¿qué te llevarías? El día antes del viaje ¿qué sentirías? ¿miedo? ¿emoción? Ahora piensa en todos los tipos diferentes de persona que escogerían hacer el viaje contigo.

Con América pasó justamente eso. Era una nueva tierra inexplorada, salvaje, bella, pero también desconocida. Y frente a lo desconocido el hombre se proyecta a sí mismo. De la misma caja que brotan los sueños brotan las pesadillas. Así que quién se embarcó hacia América lo hizo con dos sentimientos opuestos: el terror y el deseo. Esa actitud ambivalente es el principal rasgo cultural del americano.

EL OPTIMISMO Y EL TERROR

Una de las cosas más impactantes que te puede pasar en Estados Unidos es estar aquí durante una catástrofe natural. No por la catástrofe en sí, sino por todo lo que se genera alrededor. El miedo frente a una catástrofe es natural, pero en Estados Unidos el miedo tiene mucho de teatro.

Hace un par de años hubo una amenaza de huracán en Miami. Salió por las noticias durante varios días. Te alertaban del huracán, te instaban a comprar provisiones y a no salir de tu casa durante 5 días. Lo más impresionante era entrar al supermercado. En cada caja había una cola de gente comprando pilas, linternas, radios, generadores de electricidad y botellas de agua. Llenaban carros hasta el tope. Limpiaron el pasillo de los enlatados: no quedó nada.

El supermercado también se ocupaba de difundir información. Habían carteles que ponían: ¿estás preparado para el huracán? y un pasillo con pirámides de linternas, de botellas de agua, de baterías, cajas de herramientas. Pero no hacía falta acercarse a los productos para darse cuenta de que no eran reales. Parecían sacados de una tienda de chinos, eran cosas de pésima calidad. Parecían herramientas de juguete: de usar y tirar. Las linternas, las herramientas, y las radios eran del tipo de cosas que le compras a un niño para que se vaya de campamento. Si te estás preparando para un desastre natural lo normal es justo lo contrario: comprar cosas duraderas. Pero aquí nadie se estaba preparando, no en realidad, los americanos estaban jugando al huracán. Al final no pasó nada. El huracán se transformó en una tormenta tropical, la alarma pasó, pero aún así, durante los 5 días que el huracán iba a pasar por aquí, nadie salió de su casa. Nadie. Todo estaba desierto.

Por otro lado está la cara optimista del desastre natural. Después del huracán Katrina un grupo de gente se encargó de recolectar mixtapes. Te decían que los damnificados habían perdido todo: sus casas, su comida, sus familiares, y también sus colecciones de música. La idea era ofrecerles mixtapes para reconstruir sus vidas. El americano tiene la idea de que no importa lo que ocurra siempre se puede salir adelante. Su optimismo es ingenuo y persistente. No importa lo que ocurra, el americano está convencido de que su nación es grande y fuerte y de que si trabajan juntos todo volverá a la normalidad.

Las experiencias que formaron esa ambivalencia en el carácter del estadounidense eran americanas, pero las ideas que había detrás eran inglesas. Se formaron en Savoy y en la campiña inglesa. Para entender la personalidad del americano no es suficiente con estudiar al pionero. Conocer su relación con los indios, con el comercio, y con las leyes de la tierra es un paso, pero hay que ir más allá. El europeo que se embarcaba con destino a América era un tipo peculiar. Para entender cómo llegó hasta allí hace falta entender qué estaba pasando en Europa en ese momento.

Durante el medievo sólo se conocía un trozo de la tierra y un trozo del mar. La vida del hombre en La Tierra era finita. Las ocupaciones de una persona eran limitadas. Pero el cielo era infinito. La vida del hombre en La Tierra era solamente la antesala del mundo eterno en el más allá. Esas ideas fueron cambiando poco a poco. Primero, con la invención del reloj mecánico que dividió el tiempo en pequeñas unidades medibles, y después con la introducción de la latitud y la longitud en la cartografía. Gracias a esos dos inventos el navegante podía saber en qué punto del tiempo y del espacio se encontraba. Así se inauguró una nueva etapa: el interés por la exploración de la tierra, de los mares, y de la mente (2).

Con el descubrimiento de América se le asestó el último golpe a la cultura medieval. La Tierra era ahora infinita, y el cielo era su espejo. El hombre buscaba formas nuevas de ocupar su tiempo en La Tierra, y la vida del más allá perdió su importancia. No quiero decir con eso que el cambio fue radical o total, mucha gente siguió creyendo en esas cosas, pero los líderes intelectuales de la época no.

El americano sustituyó la eternidad por el futuro. El más allá se transformó en el mañana. El americano se proyecta hacia adelante, glorifica la esperanza. Sustituye las ideas de razón, naturaleza, vida, con la idea de “un mejor futuro para el hombre”. Pero esa moneda tiene otra cara y es la del terror. La amenaza oculta que puede destruir el futuro. Una amenaza que aunque raras veces se concreta siempre está presente.

EL PURITANO, EL PIONERO, Y EL HOMBRE DE NEGOCIOS

No sé si viste Jesus Camp. Yo sí. Es un documental aterrador. Enseña cómo los evangélicos adoctrinan a sus hijos en campamentos ideológicos. No es la única secta protestante aterradora. Hay muchas. Está, por ejemplo, el YFZ Ranch, una colonia de mormones fundamentalistas aislada en Texas en la que se practica la poligamia y casan a las niñas con 12 y 13 años. El gobierno intenta ponerles un freno y cada cierto tiempo les hacen una redada. Pero es imposible disolverlos. Los mormones normales y los testigos de jehová son otras denominaciones de la iglesia protestante americana, y todas son descendientes directos de los primeros puritanos que llegaron a América en 1630.

Los puritanos fueron protestantes ingleses que creían que las reformas de la iglesia británica eran insuficientes. Partieron hacia América y se imaginaron repitiendo la historia del Éxodo. América era su Tierra Prometida. Sentían un pacto especial con Dios: si eran fieles a sus doctrinas dios los bendeciría, si no, los castigaría. Vivieron en colonias y fueron laboriosos, autosuficientes, sencillos. Les disgustaban las artes y el ocio. Sin saberlo los puritanos contribuyeron con la revolución industrial. Pero sus huellas más evidentes las encontramos en la herencia que nos dejaron: los mormones, los evangélicos, los testigos de jehová, y también dos cosas de la personalidad del americano: su simpleza y su optimismo.

Los pioneros llegaron un siglo y medio después de los puritanos. Se lanzaron a la conquista de América por una oportunidad externa, la de explorar una tierra virgen, pero su impulso era interno. Estados Unidos se fundó sobre los escombros de la cultura medieval europea. Las instituciones estaban desgastadas y vacías (1). No quedaba nada en Europa que un hombre inteligente de su siglo quisiera preservar. Hacía falta un aire nuevo que renovara la cultura y lo buscaron en la naturaleza.(2) La naturaleza se puso de moda. Maria Antonieta construyó una casa de campo en Versalles en la que jugaba a ordeñar vacas, Rousseau se fue a las montañas. Pero la pasión por la naturaleza no era racional. No era la misma pasión que sentían los físicos como Newton. Medirla y estudiarla no era el interés de los románticos. Lo que les atraía hacia ella era lo salvaje, lo espontáneo. (3)

Es fácil entender entonces por qué América tuvo un atractivo especial para el romántico europeo. Aunque podían someter al campesino europeo al escrutinio, y descubrir que la vida en el campo no era tan fascinante como Rousseau quería hacer ver, al colono americano se le idealizaba desde lejos. La naturaleza americana era virgen, salvaje, e infinita en sus posibilidades. En ella el hombre podía reencontrarse consigo mismo, escapar de la sociedad, autodeterminarse, explorar infinitamente. Por más que las películas nos enseñen masacres de indígenas, la fiebre del oro, y pistoleros salvajes, lo que estuvo detrás de la expansión hacia el oeste fue el romanticismo.

De los pioneros el americano heredó el deseo de libertad, el pragmatismo, la exploración, y la idea del progreso.

El último en llegar fue el hombre de negocios y llegó justamente para eso: para hacer negocios. Vieron en América una oportunidad para comenzar desde cero. Muchos se asentaron en Ohio, al sur de las montañas apalaches. En en el siglo 18 nada estaba escrito sobre piedra, así que Francia e Inglaterra seguían disputándose territorios. Los mercaderes ingleses comenzaron por explotar las pieles. Comerciaban con los franceses y también con los indios. Especulaban con el territorio y se lo vendían a los inmigrantes. Son los que más adelante construyeron los ferrocarriles. También estaba el hombre de negocios que era un inventor. Benjamin Franklin y Alexander Graham Bell son dos nombres que me vienen a la mente. En América se inventó la clave morse, el telégrafo, el teléfono, la bombilla, la avioneta, el barco a vapor, el hule. Todos inventos que produjeron mucho dinero.

El hombre de negocios le dejó en herencia al americano el ingenio, el materialismo, el utilitarismo, y las ansias de poder.

(1) Voltaire acabó con la Iglesia, Montesquieu y Rousseau con el Estado, Turgot con las corporaciones

(2) Habían probado ya con el pasado clásico (Grecia, Roma) y resultó aburrido; lo medieval era demasiado reciente como para revivirlo; lo oriental no era más que una curiosidad; y lo único que quedó por explorar fue la naturaleza.

(3) The Myth of the Machine: Pentagon of Power de Lewis Mumford.

(4) The Pioneers de James Fenimor Cooper.

EL SUEÑO AMERICANO

¿Quién no ha soñado con crear una aplicación para el iPhone? ¿O una página que genere mucho dinero? Quizás fantaseas con buscar un ángel que financie tu proyecto y convertirlo en el próximo Facebook. Todos hemos escuchado historias al respecto. Silicon Valley es desde hace algunos años el nuevo sueño americano, y no es casual que esté en la Costa Oeste.

Se cree que el sueño americano es el de vivir en una casa con una valla blanca y un perro labrador. O que es llegar sin nada y hacerse rico de la noche a la mañana. Pero el sueño americano es algo más profundo. Es la idea de que todos somos iguales incondicionalmente. Estados Unidos se formó (en un principio) para garantizar esa igualdad. Mientras que Europa era un lugar de pocas libertades, la corrupción era patente, y los impuestos ahogaban a cualquiera, en América podías llegar y mudarte a donde quisieras. No necesitabas un pasaporte para viajar de un estado al otro. El mérito y la fidelidad eran las únicas fuentes del honor. En América no habían cortes corruptas ni reyes, ni derechos de nacimiento. El sueño americano es un sueño de orden social. Estados Unidos se fundó con la idea de que cada persona pudiera desarrollar su máximo potencial sin las barreras que solían frenarlo en el resto de las culturas. El sueño americano es una de las caras del optimismo.

Pero en su parte concreta se trata del éxito. En ese sentido ha variado a lo largo de la historia, y siempre ha estado unido al Oeste. Al principio el deseo era el de poseer tierras para cultivo. Cualquier ciudadano de América podía poseer tierras. Pero como la tierra era infinita, el pasto siempre era más verde en el Oeste. Ese fue el motor que impulsó la colonización de América. El movimiento compulsivo hacia el Oeste en busca de mejores tierras terminó en la costa del Pacífico porque no había más lugar a donde ir.

Cada generación repite el peregrinaje de sus ancestros, siempre hacia el oeste, y hacia una vida mejor. La Fiebre del Oro, Hollywood, Disneylandia, Beverly Hills, Silicon Valley están en California; y también “On the Road” de Kerouac, los hippies, Timothy Leary, los psicoanalistas, las historias de road trips por la ruta 66: Cualquier sueño, metálico o espiritual desemboca siempre en California.

Pero aunque en teoría el sueño americano se cumple y está respaldado por la constitución, en la práctica se traiciona tanto en lo material como en lo espiritual. La dimensión de la personalidad del americano que heredó del comerciante, del hombre de negocios, se desarrolló muy rápido con el impulso de la industrialización; mientras que la guerra civil y el progreso material aplastaron la espiritualidad del puritano y del pionero. La espiritualidad del americano quedó rezagada, y lo que sobrevivió fue la frialdad de lo material.

De esa forma ha sido traicionado el sueño americano. Los sueños se han convertido un producto más de la industria. Ofrecen clases para ser actor, cantante, dibujante de cómics, seductor, prometen agrandar tus bíceps y tus pechos, hacer de ti un emprendedor para que tú también puedas alcanzar tus sueños. Cuando se cree en la prosperidad como un fin absoluto, si se pierde la prosperidad se pierde todo. Cuando un americano que ha hecho todo lo que le dicen que debe hacer para cumplir sus sueños se encuentra de frente con su fracaso pierde toda la fe en América.

LA CULPA BLANCA

Una vez tuve el siguiente diálogo con una amiga:

Amiga: te vino a buscar un señor

Yael: ¿Quién?

Amiga: ni idea, no le pregunté el nombre

Yael: Bueno, pero cómo era.

Amiga: Alto, tenía gafas…

Yael: ¿tenía barba?

Amiga: no, no tenía… no era gordo ni delgado… era normal

La conversación continuó durante varios minutos y yo no tenía idea de quién me estaba hablando. Al día siguiente pasó a buscarme la misma persona, sólo que esa vez abrí la puerta yo misma. Era un amigo negro. No tenía idea de quién me hablaba porque mi amiga no mencionó en NINGÚN MOMENTO que era negro. Ese fue mi primer contacto con la culpa blanca.

En Europa no hubo mezcla de culturas. Las colonias estaban lejos. Ni los negros ni los indios eran bienvenidos. En Latinoamérica los españoles se mezclaron con los indios y con los negros y la mezcla dio lugar a una sociedad distinta de todas las que lo conformaron. Pero en Estados Unidos los blancos y los negros convivían sin mezclarse. Durante mucho tiempo los negros fueron esclavos y al liberarlos pasaron a formar parte de la sociedad. Es difícil entonces plantearse el tema de la igualdad.

El blanco no sabe cómo manejar eso. Sabe que el racismo es un pecado en América. Quizás no esté consciente de la razón por la que sus privilegios le producen vergüenza, pero sí hay una y es muy simple. En Estados Unidos el racismo no es un insulto contra una raza, es una ofensa contra el sueño americano. Admitir que una raza tiene privilegios o que otra es segregada es renegar de los valores que admiran en su propia cultura. ¿Es que acaso no todos tenemos las mismas oportunidades?, ¿es el sueño americano una mentira?, ¿en qué otros asuntos me han mentido?

Por eso el blanco hace muchas cosas para expiar su culpa. Busca demostrar la igualdad cuando se le presenta la oportunidad. Quiere ganarse el afecto y la confianza de las minorías. Hace cosas muy raras para aplacar su vergüenza. Hay un blog fantástico que se llama “Stuff White People Like” (cosas que le gustan al blanco) sacaron un libro sobre el blog y paradójicamente se vende en Urban Outfitters, una de las tiendas más blancas que hay.

Entre las cosas que le gustan al blanco están:

LA AMENAZA INVISIBLE

Quizás ya has visto este vídeo. Se llama Duck and Cover y es la película que le ponían a los niños en la escuela en la década de los 50 para enseñarles a reaccionar en caso de que estallara una bomba atómica. Les recomendaban, por ejemplo, esconderse debajo del pupitre y cubrirse con un periódico.

La contraparte del sueño americano es la amenaza invisible. Es una de las caras del terror. Quizás la más obvia. Al igual que el sueño, la amenaza muta. Cada vez que se presenta una amenaza el americano se transforma en el pionero. Adopta su pasión por la supervivencia. Construye refugios, se abastece de pilas, guarda enlatados, traza planes. Por encima de todo al americano le gusta estar preparado.

La amenaza ha sido la bomba atómica, el calentamiento global, la gripe porcina, Al Qaeda, el antrax, Katrina, etc. No quiero decir que estas amenazas no sean reales. Tampoco quiero decir que no exista un motivo real para sentir miedo. Pero la reacción del americano es desmedida. En vez de contrastar la información y actuar de manera racional, frente a la amenaza el americano siente pánico y actúa por impulso. Por eso el miedo es un arma de poder. Para movilizar a la sociedad se usa el terror. (1)

(1) Be Very Afraid de Robert Wuthnow

LA INFANTILIZACIÓN DEL AMERICANO

Puede ser que en España haya un grave problema con la falta de empleo. Pero aunque creáis que en América lo tienen fácil, no importa qué clase de empleo tenga una persona, es y será durante toda su vida un esclavo del banco. Aunque creas que en Europa ya eres esclavo del banco, no tienes ni idea de los métodos retorcidos que usan los bancos americanos para esclavizar al ciudadano.

De la mezcla entre la laboriosidad del puritano y la frialdad del comerciante surgió la producción masiva. Si Dios dijo: “crece y multiplícate” ¿por qué no hacerlo con los bienes?, ¿por qué no hacerlo con los dólares? Pero del otro lado de la cadena de producción siempre tiene que haber un cliente. Alguien a quién venderle la mercancía. Así que la primera preocupación de la industria es tener clientes. Una vez que los consigue, ya se plantea qué es lo que va a vender. La primera prioridad de la economía norteamericana es hacer de las personas clientes.

Para que una persona sea cliente necesita dos cosas: un deseo insatisfecho, y dinero en su cuenta bancaria. Los publicistas se encargan de fabricar los deseos, y los bancos se encargaron del dinero. En América es imposible escapar del círculo vicioso del crédito y la deuda.

Voy a tratar de explicarme porque esto es algo que no sucede en ningún otro país que yo sepa. Conseguir una tarjeta de crédito o un préstamo del banco en América es muy fácil. No necesitas avalistas ni nóminas, ni siquiera necesitas dar la cara. Si alguien pide un crédito lo obtiene. Conozco gente que gana menos de 2 mil dólares al mes y tienen una tarjeta de crédito con 20 mil dólares de límite. Pero la forma en que funciona la tarjeta de crédito americana es un poco diferente:

En España tienes una tarjeta de mil euros y tú estableces con el banco si vas a pagar al final del mes la totalidad de lo que debes o un porcentaje, y te atienes a ello. En cambio, en Estados Unidos puedes pagar cada mes la cantidad que quieras. Si tienes una tarjeta de 20 mil dólares y has gastado 10 mil, tienes la opción de pagar la cantidad que tú quieras. Pero hay un mínimo que debes pagar cada mes para poder seguirla usando. Ese mínimo son los intereses que genera tu deuda.

Cada persona tiene un interés diferente que el banco calcula de acuerdo al riesgo. El porcentaje va del 0.2% al 19%, pero la mayoría de la gente ronda el 11%. Supongamos entonces que una persona que gana 2 mil dólares tiene una tarjeta de crédito y gasta 10 mil. Si el interés de su crédito es del 11% deberá pagar 1100 como mínimo cada mes. Eso es casi todo su sueldo. Le queda menos de la mitad para vivir. Paga cada mes pero no está pagando la deuda. Sigue debiendo la misma cantidad de dinero que antes porque lo único que ha pagado son los intereses. Así se esclaviza a una persona durante años.

Pero el americano promedio tiene más de una tarjeta, y no solamente le debe al banco. Por lo general además del crédito está pagando el préstamo de la universidad, el financiamiento del coche, quizás una hipoteca.

Pero aquí viene la segunda vuelta de tuerca: la deuda también es la oportunidad para un negocio. Hay empresas que compran tus deudas, las consolidan y te bajan los intereses, ahora en vez de pagarle a diferentes instituciones todo lo que debes, se lo pagas a una sola. Otras negocian por ti con el banco para que te baje los intereses a cambio de un porcentaje. Quizás te estés preguntando por qué el banco le da tanto dinero a la gente. Es una buena pregunta. Los bancos no regalan nada. Buscan tener muchos deudores porque las deudas de los clientes se pueden vender a otros bancos a cambio de dinero. Así es como el americano ha dejado de ser el cliente, y se ha convertido en un producto más de su propia economía.

Digo que es imposible escapar de este ciclo vicioso porque en América no puedes hacer nada sin el crédito. Quiero decir, que de acuerdo con las deudas que tengas y de tus pagos se genera un número que te hace un ciudadano más o menos confiable para otras instituciones. Si quieres alquilar una casa te piden el crédito. Si quieres una línea de teléfono móvil te piden el crédito. Es impresionante la cantidad de cosas para las que te piden el crédito en América. Y antes de que te hagas el listo: no, tener una tarjeta de crédito y no usarla, o pagarla toda puntualmente no es bueno para tu crédito, de hecho, te baja el “score”. Así que las mismas barreras que Estados Unidos veía en Europa y que pretendía abolir ahora son más severas aquí que en cualquier otro lugar.

Muchos creen que en América no se infantiliza a la sociedad porque no hay servicios sociales ni ayudas. Pero aunque en ese sentido el Americano es más independiente que el europeo, la infantilización sigue allí. Se sustituye la ayuda por un crédito casi ilimitado, pero se mantiene al individuo atado a esa dinámica por el resto de su vida. El Estado y las corporaciones han aprendido a utilizar el deseo y el miedo para controlar al individuo. Lo transforman en un niño. El americano se siente seguro dejando que otros asuman responsabilidades que le corresponden.

El americano ve en el crédito la continuación de la paga que le daban sus padres. La gasta como gastaría el dinero de sus padres. Se siente cómodo en ese rol y por eso la estética de las tiendas en América es infantil. Probarse ropa en Urban Outfitters te traslada a la niñez, al recuerdo en el que te metes en el armario de tu madre para probarte sus cosas. Restaurantes como Shake Shack están decorados con pintura de pizarra, tienen mesas largas y sillitas de plástico, parece un parvulario. Se han puesto de moda los camiones de comida, de frutas, de batidos, y los decoran para que parezcan el camión del heladero de la infancia, además de la musiquita ahora puedes seguirlos en twitter para saber cuándo llegan a tu barrio. Bank of America sacó una tarjeta de crédito con la cara de Hello Kitty.

Sucede lo mismo con la comida. La persona pobre del tercer mundo y el millonario norteamericano tienen algo en común: la delgadez. La economía masiva se ha convertido en algo tan enredado que comer en McDonalds y comprar chucherías es la opción más barata. La comida barata está hecha con “corn syrup” que quita el hambre, pero alimenta poco y engorda mucho. Comprar verduras y comida sana es caro. Solamente una persona con dinero puede darse el lujo de comer bien. Así en América el rico es el delgado y el obeso es el pobre.

Ese no es el único problema con la comida. En vez de aprender a comer bien, la industria le enseña al americano a depender de ella. Hay un pasillo entero del supermercado dedicado a Weight Watchers. Si no lo conoces, Weight Watchers es una dieta con un sistema de puntaje: de acuerdo con tu edad y tu peso te asignan un número de “puntos” que puedes comer cada día, y cada comida equivale a una serie de puntos dentro de una tabla. Así, por ejemplo, si tienes 25 puntos cada día, un tomate vale 1 punto, pero una magdalena puede valer 8 o 10. Pero ahí no termina la cosa. Weight Watchers tiene toda una línea de comida de su propia marca con menos puntos. Una magdalena normal vale 8, pero la magdalena Weight Watchers vale 1. Así tienes a un montón de gente enganchada a tus productos, delegándote la responsabilidad sobre sus propios cuerpos, sin saber qué es lo que está detras de tu sistema, y perdiendo la capacidad de autoregular su alimentación.

De la infantilización la economía saca sus mejores dividendos. Si el ciudadano confía en la industria y le delega sus responsabilidades, la industria puede convertirlo fácilmente en un cliente, incluso cuando eso va en contra de su propio bienestar. El americano es un esclavo de sí mismo. El consumismo y el sistema bancario son los que mantienen su economía a flote, pero también son sus yugos. Mi problema no es con la industria, porque a fin de cuentas están allí para eso: para generar dinero. El problema es que la maquinaria publicitaria americana es tan poderosa que aunque quieras escapar de ella es difícil mantenerse al margen. Si eres el hijo de una familia infantilizada, y desde niño te infantilizan, es difícil romper el ciclo y encontrar tu propia voluntad.

El Americano creyó escapar de la vieja Europa construyendo un nuevo espacio más real. Sustituyó la ornamentación del Europeo por la simpleza del puritano. La corrupción por la integridad, lo social por lo individual. Pero la industria venció al espíritu. América pasó de ser la tierra de la libertad a ser la nación de la esclavitud.

LA NACIÓN VACÍA

De los ideales sobre los que se fundó América lo que queda es una capa de pintura. América fue fundada por puritanos, pioneros, y hombres de negocios. Se fundó como respuesta a los problemas de Europa. Su camino era la igualdad, la libertad, y la autodeterminación. La constitución se escribió para garantizar el sueño americano. Pero con el tiempo las bases espirituales se fueron borrando. El puritano se convirtió en un fanático. El pionero en cliente. El hombre de negocios en depredador.

El sueño americano sólo podía realizarse en lo individual, pero lo colectivizaron y le pusieron de nombre “el progreso”. Se perdió la autodeterminación, y el sueño ya no es alcanzar la plenitud, ni desarrollar todas tus potencias. El sueño ahora es el éxito.

América se fundó sobre la idea de la igualdad. Fue de los primeros países en abolir la esclavitud. Y dos siglos después la esclavitud ha vuelto a nacer. La igualdad no se consiguió porque el norte liberara a los esclavos del sur, sino porque con la industrialización los esclavizaron a todos. Blancos y negros.

Se sustituyó la libertad por la ilusión de libertad: una multiplicidad de opciones. El americano cree que su libertad es tener muchos productos diferentes en el estante. Poder escoger entre una marca de champú y otra. Entre una universidad y otra. Entre una religión y otra. Lo único que descubre detrás de tantas opciones es la indeterminación. Al igual que el pionero, el consumidor siempre cree que el pasto más verde está en el producto que dejó en el estante. El que no eligió.

En la América vacía el terror del americano doblega su voluntad y el optimismo lo conduce con docilidad hacia su propia esclavitud.

La mejor forma de vivir en Estados Unidos es no ser americano. Toma a América como lo que es: un parque de atracciones y un centro comercial gigante. Ven, pásatelo bien, no hay un sitio mejor en el planeta para divertirse, quédate todo el tiempo que te permita tu bolsillo, y después regresa a tu casa.

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¿Sientes angustia? Mata a tus padres

February 12, 2012

*Dado que los temas del post de hoy son de alto impacto, utilizaré el mismo aviso que ponen en las montañas rusas: El siguiente post no es apto para mujeres embarazadas, personas con problemas del corazón, o menores de edad.

Este artículo es largo. Tiene partes pesadas y difíciles de leer. Pero la persona que empieza a leer este post es diferente a la que lo termina.

LA ANGUSTIA

Un cosquilleo me sube por la nuca y por la cara. Lo siento hasta en la lengua. Mi vista se nubla. Los sonidos se apagan. Sé que me voy a morir. Con el corazón a mil y la respiración también es difícil pensar, hablar, y hasta moverme. Me siento en el suelo porque sé que si me desmayo es mejor no estar de pie.

Eso fue un ataque de pánico. Estaba en medio de un centro comercial, y nunca supe qué fue lo que lo desató, pero sé que había mucha gente a mi alrededor. Mi ansiedad estaba fuera de control. El ataque de pánico es un ejemplo extremo de lo que pasa cuando tu angustia se apodera de ti. Hace años que no tengo uno, pero la ansiedad siempre ha estado allí de una forma más vaga. Digamos que es una constante.

Quizás tú también hayas sentido ansiedad alguna vez: es una sensación que ocupa la garganta, el pecho y la boca del estómago. Se parece al miedo y también a los nervios. Es posible que lo hayas sentido antes de presentar un examen, o de una entrevista de trabajo. En ese caso la angustia es normal porque corresponde a una situación puntual. El problema es cuando sientes ansiedad en tu día a día, pero no corresponde con nada. No es una situación especial lo que la produce, simplemente está allí.

EL INSTINTO DE HUIDA O LUCHA

No puedo recordar la primera vez que sentí ansiedad, así que creo que la he sentido siempre. Como mi madre es psicóloga y tiene una biblioteca de psicología decente, pude leer varias cosas al respecto. Lo que no encontré allí lo investigué con especialistas (Google). Lamento no poder ofreceros material para profundizar en varias de las cosas que voy a comentar. Lo que ocurre es que he olvidado de dónde saqué la información. Está flotando en mi cabeza pero no recuerdo cómo llegó allí. Así que voy a contar lo que sé y ya.

En alguna parte leí que la ansiedad es un vestigio que nos quedó del hombre primitivo. Al igual que los animales, nosotros venimos equipados con un instinto natural de supervivencia. Estamos preparados para reaccionar frente a una amenaza sin tener que tomar una decisión lógica. El nombre del mecanismo es “instinto de huida o lucha”. Cuando algo pone en peligro la vida del hombre primitivo, su instinto de huída o lucha se enciende como si fuera una bombilla, y lo obliga a actuar: a luchar, o si la amenaza es demasiado grande, huir. Una vez que huye o lucha, la bombilla se apaga y su cuerpo vuelve a la normalidad. Ese instinto es lo que nos permitió llegar hasta aquí. Sin él, frente a un tigre el hombre se hubiera quedado paralizado de terror.

El hombre ya no se enfrenta a ninguna bestia, ni siquiera se enfrenta a otros hombres más fuertes que él en su día a día. Pero el mecanismo de huida o lucha sigue ahí. Se activa cada vez que nos sentimos amenazados. El problema es cuando la amenaza es abstracta. Cuando es solamente una percepción. Como no tienes de qué huir ni contra qué luchar, el instinto de huída o lucha, la bombilla, se mantiene encendida indefinidamente. Eso es lo que conocemos como ansiedad. Por eso a la gente ansiosa le desagrada la incertidumbre. La ansiedad nace del instinto de supervivencia. No hace falta que la amenaza sea real, basta con que la percibamos como tal para que nuestro instinto de supervivencia se active.

LA SUPERVIVENCIA DEL NIÑO

Todos somos supervivientes. Para poder estar aquí hemos tenido que sortear muchas amenazas (de las reales). Los peligros comienzan con la fecundación. Entre la primera y la segunda semana después de que un óvulo es fecundado se tiene que adherir a las paredes de la matriz. Este proceso se llama “implantación” y no es tan simple como suena. Para poder hacerlo, el blastocito tiene que formar una capa de células a su alrededor. La función de esa capa es adherirse a los vasos sanguíneos de las paredes del útero. Pero a veces el útero lo rechaza. De alguna manera, el blastocito sabe que si no logra implantarse va a morir. Será descartado junto al endometrio con la regla. Así que la primera batalla de supervivencia se libra dentro del útero a los 10 días de vida. Si el blastocito quiere vivir, debe luchar.

El feto está a merced del útero. Él sabe que su vida depende de la aceptación de su madre. Si es rechazado por ella, será aniquilado. El feto está unido a su madre de una forma muy estrecha. Lo que la madre siente respecto a su bebé y su embarazo, será lo que formará su autoimagen. Pero a pesar de que en nuestra cultura nos enseñan que la mujer que es madre es plena, lo más común es que una mujer embarazada sienta ambivalencia con respecto a su futuro hijo. Ella no querrá admitirlo, le parecerá que su miedo y su rechazo son algo anormal. Pero es lo más común.

Las amenazas no terminan con el parto. La supervivencia en la niñez es difícil. De todo el reino animal, el hombre es el que se desarrolla más lento. Un niño humano tarda alrededor de 3 años en aprender a caminar. Un potro tarda 5 horas. Un niño no es verdaderamente autosuficiente hasta la adolescencia, y hasta entonces depende de sus padres para sobrevivir. Es incapaz de alimentarse y de defenderse por su cuenta. Para un niño perder el amor de sus padres equivale a la muerte. Creer que sus padres no están en capacidad de cuidar de él también equivale a la muerte. La única forma en la que el niño está tranquilo es si se convence de que el amor de sus padres es incondicional y de que ellos lo cuidarán pase lo que pase. De otro modo la angustia sería insoportable.

Conozco mucha gente que comenta que le encantaría “regresar a su infancia”. Que la niñez es la época más feliz de la vida porque los niños no tienen responsabilidades. La única razón que encuentro para que esta gente diga ese tipo de cosas es que no recuerdan su propia infancia. La infancia es horrible. La vida de un niño, su día a día, está lleno de imagenes aterradoras. El niño vive entre la confusión, la ignorancia y la frustración. No entiende su cuerpo, sabe que hay cosas oscuras que le ocultan, el mundo que le rodea es hostil y sabe que no puede defenderse. Creemos que el niño piensa igual que un adulto, y sus derrotas nos parecen tiernas. Pero cuando soñamos que se nos caen los dientes nos despertamos con taquicardia y lo consideramos una pesadilla. Al niño se le caen dientes durante gran parte de su vida.

EL CULTO A LA MADRE

La madre occidental sólo puede ser la madre heroica. La madre serena que cuida de sus hijos con una sonrisa y no espera nada a cambio. Basta con leer las tarjetas del día de la madre para notar lo extremos que son los mensajes. La sociedad occidental niega a la mala madre con vehemencia. Confesar que no quieres a tu madre, o que tu madre fue mala contigo es un crimen. La idea de la buena madre es intocable.

En los cuentos folclóricos, los mitos y las leyendas, muchas veces encontramos padres crueles, pero jamás una mala madre. Pero no por negarlas dejan de existir, ni nos hacen menos daño. En vez de afrontar el rechazo hacia la mala madre, como cultura creamos a la madrastra y a la suegra, dos malas madres que sin embargo, no son NUESTRAS madres. Desplazamos el sentimiento de desagrado hacia la maternidad ajena.

EL ERROR DE FREUD

Me gusta mucho el psicoanálisis, pero nunca me terminó de convencer la teoría del complejo de Edipo. De alguna manera no podía identificarlo dentro de mí. Nunca le he comentado esto a la gente porque sé que suena soberbio contradecir a alguien como Freud, en especial si no has estudiado la cosa a profundidad. Pero yo no creo en las autoridades intelectuales sólo porque lo son. Quiero decir que para mí lo importante es la verdad, y lo que se alinea con ella.

El complejo de Edipo es largo y difícil de explicar, pero intentaré resumirlo en dos líneas. Freud dice que entre los 3 y los 6 años de edad el niño pasa por una serie de conflictos que son los que forman su identidad sexual y su superego. El conflicto es que el niño siente deseos de eliminar a su padre y de poseer sexualmente a su madre. Le puso el nombre de Complejo de Edipo por la tragedia griega Edipo Rey de Sófocles. Jung desarrolló después el Complejo de Electra a partir de la teoría de Freud para describir el proceso en la niña, y la mayoría de la gente acepta que lo que ocurre es que el niño desea eliminar al padre de su mismo sexo y poseer sexualmente al padre del sexo opuesto. Puedes leer más sobre este tema en Tótem y Tabú de Freud

Sin embargo, para mí el error de Freud es que planteó el Complejo de Edipo al revés. No es el niño quien atraviesa el Complejo de Edipo, son los padres.

Digo esto por varias razones. La primera razón es que Freud corta la tragedia de Edipo. Omite toda la primera parte que es lo que pone en movimiento la acción. Edipo no decide matar a su padre y casarse con su madre por impulso. Edipo estaba reaccionando sin saberlo a una acción anterior de su padre que él no recuerda.

Edipo era el hijo del Rey Layo y su mujer Yocasta. Un oráculo predijo que Layo sería asesinado por uno de sus hijos que ocuparía su lugar. Para evitar el destino Layo le ordena a un campesino matar a su hijo. El campesino se apiada del niño y en vez de matarlo lo ata y lo abandona en el campo. Una pareja lo encuentra, Pólibo y Mérope, lo adoptan y lo crían. Edipo crece pensando que sus padres son Pólibo y Mérope. Asesina a su verdadero padre (Layo) y se casa con su verdadera madre (Yocasta) por accidente. Pero, ¿dónde está Layo en la teoría de Freud?, los padres no aparecen por ninguna parte.

Me cuesta reconocer los sentimientos de odio y de amor sexual hacia mis padres en mi infancia, y no es por pudor. Me cuesta pensar que un niño, que depende de sus padres totalmente, pueda tener el deseo de eliminar a su padre. Los niños entre los 3 y los 6 años sufren mucho cuando sus padres se divorcian. Suplantar al padre del mismo sexo no parece ser la voluntad del hijo. Pero sí es el miedo del padre.

No lo digo a la ligera. Edipo es un personaje puntual, pero Layo es universal. No conozco otro mito en el que el héroe mate a su padre y se case con su madre. Pero sí conozco el mito del padre que decide matar a su hijo por miedo a ser suplantantado. Se repite una y otra vez en diferentes culturas y a lo largo de la historia. Es más, la cultura occidental se apoya sobre este mito y hasta el día de hoy seguimos sacrificando al hijo en nuestras historias.

Abraham sacrifica a Isaac en el monte de Moria. Dios le pide que lo sacrifique para demostrar su lealtad y Abraham ejecuta su voluntad. Engaña a Sara y se lleva a Isaac con la excusa de que van a ir a hacer un sacrificio animal. Abraham hace que Isaac cargue la leña que usará para quemarlo después del sacrificio. En el camino Isaac le pregunta a su padre: “Veo que llevas un puñal, cuerdas, y leña. ¿Pero dónde está el cabrito que vamos a sacrificar?” y Abraham le responde: “No te preocupes que Dios proveerá”. En la biblia un ángel detiene su mano en el último minuto. Pero después de esa escena, cuando Abraham regresa, no se vuelve a mencionar a Isaac.

Guillermo Tell dispara una flecha a la cabeza de su hijo para salvarse de una condena. Guillermo Tell era el mejor arquero con la ballesta. Gessler, el alcalde de la zona, mandó a colocar su sombrero en un poste en la plaza central para que todos los hombres se inclinaran ante él al pasar. Guillermo Tell iba con su hijo y se negó públicamente a hacerlo. Fue arrestado. Gessler que se sentía intrigado por el talento de Guillermo Tell y ofendido al mismo tiempo, decide ponerle el siguiente castigo: Tell y su hijo serán condenados a muerte a menos de que Tell ponga una manzana sobre la cabeza de su hijo y le dispare a distancia. Tell accede.

Basilio el Rey de Polonia en “La vida es sueño” encierra a su hijo en una torre. Un oráculo predice que Segismundo, su hijo, traerá la desgracia al reino, así que Basilio decide encerrarlo en una torre para siempre.

Cristo es el mejor ejemplo de todos. Cristo es el hijo de Dios, y sin embargo Dios exige su sacrificio. Al igual que Isaac, Cristo lleva la cruz de madera a cuestas. En este caso nadie salva a Cristo. Su sacrificio se ejecuta y su sangre se usa para expiar los pecados del resto de la humanidad. Como no es suficiente, Cristo además debe aceptar su destino con resignación.

Las mujeres no se salvan. La madrastra de Blancanieves (su mala madre) la manda a matar con un leñador porque el espejo le dice que es más guapa que ella. Le pide al leñador que le traiga su hígado y sus pulmones como prueba de que la ha matado. El leñador se apiada e ella y la deja escapar, y le lleva a la reina los órganos de un jabalí. La reina manda al cocinero a preprar los órganos y se los come. Mientras tanto Blancanieves vive con los enanitos a salvo. Pero cuando la madrastra descubre que no ha muerto, la busca tres veces en la cabaña de los enanitos para matarla. El último intento es con una manzana envenenada.

La bruja (mala madre) de Rapunzel la encierra en una torre cuando cumple 12 años porque se ha convertido en la niña más hermosa del reino. Le prohibe salir de la torre y cuando el príncipe se enamora de ella, la bruja le corta el pelo y la exilia en el bosque. Después tira al príncipe por la ventana de la torre que cae sobre unas espinas y queda ciego.

Pero no solamente ocurre en los mitos. En las religiones del pasado los sacrificios de niños eran algo cotidiano. Durante el festival de la primavera, por ejemplo, se solía quemar a los hijos primogénitos junto con la primera cosecha. Se hacía para atraer la lluvia y la abundancia a la familia. El mecanismo que se usaba para los sacrificios es algo sacado de una pesadilla. Se ponía al niño dentro de una vaca de cobre y se encendía fuego por debajo. Como este hay muchos ejemplos de padres que sacrifican a sus hijos para su propio beneficio. Los palestinos envían a sus hijos a explotarse con bombas en un autobús. Así que aunque la religión no sea la excusa, el sacrificio del hijo es algo que vive en nuestro instinto.
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Para mí está claro que el drama de la infancia no es llevado a cabo por el hijo, sino por sus padres. En vez de llamarlo el Complejo de Edipo se debería llamar el Complejo de Layo. **

EL CONFLICTO GENERACIONAL

Quizás la historia que para mí refleja mejor lo que se mueve detrás del Complejo de Layo es El retrato de Dorian Grey. Dorian Grey es un hombre tan bello que inspira a un pintor para hacerle un retrato. Dorian Grey se convence de que lo único que importa es la belleza y busca vender su alma para no envejecer jamás. El trato es que en vez de envejecer él, es la imagen del retrato la que sufre el paso del tiempo, y también los pecados de su alma. El retrato envejece y se afea con cada pecado que comete Dorian Grey. Como no soporta mirar el cuadro, lo cubre con una tela. Al final la fealdad del cuadro lo desespera tanto que decide destruirlo clavándole un puñal.

Para mí el retrato de Dorian Grey es un símbolo del hijo. Un padre busca en el hijo una manera de trascenderse. De escapar del tiempo. De sobrevivir y dejar un legado, alguien que recuerde su nombre. La paradoja es que una vez que el padre tiene a su hijo, en vez de sentir alivio, siente angustia. El hijo hace al padre inmortal, pero al mismo tiempo, en la cara del hijo el padre contempla su propia muerte. La cara del hijo representa el paso del tiempo. En los defectos de su hijo contempla los propios. El padre sabe que cuando muera es su hijo quien ocupará su lugar, así que aceptar al hijo equivale a aceptar la muerte.

El hijo es para el padre un símbolo de su propia muerte, y como todo símbolo es confuso, el padre piensa que venciendo al hijo, vencerá a la muerte. El sacrificio del hijo es lo único que le asegura al padre la vida eterna. No es el hijo quien desea matar a su padre, es el padre quien desea matar a su hijo. Y no es casual que en todos los mitos del sacrificio del hijo, el padre reciba el oráculo de que el hijo lo matará y ocupará su lugar muy cerca de su nacimiento. Estoy convencida de que el mecanismo inconsciente que une la figura del hijo a la figura de la muerte se activa desde muy temprano, y cuanto más vanidoso es el padre, tanto más odiará a su hijo.

Una vez leí que es común que los padres sientan deseos sexuales inconscientes hacia sus hijos a partir de la pubertad. Que cuando la hija o el hijo se desarrolla, si vive en la misma casa del padre del sexo opuesto, se agudizan los conflictos. El padre busca negar la atracción que siente creando situaciones de tensión, peleándose con la hija (o hijo), y como respuesta el hijo se va a su cuarto y da un portazo. El portazo sirve como un recordatorio de que existe un límite que el padre no puede cruzar. De la misma forma ocurre durante la pubertad que el padre del mismo sexo empieza a competir con su hijo. La madre ve en su hija guapa una competencia, una amenaza. Lo mismo ocurre con el padre y el hijo varón. Hay tantas emociones revueltas que la casa se convierte en un caos. Curiosamente los padres dicen que el hijo está pasando por “esa etapa difícil, es que es adolescente”. Pero el que está pasando por una etapa difícil es el padre. El hijo sólo responde a él.Así que no es el hijo el que desea sexualmente a la madre. Es la madre la que desea sexualmente a su hijo.

Con estas dos ideas se termina de pintar el cuadro del verdadero Complejo de Edipo. El padre del mismo sexo desea eliminar a su hijo, y el del sexo opuesto siente deseos sexuales hacia él.

SER PADRE ES UNA VOCACIÓN

Con esto no quiero decir que todo padre es un mal padre. Lo que sí quiero decir es que la mayoría de la gente que tiene hijos lo hace por razones equivocadas. No están preparados para las responsabilidades que tienen que asumir. Hace tiempo decidí que yo no quiero tener hijos, es una decisión personal, pero lo más curioso es lo que ocurre cuando lo digo en público. Cada vez que digo que no quiero hijos ocurre un cortocircuito en la cabeza de la gente. Por lo general se ríen y me responden con condescendencia. Me dicen cosas como: “ya te veré en unos años cuando se te active el instinto materno” otras me dicen: “yo decía lo mismo que tú, y un día de la nada sentí un deseo imperioso de tener hijos, y es la experiencia más bonita que he tenido en toda mi vida”, también está el que me reprocha: “¿cómo puedes decir eso?”. Parece como si la decisión de tener un hijo no te pertenece. Como si rechazar la idea es una ofensa social.

A veces he hablado con personas que intentan convencerme de que sí quiero tener hijos, pero no lo sé aún. Tratan de explicarme por qué debo tenerlo, por qué es lo lógico, o lo más conveniente. Una amiga me decía: “míralo como una inversión, si no tienes un hijo, ¿quién te va a cuidar cuando estés vieja?”, otros: “criar un hijo es lo más noble que puedes hacer en tu vida. Tener un hijo, formarlo, decidir los valores que quieres que tenga, es una experiencia única”. El problema es que es justamente esas ideas las que me producen rechazo.

Algunos padres no tienen hijos, tienen proyectos. Leí una entrevista a Liv Tyler en la edición de este mes de Marie Claire UK. En ella comenta: “siempre estoy pensando en qué será lo mejor para mi hijo Milo como persona. Siempre pienso en el tipo de persona que quiero que él sea. Los valores que quiero que tenga” Estos padres creen que sus hijos son una masa amorfa que ellos deben PRESIONAR contra un molde determinado para obtener el hijo deseado. Creen que tienen que presionar a su hijo para que se convierta en alguien de provecho. No tienen hijos, los diseñan.

Después está el padre que sustituye el muñeco con el hijo. La madre que ve a la hija como una pequeña versión de sí misma, como a la muñeca de su infancia. La viste, la peina, la educa de acuerdo a un plan previamente trazado con todo detalle. El padre ve al hijo como su pequeño hombrecito y lo educa para que forme parte del negocio familiar. Esas familias en las que todos son médicos o abogados, cada hijo es un clon más perfecto del padre. Le niegan a sus hijos tener su propia identidad. Los obligan a ser un espejo. Cualquier diferencia con el modelo original es rechazada. Los hijos de estos padres sólo se sienten reales en presencia de un otro, alguien del otro lado del espejo que se refleje en ellos y le de sentido a sus vidas.

También hay padres que invierten en sus hijos como si fueran acciones de la bolsa. Los padres de Arantxa Sánchez Vicario, por ejemplo. Los padres de Macaulay Culkin. La madre de Britney Spears. No solamente ocurre con los niños famosos, ocurre en familias normales también. Estos padres que tienen hijos-promesa. Que ven en sus hijos la esperanza para su vejez. Cada mensaje es sobre el éxito o sobre el dinero. Le ponen el peso del mundo en la espalda a su hijo, e invierten el orden natural de las cosas. En vez de asumir la responsabilidad por el bienestar de sus hijos, esperan que sus hijos asuman el suyo.

Otros tienen hijos porque siguen el guión de la vida. Hay que estudiar una carrera, trabajar, casarse, ir de luna de miel, tener hijos, criarlos, retirarse, morir. No se les ocurre que se puede hacer de otra manera.

El problema de todos estos padres es que no aceptan a sus hijos por quienes son. No entienden que el hijo es su propia persona desde el momento en que nace. Que su individualidad debe ser celebrada. Es imposible cambiar la personalidad de tu hijo, pero es posible cambiar lo que tu hijo siente con respecto a sí mismo. Imponerle tus valores, tus ideales, tu diseño, no hará nada de él que no sea ya. Lo único que consigue es hacerlo desear ser una persona diferente. No aceptar a tus hijos, aún de adultos por quienes son, con sus diferencias, sus decisiones y sus elecciones de vida, es la carga más cruel que les puedes imponer.

EL CICLO DE ANGUSTIA

La madre defrauda a su hijo muchas veces a lo largo de su vida. Basta con que el hijo la necesite y ella no esté disponible para él. Pero el niño no puede soportar la idea de que la persona encargada de cuidarlo no quiere (o puede) hacerlo. Esa idea equivale a la muerte. El niño reprime su angustia y transforma la situación en su cabeza. Para él es preferible pensar que su madre le falla porque él es un niño malo, y no porque ella es una mala madre. Así que frente a cualquier problema con sus padres, el niño se siente culpable.

Muchos niños sienten culpa por la infelicidad de sus padres, por sus problemas de pareja, por un divorcio, o por cualquier otra situación que no está directamente relacionada con él. Tan necesario es este mecanismo de defensa, que es muy común ver a adultos que aún arrastran desde su infancia la negación. Esas mujeres que dicen que su madre es su mejor amiga. Los hombres que dicen que su padre es un gran hombre. Más que convencernos a nosotros de que esa es la realidad, parecen querer convencerse a sí mismos.

Estas cosas no terminan con la infancia. Los mecanismos de defensa infantiles se quedan allí, cristalizados en la personalidad. Sigues creyendo que tus padres son perfectos y que tú eres el problema. Crees que si los salvas de sus propias vidas, entonces ellos finalmente te aceptarán. Asumes las responsabilidades de su bienestar. Y mientras buscas satisfacerlos descuidas el tuyo. Es como el hijo que pasa la vida preocupado porque no puede comprarle una casa a su madre.

La persona ansiosa siente dentro de sí un vacío. Busca en toda relación una respuesta. Cualquier persona puede ocupar la figura de la madre, y buscará en ella la aceptación que le faltó en la niñez. Cree que la persona adecuada podrá llenarlo. Deposita en su pareja la responsabilidad de su bienestar. Pero por más buena que sea la relación, nunca le satisface. El ansioso se siente insatisfecho y busca errores en el otro para justificar su sensación. Si no encuentra los errores los inventa. No estará satisfecho en ninguna relación de la misma manera en la que sus padres nunca están satisfechos con él.

Esa búsqueda de amor incondicional se prolonga a lo largo de la vida, hasta que la persona ansiosa tiene un hijo. La única persona que ofrece amor incondicional es un hijo. El hijo pequeño no juzga ni rechaza. La madre ansiosa busca en su hijo el amor maternal que no tuvo en su infancia. ** El hijo está siempre allí para su madre. No puede hacer otra cosa. Es incapaz de vivir por su cuenta, no puede alimentarse, ni defenderse, está a su merced. Sin embargo, pronto descubre la madre que su hijo tampoco satisface el vacío que hay en ella. Cree que el error es de su hijo. Que el hijo le está fallando, que no es lo suficientemente bueno, inteligente o abnegado. Pero en realidad por más perfecto que sea el niño, es imposible que llene su vacío, porque ninguna persona puede satisfacer a otra. **Cada persona es la única responsable de su propio bienestar.

Así es como el ciclo se repite. El hijo de la madre ansiosa es a su vez una persona ansiosa que no obtuvo de su madre aceptación porque la madre no estaba en capacidad de dársela. Y al igual que ella buscará llenar ese vacío con cada relación, no lo logrará, y criará hijos ansiosos que repetirán el ciclo. Cada uno se pasará la vida tratando de satisfacer al que vino antes sin conseguirlo y esperando del que viene una satisfacción que nunca llega.

El ciclo de ansiedad es un ciclo de responsabilidades desplazadas. La única manera de resolver el problema es que cada cual se ocupe de su propio bienestar, sin esperar nada de nadie. Puede ser que te llamen egoísta, pero sólo lo harán quienes quieren cargarte con una responsabilidad que no te corresponde. Sólo una persona completa puede aceptar al otro, ser un buen padre, y ser feliz. Yo realmente no he conocido a ninguna persona así, porque el ciclo de la responsabilidad desplazada viene desde muy atrás.

Sólo se me ocurren dos formas en las que una persona puede verse libre de esta carga. La primera es siendo huérfano. Y curiosamente esta idea está presente en nuestro imaginario, y por eso la mayoría de nuestros héroes son huérfanos. Harry Potter, Spiderman, Batman, Superman, Tarzán. La segunda forma de escapar a la carga es matando a tus padres. No me refiero a que saques un hacha y los mates en la vida real, me refiero a matarlos simbólicamente quitándoles el poder que tienen sobre ti. Esperar que tus padres cambien y algún día te acepten sólo perpetúa el problema. Tus padres son quienes son y no puedes cambiarlos. Pero puedes cambiar tu forma de verlos. Suplantar a tu padre en tu propia vida y convertirte en tu propio dueño. Vivir bien es una decisión que te pertenece.

SÉ TU PROPIA BUENA MADRE

No soy psicóloga ni sé si esto te va a ayudar o no. Pongo estas cosas aquí porque son técnicas que me han ayudado a mí a superar la ansiedad. No tengo la respuesta, no tengo una receta mágica que va a solucionar tus problemas, pero sí te puedo contar cómo he solucionado los míos.

El truco para romper el ciclo de la angustia es fácil de explicar, pero difícil de llevar a cabo. Son varios pasos:

Acepta tu vacío: Tienes que aceptar que el vacío que sientes nunca será llenado. Nadie puede llenarlo, ni siquiera tú mismo. Es imposible llenar en el presente un hueco que debió llenarse en tu infancia. La oportunidad pasó y eso no ocurrió. Todo intento por llenarlo sólo te traerá frustración a ti y a quienes te rodean. Tienes que rendirte ante tu vacío, aceptarlo como parte de ti.

Descubre a tus padres reales: este es quizás el reto más difícil. Para salir de tu angustia tienes que poder mirar a tu infancia y todo lo que te causó dolor. Es duro y es difícil, en especial porque ese tipo de recuerdos están enterrados en el fondo del subconciente. Es común pensar que tus padres eran maravillosos cuando eras pequeño pero últimamente han cambiado. Es útil darse cuenta de que tus padres de hoy en día son los mismos que te criaron. Los padres fantásticos que tienes en la cabeza no cambiaron. Simplemente no existieron. Es bueno hacer un luto por la infancia y los padres que no tuviste.

Acepta al niño que fuiste: recuerda cómo eras, las cosas que te gustaba hacer, las cosas que no te gustaba hacer. Recuerda también aquellas cosas que no aceptaban de ti en tu casa. Permítete a ti mismo sentir amor y compasión hacia el niño que fuiste.

Sé tu propia buena madre: aprende a cuidar de ti mismo, a quererte y a aceptarte. Protégete como protegerías a un niño pequeño. Sé responsable por tu propio bienestar. No permitas que nadie te juzgue ni te ofenda. No dejes que ninguna persona nociva se te acerque. Si te equivocas déjalo pasar. Piensa en todas las características que te hubiera gustado que tu madre o que tu padre tuvieran y úsalas contigo mismo. No esperes a tener un hijo para resolver el problema.

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Yoga para escépticos

February 8, 2012

Sabía el tipo de persona que se asocia con el yoga. Hay dos tipos en realidad: uno es la mujer menopáusica de la jet set que lo practica porque suena exótico y combina con sus flores de Bach; y el otro es esa gente, esos con rastas, los enamorados del incienso y las ayudas del gobierno, fans de Manu Chao y los bongós. Yo no me veía en ninguno de esos dos grupos.

Así que cuando se puso de moda entre mis amigas de la universidad y me invitaron a una clase mi respuesta fue: “¿hablas en serio?, ¿yo?, ¿en una clase de yoga?” Ellas ignoraron mi comentario y reanudaron su conversación sobre guerreros, perros, planchas, y triángulos.

Soy una persona de naturaleza escéptica porque en mi casa son todos muy cerebrales. Mi madre es psicóloga y mi padre fue profesor de matemática en la universidad. Somos judíos pero mi padre se considera ateo. Me criaron para respetar las ciencias y la lógica por encima de todo lo demás. No entendía muy bien cuál era la conexión entre mi cuerpo y yo, ni cómo podía disfrutar de él sin traicionarme. Digamos que veía mi cuerpo como un método de transporte para mi cabeza. Pero como la única característica que tengo más acentuada que el escepticismo es el orgullo, cuando una de esas amigas me retó a ir a una clase de yoga en público no pude decir que no.

No era la mejor candidata para un experimento como ese. Aunque era muy buena con los movimientos finos (dibujar, teclear, ensartar hilos en agujas), los movimientos gruesos (patear balones, trepar, el baloncesto) no se me dan bien. Las clases de educación física en el instituto eran una tortura para mí y no sé si era un mecanismo de defensa o si era real, pero después de dar 1 sola vuelta a la pista de atletismo me entraban náuseas y lo usaba como excusa para irme a la enfermería. Odiaba sudar, odiaba quedarme sin aliento y por encima de todo odiaba sentir que no tenía el control. Así que después de graduarme mi plan era pasar el resto de mi vida en la única posición que me gusta: sentada. También fumaba más de media caja de Marlboro al día y bebía café. Mucho café. Digamos que la salud no era mi fuerte.

Aún así decidí cumplir con mi palabra. Como no pensaba pagar un céntimo por una clase de yoga a la que después de todo no quería ir, me metí en una clase gratuita. La clase era al aire libre en un parque. No tenía idea de qué era el yoga. Imaginaba que la gente cantaba en círculos como los hare krishnas. Pero llegó el profesor y no era un monje con una túnica. Era un hombre delgado con ropa de deporte, de lo más normal. Preguntó quiénes de los que estábamos allí veníamos por primera vez a su clase y varias personas levantaron la mano. Con esa frase se rompió el hielo. En menos de 5 minutos ya estaba involucrada y tratando de seguir el ritmo de la clase. Tuve suerte con el profesor porque no me hizo cantar mantras, meditar en grupo, ni oler incienso. Me sentí a gusto, a pesar de que el ejercicio era difícil.

Lo más importante fue lo que ocurrió al final. Me di cuenta de que por primera vez en mucho tiempo NO ME DOLÍA NADA. Y lo que me impresionó no fue eso sino que sólo entonces me di cuenta de que normalmente me dolía la espalda. Quiero decir que hasta ese momento no era consciente de ello. El dolor era algo tan cotidiano para mí que lo había dejado de percibir, era mi estado natural. Como cuando escuchas un murmullo mucho rato y dejas de oírlo, o un mal olor al que te acostumbras. Yo me había acostumbrado a mi dolor hasta esa clase de yoga. También sentí otras cosas: un cosquilleo en las palmas de las manos y de los pies, veía los colores más nítidos y tenía una sensación muy agradable en el pecho, parecida a lo que siento después del sexo.

Así que me compré un mat y comencé a practicar yoga 3 veces a la semana. De eso hace 4 años. Con el tiempo otras cosas ocurrieron: se me quitó el insomnio, me reguló el apetito, y un día mientras me vestía descubrí frente al espejo que mi espalda estaba recta. El yoga me había corregido la postura.

Todavía me siguen pasando cosas gracias al yoga. El año pasado me pasó algo raro: una mañana no tenía ganas de fumar, así que no fumé. Al día siguiente tampoco tenía ganas, y tampoco lo hice. Eso fue en septiembre y no he vuelto a fumar. Dejé de fumar sin decidirlo. No fue una agonía ni un suplicio, ni siquiera lo planifiqué. Un día simplemente paré. Ahora me doy cuenta de que en esa época estaba practicando yoga todos los días.

Por la misma fecha empecé a cocinar por olfato. Normalmente uno cocina con la vista y el reloj, ¿no? Quiero decir, que sabes que algo está listo porque miras el reloj o porque destapas la olla y miras lo que hay dentro. Pues yo empecé a notar cuando la comida estaba lista por el cambio de olor en la cocina. Ya no tengo que mirar el reloj, puedo cocinar a distancia porque cuando es hora de apagar el fuego mi nariz me lo dice. Eso es algo que nunca había experimentado. Creo que nos enseñan desde chicos a confiar en los ojos y no queda espacio para aprender a usar los otros sentidos.

No es que el yoga sea mágico y “te cure” de fumar o te otorgue sentidos superdesarrollados, lo que sí hace es que te vuelve a conectar con tu cuerpo y escuchándolo aprendes nuevas formas de interactuar con el mundo.

El verdadero escepticismo no es confiar en la razón por encima de todo lo demás. Eso no es escepticismo, es rigidez mental. El verdadero escepticismo se da en quién prueba las cosas por sí mismo porque no le basta la opinión de nadie más. Ni de los supuestos expertos, ni de los científicos, ni de sus amigos. El escepticismo es curiosidad con dirección.

Así que no voy a explicarte las razones lógicas detrás del yoga. No voy a poner aquí un esquema de la anatomía del cuerpo humano. No voy a hablarte de tensión arterial ni de lubricación de los ligamentos. No voy a consultar con un médico ni voy a poner su opinión. No voy a hacer nada de eso porque no es lo que necesitas para convencerte. La lógica no es la razón por la que se rechaza el yoga, es sólo una excusa. Lo más probable es que, de la misma forma en que yo lo tuve, tú también tengas un prejuicio y la única forma de derrotar un prejuicio es poniéndolo a prueba. Lo que necesitas es apuntarte a una clase e ir, todo lo demás sobra.

YOGA 101

El yoga (en su parte física) es una serie de posturas que se conectan entre sí formando secuencias. Cada postura va unida a la respiración. Sirve para desarrollar flexibilidad, equilibrio, y fuerza. Una clase de yoga puede ser dinámica y enfocarse en los movimientos, o lenta para mejorar la alineación del cuerpo en cada una de las posturas. Si no sabes nada sobre el yoga, te diré que se parece mucho a la secuencia para calentar el cuerpo que te obligaban a hacer en la clase de educación física. Sé que probablemente lo recuerdas como algo aburrido, pero cuando lo haces a conciencia es una experiencia nueva.

El yoga no es un deporte. No es como el baloncesto, el fútbol, el tenis o el atletismo. Tampoco es como el ajedrez. El yoga no es un deporte porque no se practica en contra del otro, sino junto al otro. El yoga no es una competencia. No hay una meta ni puntajes. Cuando practicas yoga con alguien lo haces en su compañía y nada más.

A mí me gusta mucho porque va de la mano con la vida simple. Para hacer yoga sólo necesitas tu cuerpo. No necesitas apuntarte a un gimnasio, ni usar máquinas especiales, no necesitas trasladarte a otro lugar, ni comprar pesas o ropa especial, ni siquiera necesitas de un gran espacio. Todo lo que necesitas lo tienes en tu cuerpo y está a tu disposición donde quiera que estés.

Pero para poder practicar yoga por tu cuenta primero necesitas aprender las secuencias. Lo mejor que puedes hacer es ir a unas cuantas clases de yoga tradicional. Así descubres de qué va y tienes una guía para entender lo básico. Fíjate muy bien en cada detalle de las posturas y cómo las ejecuta el profesor. Una vez que te sientes cómodo y has aprendido varias secuencias puedes hacerlo por tu cuenta.

La razón principal por la que te recomiendo empezar con un profesor es porque aunque todo el mundo diga que el yoga es saludable, que lo es, también es peligroso. En la práctica involucras los músculos, los tendones, y el esqueleto. Si no tienes cuidado te puedes lesionar. Para practicar yoga de forma segura tienes que escuchar a tu cuerpo. Así sabrás cuando detenerte. Pero también tienes aprender a combinar las posturas de forma adecuada.

Busca un profesor que se parezca a ti. El yoga es como la psicoterapia, lo más importante es que tengas afinidad con el profesor. En mi caso he tenido muchas experiencias diferentes. Algunas han sido buenas y otras no. Una vez entré a una clase con un profesor que me presionaba y lo pasé mal. En otra oportunidad me tocó una profesora que nos hacía recitar mantras antes de cada clase y ponía incienso durante la relajación. Me sentí incómoda. Pero quizás una persona más espiritual que yo se sentiría bien allí. Esas consideraciones son personales y lo más importante es que busques un profesor con el que tú te sientas bien. Si vas a una clase y no te gusta, antes de descartar el yoga pregúntate si fue por el ejercicio o por el estilo del profesor.

SALUDO AL SOL

El saludo al sol es una secuencia de yoga básica que sirve para calentar el cuerpo. Está compuesta por 12 posturas diferentes que se unen por medio del movimiento y la respiración. Se practica al principio de cada clase, pero también es un excelente ejercicio en sí mismo. Estira todo tu cuerpo, desde los hombros hasta las plantas de los pies y te ayuda a desarrollar fuerza en los brazos, los hombros, el abdomen y las piernas. Es muy sencilla de hacer y puedes practicarla cada día.

Si quieres ver cómo es la secuencia básica de un saludo al sol, puedes ver este video de Maria Villela:

Con el tiempo puedes modificar esa secuencia y añadirle o quitarle cosas. Una secuencia especial que me gusta mucho es el saludo al sol ninja de Sadie Nardini:

POSTURAS Y CONTRAPOSTURAS

El yoga sólo se puede practicar desde el respeto por tu propio cuerpo. Eso significa que debes conectarte con él y escucharlo para no lesionarte. En cada postura haces presión sobre una parte del cuerpo para poder extender otra. En ese momento estás generando tensión en los músculos. Para no lesionarte tienes que hacer un movimiento opuesto después. Por eso cada postura tiene una contrapostura, una postura opuesta que sirve para equilibrar el cuerpo. Hay muchas contraposturas diferentes para una misma postura, pero aprenderlas te llevará algo de tiempo porque no son intuitivas.

Por ejemplo, una postura que me gusta mucho es la la mariposa. Una de sus contraposturas es la mesa. No tiene mucho sentido hasta que te enteras de que lo que estás estirando en mariposa son los músculos aductores que van de la cadera al muslo y que en la postura de la mesa también se estiran pero en la dirección contraria, por eso se elimina la tensión. Ahora, si yo te hubiera preguntado qué postura se te ocurre que sería la opuesta a la mariposa, seguramente me dirías que es la postura del pez, porque las piernas están estiradas y la espalda se flexiona hacia atrás. Pero la postura del pez no involucra los aductores.

Las posturas y sus contraposturas no son intuitivas. Tienes que aprenderlas.

LA RESPIRACIÓN

Yo pensaba que la respiración era una tontería, que más allá de respirar bien y despacio no había nada más que agregar. Pero un día estaba muy ansiosa y me descubrí aguantando la respiración. Leí en alguna parte que Freud decía que nos castigamos a nosotros mismos con la respiración. Que cuando sentimos culpa o angustia nos privamos de oxígeno. En mi caso es cierto. Después noté que lo mismo me pasa cuando estoy preocupada. No me descubro aguantando la respiración, pero sí noto que mi respiración se acelera, es entrecortada y superficial. Dejar de respirar así no es algo que uno puede decidir libremente, es algo que brota de tus emociones. El estado de ánimo está directamente relacionado con la respiración. Es posible cambiar tu estado de ánimo cambiando tu forma de respirar.

Cuando te sientas ansioso deja a un lado lo que estás haciendo, acuéstate boca arriba, cierra los ojos, y concéntrate en tu respiración. Inhala lentamente hasta llenar tus pulmones y exhala con la misma lentitud. Repítelo 20 veces y verás como te sientes mejor.

VIVIR DESDE EL CUERPO

En el colegio nos enseñan a depender de la razón. Los profesores premian a los niños que piensan de manera lineal, a los que saben usar su lógica, y penalizan a los que piensan de una forma diferente, aún si el resultado es el mismo. Después de 15 años en el sistema educativo no me sorprende que rechacemos otras formas de experimentar el mundo. Vivimos en nuestras cabezas y estamos convencidos de que existe un orden en el cuerpo. Que la cabeza “dirige” y el cuerpo “sigue sus órdenes”.

Aferrarse a esa creencia es lo común. Pensar que el cuerpo tiene el control es como aceptar que tú no lo tienes. Más que separados del cuerpo estamos peleados con él. Yo suelo pensar muchas veces que el cuerpo es una cosa y yo soy otra, que el cuerpo no forma parte del “yo”. Por eso aceptar que los males psicológicos se reflejan en el cuerpo es fácil pero creer que los males del cuerpo se pueden reflejar en la psique no. De la misma manera creemos que se puede tratar el cuerpo desde la mente, pero nos cuesta mucho pensar en la posibilidad de que se pueda tratar la mente desde el cuerpo. Yo jamás he tenido una sesión de acupuntura, y desde mi rigidez mental las agujitas y la imposición de manos me parecían un chiste, pero ahora no estoy tan segura.

Yo tengo la teoría de que el rechazo al cuerpo viene del rechazo a la muerte. Creo que el cuerpo nos enfrenta a nuestra propia mortalidad. El cuerpo envejece, lo vemos envejecer en el espejo; y aceptar que somos eso, que envejecemos y que moriremos con el cuerpo es algo intolerable. Por eso preferimos separarnos de él, de los animales y de la naturaleza. Una parte de nosotros cree que alejarnos del cuerpo es librarnos de la muerte. Es sólo una teoría personal, pero me veo reflejada en ella.

Cada postura o “asana” es una posición determinada del cuerpo en la que estiras ciertas partes y flexionas otras. En el sentido espiritual las posturas están asociadas con estados de consciencia. De la misma manera en la que no puedes dormir de pie, y es difícil gritarle a alguien si estás acostado, cada postura está asociada a un estado de ánimo. Las emociones y la conciencia se manifiestan en el lenguaje corporal, pero el lenguaje corporal también se manifiesta en tus emociones. Lo que quiero decir es que el cuerpo y la mente están en un proceso de intercambio constante. Creemos que la mente “dirige” al cuerpo, pero en realidad ambos comparten, es una simbiosis.

Al practicar yoga, no importa si pasas de los mantras y de la meditación, sólo con hacer las posturas tu cuerpo se transforma y tu mente se transforma con él. Cuando logras estirarte y tocar el suelo no es sólo tu cuerpo el que se ha vuelto más flexible. Tu mente también se ha flexibilizado. Honrar la conexión que existe entre el cuerpo y la mente es enriquecedor.

Cada persona tiene asanas que le gustan más que otras. Esas asanas fluyen en él con naturalidad y orden. El repertorio de posturas es amplio y cada una tiene cualidades específicas. Algunas sirven para aumentar la energía y la vitalidad, otras para relajar y calmar. Algunas posturas ayudan a desarrollar la fuerza, otras a la concentración o el equilibrio, y algunas a la flexibilidad. Encontrar tus asanas favoritas es un proceso de autodescubrimiento, y de ellas puedes aprender sobre tu propia identidad.

Una de mis asanas favoritas es El Pino con los antebrazos. Me gusta porque al cambiar la relación del cuerpo con la gravedad descubres sensaciones nuevas. Saber que eres capaz de aguantar todo el peso de tu cuerpo con tus brazos y sostenerte de cabeza me hace sentir más seguridad en mí misma, algo que no siempre tengo.

Mi mente se ha flexibilizado tanto gracias al yoga, que aunque no los uso, me sé el nombre de esta postura en sánskrito: “Salamba Sirsasana” algo que mi yo de hace 4 años jamás me perdonaría. Tenemos derecho a cambiar de opinión. Somos nuestros únicos jueces.

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Rompe tu currículum

February 5, 2012

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ZUGZWANG
Al graduarme entré en una depresión. La llamé depresión post-partum porque la universidad fue larga como uno. No sé que vino primero si la depresión o la parálisis, el caso es que en seis meses me encontré en una situación estática. Me acostaba a las 5 am, me despertaba a las 2 de la tarde, no quería salir de mi casa, pasaba toda la noche en internet revisando foros de psicología y secuencias de yoga. En el ajedrez tienen una palabra que resume muy bien la idea: “Zugzwang” (se pronuncia tsuk tsvank). Significa “compulsión de movimiento”, y se usa para describir un tablero en el que el jugador al que le toca mover descubre que cualquier movimiento posible sólo empeora su situación. Mover una pieza implica hacer grandes concesiones, a veces incluso poner en riesgo la partida. La opción más ventajosa para el jugador sería paralizar el tablero, quedarse como está, pero en el ajedrez es imposible dejar el turno pasar. Te encuentras en Zugzwang cuando permanecer estático es tu opción más favorable pero estás obligado a moverte.

Sentía que el futuro era un asunto incierto. Pensar en él me causaba ansiedad porque la idea de buscar un trabajo era pesada, pero la idea de conseguirlo era peor. Me veía buscando un trabajo, del tipo de trabajo que un periodista suele buscar (creativo publicitario o copy de un canal de televisión). De ser contratada sabía lo que me esperaba: un jefe incompetente, un trabajo repetitivo y un horario de 12 horas, todo a cambio de un sueldo insuficiente. Como vivía en Venezuela, sabía que bajo ese esquema no tenía posibilidades de mejorar mi situación. No en realidad. Porque por más bueno que fuese el trabajo que encontrara, jamás llegaría a ganar lo suficiente como para poder mudarme por mi cuenta y empezar una vida independiente.

Por otro lado podía estudiar un máster. Prolongar la etapa estudiantil. Pero no importa cuánto te guste aprender, un posgrado no resuelve nada. Promete la posibilidad de un mejor sueldo, de un mejor puesto de trabajo a futuro, a cambio de un pago mensual muy real en el presente. No es un buen negocio. ¿Cuál es el punto de un máster? Sólo aplaza el problema 3 o 4 años. Un máster es un elipsis dentro del zugzwang. Al graduarte del máster regresas de nuevo a la casilla #1 y tu futuro sigue siendo tan incierto como antes.

Pertenecer a la Generación Y puede ser todo un reto para el carácter. Si naciste entre 1981 y 1995 no gozas de una buena reputación. La opinión general es que eres un vago. Tus padres, tus tíos y sus amigos lo creen así. Vago. Irresponsable. Incorregible. Dedicas mucho tiempo a defenderte de ellos, pero en el fondo y aunque no quieras admitirlo es probable que te lo creas tú también. Quizás tengas sentimientos encontrados porque a veces crees que eres un irresponsable y otras tienes la sospecha de que no eres ni más ni menos irresponsable que las personas que te rodean, pero como no tienes las pruebas, todo queda en suspenso. Hasta que un buen día te das la vuelta a mirar a tus amigos y te das cuenta de que no estás solo. Todos están pasando por una situación similar.

Una de las pocas cosas que recuerdo de cuando tenía 3 años es un cuadro que había en el consultorio de mi pediatra. No era una pintura ni un dibujo, era una fotografía enmarcada. La foto era de un pollito que había roto el cascarón y asomaba su cabeza entre las cáscaras para ver por primera vez el mundo. De su pico salía un globo de texto que decía: “Y… ¿Ahora qué?”

LOS CONSEJOS DESATINADOS

Hablar del paro es fácil. Cada semana los periódicos más importantes traen uno o dos artículos de diagnóstico. Al periodista le gusta mucho diagnosticar. Después algunos le agregan a su planteamiento inicial algunos consejos sobre qué se debe hacer y cómo se debe actuar de aquí en adelante, todo muy bien redactado en forma de queja. Lo mismo ocurre con los padres. Saben que existe un problema, está sentado en el sofá viendo Gran Hermano. Y al igual que el periodista los padres se idnignan, reclaman y aconsejan.

Puede ser que la escasez sea lo que define nuestra relación con la mayoría de las cosas, pero en mi experiencia, los consejos nunca escasean. Mi vida ha estado marcada por una abundancia de consejos. Seguramente la tuya también porque a todo el mundo le gusta darlos. El problema es que los consejos que dan son desatinados. Lo típico que le recomiendan a una persona joven es repartir currículums, rellenar ofertas de empleo por internet y apuntartse a LinkedIn, todo para conseguir un trabajo. Te prometen que con un empleo resolverás tu vida, llegarás a ser alguien importante, “te salvarás”. Puede que tú sepas que estas cosas no funcionan, aunque sea en un nivel instintivo. Pero como nadie entiende ni comparte tu punto de vista estás atrapado en tu propio zugzwang, sin muchas esperanzas de cambiar la situación y tu oponente te recuerda cada dos o tres segundos que es tu turno y tienes que mover. Si te lo repite lo suficiente es probable que termines por ceder, pero no subestimes el poder de las palabras. Un consejo desatinado es más peligroso que un consejo malicioso. Porque mientras que la maldad tiene consecuencias predecibles, las consecuencias de la estupidez son imposibles de calcular.

Los padres están desesperados, los hijos están desesperados, y yo no he encontrado una sola persona que entienda esto que está ocurriendo. La mayoría le echa la culpa a la política, pero nadie se molesta en estudiar lo que hay detrás. No hay un sólo periodista que le hable a la Generación Y desde su perspectiva. Me conformaría si alguien hiciese un intento franco de comprender la situación, pero tampoco. Ni siquiera entre los blogs. El problema es serio porque la Generación Y es muda y quienes tienen voz no están dispuestos a escuchar. Y hablar sin escuchar no es una conversación, es un monólogo.

Yo intento llenar un poco ese vacío a través de A70. No quiero decir que mis ideas tengan validez para todo el mundo, no pretendo abarcarlo todo ni tengo la verdad en la mano. Yo también formo parte de esta generación, lucho contra los mismos problemas y cometo los mismos errores. Pero lo que sí puedo hacer es intentar abordar los problemas de frente. Quizás sea esa la razón por la que me leen también muchos hombres. Porque aunque suelo tocar temas femeninos la franqueza es un lenguaje universal.

ROMPE TU CURRÍCULUM

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La próxima vez que te sientas culpable por no conseguir un trabajo y te enfrentes a los consejos desatinados de los demás quiero que recuerdes esto: repartir currículums no funciona. Rellenar ofertas de trabajo por internet no funciona. Nada de lo que te recomiendan los manuales funciona. ¿Conoces a alguien que haya conseguido un trabajo rellenando formularios en “buscatrabajo.com”? Yo no. Los currículums sólo funcionan para lo que tienen que funcionar: como una formalidad. No pone tu pie en la puerta. No te acerca a ninguna entrevista. No genera nada. Tú crees que el curriculum es tu medio para conseguir un trabajo. Pero el curriculum no es nada. El curriculum está diseñado para ser arrojado a una pila de curriculums exactamente iguales y permanecer allí por siempre jamás. Su razón de existir es suavizarle el trabajo a la secretaria: pedirlo le confiere un halo de seriedad a la transacción y es más fácil decirle a una persona “déjame tu currículum” que “déjame en paz”.

Así que no te molestes con el currículum. No emplees ni un minuto más de los necesarios en él. ¿Tienes alguna idea de la cantidad de cursos que la gente hace “por el curriculum”? La gente no diseña su currículum para que refleje su vida, diseñan su vida para que refleje un buen currículum. Y así cada año miles de personas se apuntan a cursos de todo tipo que prometen sonar muy bien en papel, ayudarte a dar ese pasito que te falta para entrar a esa puerta que es tu futuro, y como eso no te hace perder suficiente tiempo, dedicas lo que sobra a escoger el diseño entre miles de opciones que encuentras por internet. Te obsesionas con el tipo de fuente, te debates entre hacerlo cronológicamente o por competencias. Hay páginas dedicadas exclusivamente a diagramar currículums, venden los templates como si fueran templates de wordpress. A mí todo este tema me genera sentimientos de tristeza y rechazo.

En el artículo de la vida simple comentaba que cada objeto tiene una función utilitaria y otra simbólica. Por ejemplo, los Converse son zapatillas y al mismo tiempo son un símbolo de creatividad. Nuestra necesidad simbólica es tan pronunciada que algunos objetos no tienen ninguna utilidad. Un ejemplo es la corona del Rey, que no tiene ninguna otra función más allá de simbolizar su poder. Comentaba también que cometemos muchos errores al confundir la realidad con su símbolo (¿es el Rey para la corona, o la corona para el Rey?). El currículum es un papel, pero para ti simboliza tu futuro, y por eso dedicas tanto tiempo a producirlo. Lo adornas con la misma atención al detalle que empleas a la hora de fantasear sobre tu futuro. Pero el currículum no es tu futuro. Y hasta que no comprendas esto te va a costar mucho ponerte en movimiento.

Lo mismo ocurre con internet. Si crees que eres la única persona rellenando formularios y creando perfiles de LinkedIn, estás equivocado. Todo el mundo lo hace. Tus futuros jefes lo hacen. Internet es el paraíso de las fantasías. Esa persona con un puesto importante en la empresa a la que quieres entrar a trabajar no está en LinkedIn para contactar contigo. No abrió ese perfil para buscar empleados. Está allí para buscar un mejor puesto de trabajo para sí mismo. Él también quiere escalar. Así que olvídate de internet. No inviertas tu tiempo allí.

Cuando digo que rompas tu currículum no me refiero a que lo rompas de verdad, y tampoco me refiero al currículum en sí. Lo que quiero decir es que rompas tus ideas preconcebidas con respecto a tu futuro, al éxito y al trabajo.

SÉ GENEROSO

El concepto es tan antiguo como poderoso, pero aplicarlo hoy es más fácil que nunca. Esto es lo único que necesitas saber para abrir todas las puertas. Es la única idea que hace falta entender. Así que aprende bien el significado de estas dos palabras: ser generoso.

Cuando yo empecé a escribir este blog no tenía ni idea de lo que quería hacer con mi vida. No tenía dirección ni esperanzas. Sabía que me gustaba escribir, tenía un libro de cuentos inédito, pero también sabía que no estaba preparada para publicar. Al mismo tiempo era consciente de que vivir de la escritura es morir de hambre. Al menos es así si te sometes a una editorial. Y yo no quería eso para mí.

Abrí el blog porque Israel me prometió que si abría un blog y escribía en él 1 buen post al día todos los días, al cabo de un año mi blog se haría famoso. Es una razón tonta para abrirse un blog, lo sé, pero no tenía nada que perder. Creé el blog y escribí un post cada día. Si quería salir un sábado y pensaba que no tendría tiempo de actualizar, entonces publicaba dos posts el viernes. Al cabo de un año mi blog no se hizo famoso. Eso fue frustrante, para qué voy a mentir. Yo no sé si él sabía o no lo que iba a pasar, pero es probable que supiera que predecir algo como eso es imposible. Aún así me dijo lo que yo necesitaba escuchar para empujarme a hacerlo.

Pero lo importante es que cuando se disipó la frustración descubrí que escondía detrás de sí sentimientos más profundos. Debajo de la frustración me sentía perpleja. Sentía también alivio y alegría. Escribir un post al día todos los días durante un año me hizo descubrir algo nuevo sobre mí misma. Me hizo entender que a pesar de lo que tantas veces me habían repetido en mi casa a lo largo de mi vida, yo no soy una persona inconstante, ni irresponsable, ni floja. Soy, de hecho, una persona bastante confiable. Soy una persona a la que le gusta trabajar. Yo sospechaba que no era ni más ni menos irresponsable que la gente que me rodeaba. Escribir un post cada día todos los días me dió las pruebas para comprobar mi teoría. Fue el movimiento que desbloqueó mi zugzwang.

Cuando los únicos movimientos posibles sólo empeoran tu situación, la única salida es regalar tus piezas. Ser generoso es la única manera de romper el zugzwang.

Digo que escribir en el blog es un acto de generosidad porque implica entregaros cada día una parte de mí misma, una parte importante. Puede que tú seas una persona especial, que tengas mucho talento y creatividad, que seas excelente en lo que haces. Sea lo que sea que hagas. Y mientras no hagas nada al respecto sólo tú sabrás eso. Nadie va a ir a “descubrirte”. Nadie va a llamar a tu puerta para ofrecerte contratos porque sólo con mirarte reconocieron en ti tu potencial. Eso no sucede. Lo que sí sucede es que después de exponerte cada día, de vaciarte y de compartir lo que tienes, alguien quiera escucharte. Y después serán dos, y tres también. Y al cabo de un tiempo has construido algo propio.

Conozco mucha gente a la que esto le da miedo. Tienen proyectos grandes pero temen involucrar a otros porque creen que “les van a robar las ideas”. Pero las ideas no son algo especial. Son algo común y ordinario. El trabajo sí es especial. El esfuerzo y la constancia que se necesitan para convertir una idea en realidad es lo que importa. Si alguien copia tu idea y realiza el esfuerzo que tú no has realizado merece las ganancias más que tú. Así que compártelo todo, realiza lo que puedas y deja que otros realicen lo que escapa de tus manos.

Otro patrón que compromete tu generosidad es el miedo al fracaso. Mucha gente prefiere quedarse en su fantasía porque fantasear con tener éxito en el futuro es mejor que intentarlo en el presente y fracasar. Así que se entregan a sus fantasías y olvidan que tienen un compromiso con su propio bienestar. La fantasía desbocada es una forma de parálisis.

Cuando entendí la idea de la generosidad me volqué por completo en el blog. Ya no se trataba únicamente de escribir un post cada día. Ahora se trata de descubrir una nueva verdad cada día y compartirla en un post. Y algo muy curioso ha comenzado a ocurrir. He despertado interés. Hay gente que se identifica conmigo y me escucha.

NO BUSQUES UN TRABAJO DE OFICINA

Si yo quisiera un trabajo de oficina lo tendría. No por repartir currículums ni por rellenar formularios de internet, ni siquiera por hacer networking en LinkedIn. Lo tendría gracias al blog. Desde que lo abrí he tenido 4 propuestas de trabajo. Me ofrecieron, entre otras cosas, el puesto de editora de Miami en Refinery29, y también un trabajo en Smoda de El País. Yo los rechacé. Lo que ocurrió con Refinery29 puedes leerlo aquí. Con Smoda pasó algo parecido. Quiero contarlo porque ilustra muy bien el punto.

En septiembre del año pasado A70 todavía era un blog sobre moda. Yo pensaba que necesitaba un trabajo, escribir en una revista, por ejemplo. No por el dinero, sino porque pensé que escribir en un medio grande me haría una persona más distinguida. Israel me recomendó escribirle a Smoda de El País porque acababa de abrir, y me puso en contacto con Delia Rodriguez, la editora. Ella me dijo que escribiera una propuesta y se la mandara por email. Lo que le propuse hacer fue lo siguiente: escribir allí sobre todos los temas que no podía tocar en mi blog. Yo pensaba que mi blog tenía un género definido: moda y tendencias, y como no podía incluir todos mis intereses allí, le dije que me gustaría escribir sobre libros, sobre belleza, sobre cine y televisión. Sobre cultura pop. Escribí un email bastante conciso y se lo envié. Jamás me respondió. Ni siquiera para decirme “lo recibí, gracias”. Yo me sentí mal. El malestar no era por no haber conseguido un trabajo allí, era porque esperaba una respuesta, aunque esa respuesta fuese un “no”. Cuando me di cuenta de que no iba a responderme decidí escribir sobre esos temas en mi blog. Así fue que A70 pasó de ser un blog de moda, a ser un blog personal.

Escribí posts sobre lo que me interesa, como a mí me interesa, sin límite de caracteres ni imposiciones de estilo. Me rebelé contra todo lo que aprendí en la universidad y también contra lo que recomiendan hacer en internet. Estaba cometiendo un suicidio digital. Artículos larguísimos, de temas filosóficos, investigados en Google, con ejemplos sacados de la Wikipedia y sin fuentes de ninguna clase. Ahora que lo pienso también es un suicidio periodístico. Pero a mí no me importó. Mi idea era ser franca, ser honesta. Hablar como se le habla a un amigo que viene de visita a tu casa. No quería ser totalmente seria, después de todo a mí también me interesa lo superficial, me encanta el maquillaje, la tele, la nutrición y los tips. Así que me inventé el periodismo de pijama party, y aquí estoy.

Entonces pasó algo que no me esperaba. El 11 de enero publiqué un artículo sobre el champú. Fue un artículo que tardé una semana entera en escribir. Tiene 19.000 caracteres, es monotemático y es obsesivo y sin embargo, por algo que no me explico, ese artículo se volvió viral. En dos días más de 100 mil personas visitaron mi blog. Para que te hagas una idea, 100 mil discos vendidos es un disco de platino. 100 mil son la cantidad de views que debe tener tu canal para que te hagan partner en Youtube. 100 mil personas es la población de la ciudad de Worcester en Inglaterra. 100 mil personas es la capacidad del estadio olímpico de Beijing, el más grande del mundo. Mi post del champú fue leído por la misma cantidad de gente que asistió a la inauguración de las olimpiadas de Beijing. Y no fueron visitas turísticas. Esta gente se involucró con el contenido, leyeron el artículo completo, compartieron los enlaces y me buscaron en twitter. De esas 100 mil personas, 20 mil se quedaron: regresan cada día para leer lo que escribo.

Tres días después me escribieron de Smoda. Delia Rodriguez me pedía disculpas por responder tan tarde a mi propuesta (6 meses tarde). Quería decirme que si todavía deseaba trabajar con ellos, me abrían los brazos. Ella tenía una idea de lo que podíamos hacer juntos. Yo, que nunca pierdo la elegancia, le respondí de inmediato.

También me escribieron fantasmas del pasado, amigas de mi madre a las que no veo desde hace al menos 15 años, editores venezolanos, conocidos de la universidad, etc. Quiero decir que cuando eres generoso el mundo se pone en movimiento. Ser generoso es como abrir nuevos espacios en tu tablero de ajedrez, cuando la gente sabe que te va bien se acomodan a ti. Si quieres un trabajo de oficina lo mejor que puedes hacer es ser generoso. Pero yo no quiero un trabajo de oficina.

Si yo hubiera aceptado el trabajo en Refinery29 quizás tendría un gran sueldo y un título distinguido, pero no hubiera seguido con mi blog. Si Smoda me hubiese respondido y yo hubiese trabajado con ellos, A70 seguiría siendo sobre moda y el estadio de Beijing se lo hubiera enviado a ellos. Cuando te respetas a ti mismo y eres generoso se abren puertas. Pero no todas las puertas son buenas. No creas que lo que te ofrecen estas personas, las que se acercan a ti por tu éxito, lo hacen en el mismo espíritu de generosidad con el que tú has conseguido lo que tienes. No te buscan para hacerte un favor. Lo que buscan es pegarse a ti y montarse en tu vagón para repartirse contigo tus ganancias. Pero si no estuvieron allí para trabajar, ¿por qué vas a dividir con ellos el producto de tu esfuerzo?

NO PLANIFIQUES POR ADELANTADO

Un trabajo de oficina se aprovecha de ti, te limita, te obliga a hacer tareas repetitivas y aburridas, te paga poco, no te beneficia como persona y es una gran ilusión. Estás poniendo en manos de otra persona, de una empresa, la responsabilidad de tu bienestar. Si el día de mañana la empresa en la que has estado trabajando durante 10 años cierra, todos tus planes se terminan. No te puedes jubilar de una empresa en bancarrota.

La gente que en Diciembre compró pasajes para agosto con Spanair se encontraron una mañana con que perdieron sus pasajes y probablemente el dinero. Spanair cerró. Te quedaste sin el dinero, sin tu pasaje, y sin el viaje. Todo porque querías estar seguro de hacer las cosas correctamente, de hacer las cosas “con tiempo”. Pero si con la crisis no aprendiste que el mundo en el que vives es un mundo dinámico, lo de Spanair es la lección que te hacía falta. Todos vimos que en nuestra realidad, la que nos rodea, nada es seguro. Que lo que funciona hoy no funciona mañana. Que la hipoteca que elegiste a 30 años como inversión para alquilar el apartamento a otros y que “se pague solo” porque “los pisos nunca bajan de precio” te ha dejado en una posición muy vulnerable en este momento. En este mundo NADA es seguro. Planificar demasiado es de tontos. En un mundo dinámico si puedes elegir entre la seguridad y la flexibilidad escoge siempre la flexibilidad.

BUSCA AUTOGOBERNARTE

Si quieres resolver tu vida y vivir en paz, ¿realmente crees que un trabajo de oficina es tu respuesta? ¿No crees que debe existir otra forma de hacer las cosas? ¿Una forma más gentil, más respetable?

Hace un tiempo leí un artículo que respondía esas preguntas. El artículo trata sobre conseguir 1000 fans verdaderos. Su autor plantea que hasta hace poco la única forma en la que un músico podía vender su trabajo era firmando un contrato con una gran discográfica. Cada obra suya debía ser un gran hit, la empresa se quedaba con la mayor parte de las ganancias e imponía límites sobre la imagen y el producto del artista. Él propone que esa no es la única manera de hacerlo. Que es posible vivir de lo que te gusta haciendo exactamente lo que te gusta, sin límites externos y sin dividir tus ganancias con nadie. Lo único que necesitas son 1000 fans verdaderos.

Si cada uno de esos 1000 fans está dispuesto a invertir en ti su sueldo de 1 día de trabajo al año (que en el caso de un mileurista son 33 euros) entonces al concluir un año tú habrás ganado 33.000 euros. No es lo que gana un artista internacional, pero sí es más de lo que ganarías trabajando en una oficina. De hecho ganarías casi 3 veces lo que podrías ganar como mileurista.

Tú puedes aplicar la idea de los 1000 fans sin necesidad de ser un artista. Trabajes en lo que trabajes, es posible usar la idea. Tampoco necesitas que las 1000 personas que te siguen sean tus fans. Lo único que necesitas es usar tu generosidad. Lo que hace posible que esto funcione es internet. En el pasado no podías dirigirte a miles de personas a la vez sin usar un periódico o la televisión. Pero con internet puedes llenar el estadio de Beijing y dirigirte a todo ese público gratis. Lo único que necesitas es un dominio y un blog.

Supongamos que eres abogado, dentista, o psicólogo. Ningún dentista tiene fans, eso es seguro. Pero un dentista puede ofrecer generosamente su conocimiento a la gente. Puedes abrirte un twitter y un blog. Un psicólogo puede hablar de temas que interesan. Lo mismo si eres un abogado. Cuando algún lector necesite el servicio que tú ofreces lo más probable es que tu nombre sea el primero que le viene a la mente. No tienes nada que perder. Empezar es difícil pero si eres constante y tienes paciencia, llega un punto en el que se produce un efecto bola de nieve y todo se abre a tu paso.

Pero una condición necesaria para que esto pueda darse es no tener presión encima. Sé que es difícil si vives con tus padres hacerles entender que el hecho de que no estés repartiendo currículums no implica que eres un vago. Pero ninguna planta crece en medio de un vendaval y autogobernarse es plantar una semilla. Así que busca un espacio tuyo, una habitación propia desde donde puedas poner en marcha tu nuevo modelo de vida con calma.

Si no te has graduado todavía, o si ya te graduaste pero estás en paro, toma mi consejo: el paro es lo mejor que te pudo haber ocurrido. El paro está aquí para obligarte a despertar y a descubrir las oportunidades que tienes delante de ti. Si quieres mi consejo haz lo siguiente: Crea un blog. Escribe un post cada día todos los días. No importa sobre qué escribas o cómo lo hagas. Lo único importante es que escribas un post cada día sin falta. Si quieres salir el sábado pon dos posts el viernes. Te prometo que si lo haces durante un año tu blog se hará famoso.

Estoy escribiendo un libro en el que dejo por escrito mis ideas con respecto a este tema en profundidad. Hay partes teóricas y prácticas, e intento dar algunas soluciones a muchos de los problemas de los que hablé aquí. ¿Te interesa? Lee más por aquí.

Además del blog tengo una cuenta de twitter en la que ofrezco mi generosidad cada día. Sígueme.

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