Malabarismo mental

August 24, 2012

MALABARISMO MENTAL

La habitación está totalmente oscura pero nuestros ojos se van ajustando gradualmente a la oscuridad. Algunas figuras aparecen contra el fondo negro en una escala de grises. Primero distinguimos, cerca de la puerta, una figura grande y rectangular, una mesa. Sobre ella algunos libros. A la izquierda hay otro mueble un poco más bajo con un televisor, y más allá está la cama. Hay una mujer acostada en la cama intentado dormir. Soy yo.

Sé que este ejercicio de salirme del cuerpo para hacer un recorrido de la escena con vosotros es poco ortodoxo, pero al ser un recuerdo, es una liencia poética que puedo permitirme. En realidad la persona que está en la cama puede ser cualquiera. Podrías ser tú, o él, o ella, el pronombre da igual porque es una situación en la que todos hemos estado sin excepción.

La persona que está en la cama, es decir tú, está tapada hasta las orejas con la cobija, y entre el aire acondicionado (al máximo) y la oscuridad (total) cualquiera pensaría que es una situación más que ideal para quedarse dormido. Pero no te duermes. Estás despierto. Cada cierto tiempo te das la vuelta, estiras la sábana, o arreglas la almohada, y sigues con el ejercicio de conciliar el sueño.

Si la escena fuése un cómic y tu personaje tuviese un bocadillo, de esos con forma de nube, dentro veríamos todo tipo de cosas. Algo sobre un examen oral que tienes al día siguiente en la mañana. También una frase o dos que alguien te dijo en la oficina. El email que una amiga te envió echándote algo en cara. O la respuesta perfecta para un comentario que te hizo la profesora de francés en frente de todo el mundo y que se te vino a ocurrir ahora, diez horas tarde. De vez en cuando una frase de alarma cruza la nube: “¡Tienes que dormirte! ¡Sólo te quedan tres horas!”

En resumen: hace poco descubrí que no padezco de insomnio. Mi aflicción es más general y menos misteriosa, es algo a lo que me gusta llamar “malabarismo mental”. Es un problema de desorden de pensamientos que va más allá del sueño, y que más bien inunda casi cualquier actividad. Consiste en algo tan simple que creo que a nadie se le ocurriría diagnosticarlo. El malabarismo mental consiste en que los pensamientos y las acciones no coinciden.

A ver si se entiende: estoy haciendo una cosa mientras pienso en otra. Es decir, que mientras haces algo que requiere de tu atención, estás en realidad pensando en una cantidad de problemas y escenarios que no tienen nada que ver con lo que estás haciendo en el momento.

Parte del problema es que las acciones que uno realiza en el presente son limitadas (en un segundo particular sólo puedo hacer una cosa), pero el espacio mental que puedes dedicarle a la basura es ilimitado, como un juke-box de la miseria en rotación contínua. Es imposible disfrutar del momento cuando tienes los 40 grandes éxitos dando vueltas en tu cabeza, pero además, cuando divides tu atención entre 4 cosas diferentes no haces nada bien.

Si estás pensando en un examen mientras tratas de dormir, lo más probable es que no hagas bien ninguna de las dos. No puedes resolver el examen a las 2 am desde tu cama, pero sí puedes quedarte dormido mañana durante el examen.

LÍNEAS DEL TIEMPO

No entiendo de pintura ni de fotografía. No es que no me gusten, es que no las entiendo. A diferencia de la música, del cine, o de la literatura, no sé cuánto tiempo se supone que tengo que estar ahí mirando. Quiero decir, que la pintura y la fotografía no se experimentan a través del tiempo, y eso hace que me cueste entender cómo disfrutarlas.

No es algo tan raro. Todos tenemos problemas con la experiencia del tiempo. A nuestra conciencia no le resulta fácil manejarlo. Muchas de las actividades que hacemos tienen como objetivo darle forma o estructura al tiempo. De otro modo no sabemos qué hacer.

Por eso la conciencia tiene un inventario de problemas reservado en el juke-box para esos momentos. Saca alguno cuando siente esa necesidad de estructurar el tiempo. Nosotros creemos que los problemas que nos arroja el juke-box nos interesan, caemos en la trampa de la conciencia, y pasamos un buen rato analizando pros y contras, escenarios alternativos, etc sin darnos cuenta de que todo es una estrategia para mantenernos ocupados.

En realidad operamos en dos líneas del tiempo diferentes. la primera línea del tiempo es la de la acción. En esa línea del tiempo están las acciones que hacemos en el momento en el que las hacemos. Tú por ejemplo, estás leyendo esto. Yo estoy escribiéndolo, aunque para el momento en el que tú lo leas ya no estaré escribiéndolo sino que estaré haciendo otra cosa. La línea del tiempo de la acción es un eterno presente, no tiene pasado ni tiene futuro.

Después está la línea del tiempo de la mente que se superpone a la de la acción. Es sólo en esa línea del tiempo en la que existe el pasado, el futuro, y los presentes alternativos. En ella se guardan los recuerdos, y se generan las fantasías. En ella se acumulan culpas, frustraciones, y también alegrías y orgullo.

DEJA A LA PUTA EN LA ORILLA DEL RÍO

Un monje y su pupilo peregrinaban por una montaña. En la orilla de un río se encontraron con una puta que les pidió ayuda para cruzar al otro lado. El maestro cargó a la puta en su espalda y cruzó con ella el río, la dejó en la otra orilla. La puta se despidió y reanudó su marcha, los monjes también la suya.

Horas después el pupilo le preguntó a su maestro: “¿por qué cargaste con la puta a través del río? ¿Te olvidaste de que no podemos tocar mujeres, mucho menos mujeres como esa?”

El maestro le respondió: “yo dejé a la puta en la orilla del río, pero tú sigues cargándola”.

Hay problemas que se arrastran en el tiempo. Que independientemente de la solución práctica del problema, hay un aspecto interno de ese problema que está desligado de lo práctico y al que nos aferramos. Es un apego a las situaciones que nos hace cargar con ellas mucho tiempo.

Conozco a una mujer que llegó a un cargo muy alto en un banco y la despidieron. Al poco tiempo encontró otro trabajo y no le va mal. De eso hace 20 años, pero ella sigue hablando de su problema hasta el día de hoy.

También sé de un hombre al que su mujer lo engañó con otro hace seis años. El hombre quiso seguir con ella, y aunque aceptó sus disculpas, nunca la perdonó en su interior. Hasta el día de hoy la culpa por su infelicidad.

Estos problemas tienen que ver con anclarse en el pasado. Cuando la mente está en el pasado arrastramos problemas, cargamos con la puta, comparamos nuestra realidad con un pasado mejor, o nos lamentamos de ofensas que debieron quedar atrás.

También podemos anclarnos en el futuro cuando generamos expectativas fantasiosas que no se cumplen. En realidad los problemas que se arrastran en el tiempo tienen dos orígenes:

1) Expectativas: tenemos una idea clara de lo que va a pasar. O de lo que queremos que ocurra. Construimos una fantasía y pretendemos imponérsela a la realidad. Cuando la realidad nos señala que estamos en un error, que lo nuestro es una fantasía, nos frustramos.

Ocurre con los planes a futuro, pero también ocurre con ideas que damos por sentado. La ejecutiva del banco creía que bastaba con trabajar bien para tener su puesto toda la vida. Tanto creyó en su fantasía que construyó su identidad alrededor de su trabajo, su vida giraba en torno a él. Cuando la despidieron no lo supo manejar. Encontró otro trabajo (resolvió el problema en lo práctico) pero no se liberó del problema en su interior y sigue arrastrándolo hasta hoy.

Lo mismo con el matrimonio y la infidelidad, o con las expectativas de vida. La gente que cree que va a estar en algún punto en algún momento, creen que basta con proyectarse para alcanzar una meta. Padres que creen que a los hijos hay que “impulsarlos” como si fuesen proyectiles.

Trazarse expectativas tiene que ver con escribir un guión para la vida, cuando la vida no se ajusta a nuestro guión nos angustiamos. Es la idea de que no tenemos control sobre lo que ocurre lo que genera esa angustia.

2) Incertidumbre: el segundo problema es de incertidumbre. Cuando no tenemos la certeza de saber cuál será el desenlace de una situación, no tenemos ni idea de lo que va a ocurrir.

Este es otro problema que nos mantiene despiertos por la noche. No sabes qué preguntas te harán mañana en el examen, no sabes cómo vas a responder, no sabes qué nota vas a sacar, no sabes qué carrera vas a estudiar, en qué universidad, no sabes si te darán un trabajo o no, no sabes qué quieres hacer con tu vida, o dónde se supone que deberías estar.

Al final ambos orígenes son el mismo: miedo a vivir sin seguridades, no poder anticiparse a lo que va a ocurrir. El único antídoto para esa angustia es aprender a hacer que las dos líneas del tiempo coincidan. Que la mente aprenda a vivir en el presente y a coincidir con el mundo de las acciones. Suena fácil pero requiere de disciplina y serenidad.

LO QUE ANOTAS EN EL CUADERNO

Odio la palabra “favor”. Es una palabra hipócrita. La gente que hace favores cree que los hace por bondad, cree que es desinteresado. En el fondo pocos son capaces de hacer favores sin esperar una recompensa.

Algunos hacen favores esperando a cambio un trato favorable. Otros los hacen para volverse indispensables. Hay quien hace favores para controlar al otro. Hay quien acepta de frente que si te hace un favor espera cobrártelo después, como Vito Corleone, pero a ese tipo de tratos los llamamos mafia.

Nietzsche decía que uno no debe aceptar favores porque quien los hace sólo quiere ahorcarte con la soga de tu agradecimiento.

Baudrillard decía que la única manera de pagar un favor es con venganza.

Yo creo que si es difícil mantener la mente de una sola persona, de uno mismo, limpia y en orden, es una tarea casi titánica mantener la de varias personas a la vez, y que además estén en sincronía.

Por eso es tan difícil encontrar un amigo de verdad, y si lo tienes cuéntalo entre tus bendiciones.

Cuando se mezclan las expectativas de uno con las expectativas de los demás, es una buena receta para el desorden.

Tengo una amiga que anota en su cuaderno todo lo que hace por los demás. Lo que te regaló en tu cumpleaños hace 3 años. La vez que te prestó una cartera porque combinaba con tu vestido. Cuando te llevó en su coche hasta la estación del metro.

Mi otra amiga se ríe. Dice “yo jamás podría tener un cuaderno así, hay que tener paciencia” y tiene razón, pero ella tiene un cuaderno peor en su mente en el que anota lo que los demás hacen por ella. Ella sabe con lujo de detalles quién la felicitó por su cumpleaños en facebook (y quién no). Sabe quiénes la apoyaron cuando se murió su perro (y quienes no). Sabe cuántas llamadas le has devuelto, si le respondiste o no el email la semana pasada, y si olvidaste traerle un recuerdo de Cancún.

Llevar cuentas como estas es un atentado contra ti mismo. Cada cosa que anotas en el cuaderno te roba tu paz mental. Cada página es un disco del juke-box, y regresará a atormentarte cuando estés dando vueltas en la cama intentando dormir. Cuando anotas lo que haces por los demás, tus regalos se transforman en favores. Cuando anotas lo que el otro te debe la deuda la pagas tú.

Mantener el equilibrio con las amistades requiere de una gran capacidad de orden. Saber poner cada cosa en su lugar. La mayoría de las amistades fracasan por las mismas razones: expectativas e incertidumbre. Así que aprender a manejarlas no sólo calmará tu mente, sino que además mejorará tu relación con los demás.

PASA LA PÁGINA

Llevo algún tiempo luchando contra estas dos sensaciones, y creo que he descubierto algunas ideas que son útiles para aprender a dejar los problemas atrás. Para sincronizar ambas líneas del tiempo. Como siempre os digo, no es una receta universal, y tampoco es un plan perfecto. No prometo ningún resultado, pero probarlo no cuesta nada, y quizás te funcionen.

1) No te ofendas. Ni con la realidad, ni con tus amigos. Si te despidieron de un trabajo, si no te contrataron aunque te fue bien en la entrevista, si alguien va o no va al funeral de tu abuelo, si se olvidaron del aniversario, no te ofendas. Si algo te ofende es porque tenías una expectativa que no se cumplió. El error es tuyo y no de la realidad o de tu amigo. Aprende de la realidad y ajústate a ella, no pretendas que la realidad se ajuste a ti.

2) Busca la acción en sí misma. Actuar es un privilegio y los frutos de tu acción no te pertenecen. No uses los frutos como motivo para actuar. Eso sólo te llevará a frustrarte.

3) No lleves la cuenta. De nada. Es anclarse en el pasado.

4) Resuelve los problemas en tu interior. No cargues con la puta. Cuando resuelvas algo en el mundo práctico, tómate un tiempo para resolver el problema en tu interior y asegúrate de que no se va a convertir en uno de 40 grandes éxitos de tu juke-box.

5) No fantasees sobre tu futuro. No tienes el control sobre lo que va a pasar. No te pongas en una posición en la que es imposible sentirte feliz con lo que tienes. Si pasas la mitad de tu vida fantaseando con que te darán el Nóbel, lo más probable es que te lleves una gran desilusión.

6) No te sacrifiques por los demás. Sé honesto contigo mismo y con los demás. Si no haces nada que no quieras hacer no estarás esperando nada de nadie y tampoco participarás de los juegos de los demás.

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