Cubama

December 18, 2014

El objetivo de las sanciones sobre Cuba no es derribar el régimen de Castro, es un tema de principios. No te sientas a la mesa con un asesino, no compartes con él tu comida. Si después de 50 años el asesino sigue siendo un asesino, y todo permanece igual, al menos sabrás que has hecho lo correcto. Lo que no debes hacer es sentarte a almorzar con él porque “claramente tu estrategia de comer en otra parte no ha funcionado”.

El régimen cubano es una dictadura sanguinaria que ha cobrado decenas de miles de vidas a lo largo de 50 años en su propio suelo, pero las víctimas que ha tenido su influencia en suelo internacional son incalculables. El régimen ha financiado cientos de ataques terroristas en Sudamérica, y en Europa. Ha dado cobijo a criminales y terroristas desde los Black Panthers hasta ETA. Cada vez que hay un ataque terrorista y no está directamente asociado al islam, el primer lugar al que hay que darse la vuelta a mirar es a Cuba, porque lo más probable es que de una o de otra forma Castro esté involucrado.

El que está a la cabeza de Cuba sigue siendo el mismo que hace unas décadas propuso a Rusia un plan para desatar sobre el suelo americano un ataque nuclear usando la isla como plataforma de lanzamiento. Hace unos meses Putin visitó a los Castro con el objetivo de re-establecer la base militar soviética en Lourdes. Castro es un enemigo de los americanos, lo ha sido durante toda su vida, y a diferencia de otros enemigos como Corea del Norte, Castro opera a 90 millas de Florida.

Hay quien piensa que el bloqueo perjudica a los cubanos y que por ese motivo hay que eliminarlo, que la razón por la que en Cuba carecen de los insumos más básicos es por causa del bloqueo. Pero cualquiera que entienda lo que es el bloqueo sabe que no es la causa de los problemas que aquejan a Cuba. En primer lugar porque el bloqueo es una política interna de EEUU y sólo afecta a los ciudadanos americanos y sus empresas. Cuba mantiene relaciones comerciales con la mayoría de los países del mundo, incluso forma parte de la WTO desde 1995. En segundo lugar porque en otros países comunistas como lo es Venezuela sufren los mismos males y no hay bloqueo alguno. No es por el bloqueo que la economía de Cuba es un desastre.

Otros creen, como el Papa Francisco, que para promover la democracia y la libertad hay que estrechar las relaciones. Pero quien crea que se puede persuadir a un dictador de ser una mejor persona tratándolo bien no conoce nada de política internacional. Eliminar el bloqueo sobre Cuba no traerá libertades a la Isla porque no depende de que los individuos de Cuba adopten la libertad como modo de vida. Depende de que el dictador sanguinario con un ejército a su espalda decida colgar la toalla.

Quien considere que eliminar sanciones ayudará a propagar la democracia, no conoce a los Castro. En Cuba cualquier transacción comercial debe ser aprobada por el régimen y pasar a través de él, así que cualquier intercambio con “los cubanos” sólo fortalece a los Castro. Hay que ser naive para pensar que el hecho de que una empresa americana pueda comprar cañas de azúcar y firmar un cheque a Raúl Castro va a beneficiar de alguna manera a la gente de Cuba.

El romance entre Obama y el dictador de Cuba no es algo nuevo. Es anterior al precio del petróleo, a las amenazas de Putin, a su propia presidencia. Re-evaluar el bloqueo fue una de sus promesas de campaña. Ahora ha decidido actuar sobre este tema sin consultar a nadie. No hubo discusión sobre Cuba en el Senado ni en la Casa de Representantes. Obama actuó solo. El gobierno de Obama se ha caracterizado desde el inicio por darle la espalda a los aliados de Occidente y besarle la mano a sus enemigos.

Por eso no sorprende que haya elegido este momento justamente para estrechar lazos de amistad. Fidel Castro tiene 88 años, su hermano tiene 83, el precio del petróleo ha caído y con él el tributo que le paga Venezuela. La situación del régimen en este momento es precaria y cada vez es más evidente que Cuba tendrá que buscar un sucesor. Las sanciones eran un arma de negociación que podía usar EEUU para persuadir al nuevo régimen de hacer concesiones democráticas que brindaran nuevas libertades al pueblo cubano. En lugar de eso Obama le lanzó a Fidel un salvavidas.