Es normal que te preocupen más los franceses.

November 21, 2015

He escuchado la misma idea mil veces en los últimos dos días. Primero la escuché de periodistas, como por ejemplo, en este artículo del NY Times:

Días después la escuché en la radio española acerca de Malí.

La idea es la misma: lo de Paris fue una tragedia, pero ¿por qué no nos llevamos las manos a la cabeza de la misma manera por Beirut? ¿o por Malí? ¿Acaso las vidas de ellos valen menos que las vidas de los franceses? ¿Acaso las vidas africanas carecen de valor?

Es normal escuchar esas ideas de la izquierda, es su credo, lo sorprendente es escucharlo en todo el espectro político, hasta en 13TV y en la radio de la COPE, nada sospechosas de ser de izquierda, usan el argumento. Todo el mundo sucumbe a la estupidez: “si nos vamos a preocupar, tenemos que preocuparnos por todas las culturas y todos los países por igual. O no nos preocupamos por nadie, o nos preocupamos por todos.”

La idea está de moda, pero no es nueva. Cada vez que ocurre una masacre en Occidente la religión universalista nos recuerda que no es correcto sentirnos mal por la desgracia de nuestro vecino, es necesario primero sentirnos mal por toda la humanidad. Cuando la tragedia ocurre en el tercer mundo no pasa lo mismo, desde luego, en 2010 nadie le pidió a los indonesios después del tsunami que se preocuparan primero por el terremoto de Haití.

El artículo del NY Times dice: “Para algunos en Beirut, la solidaridad se mezcló con angustia con respecto al hecho de que una de las dos ciudades atacadas, Paris, recibió apoyo global, similar al que recibiera Estados Unidos después del ataque del 11 de Septiembre.

Los monumentos de todo el mundo se encendieron con los colores de la bandera francesa, los presidentes de todos los países se pronunciaron para defender “los valores compartidos”, a los usuarios de Facebook se les ofreció la opción de colocar sobre sus fotos de perfil un filtro con el tricolor francés, algo que no ocurrió con la bandera de Líbano”.

Quitarse esta superstición de encima no es difícil. Pasa por utilizar el antídoto al marxismo cultural, que es el sentido común. Es normal que te preocupes porque a tu hermano lo atropelló un coche ayer y no te preocupes por los cientos de personas que son atropelladas cada día en el resto del mundo.

Es normal que te preocupe más lo que está pasando en Francia, la casa de tu vecino, que lo que ocurre en un país con el que no compartes nada. Porque España pertenece a la misma civilización que Francia, Occidente, pero no compartimos nada con Líbano. Ni etnias, ni idiomas, ni cultura, ni nada. Son personas extrañas en un país lejano que posiblemente con un poco de suerte jamás visitemos, cuyo destino ni nos concierne ni nos importa demasiado.

Por último, entender que si los periódicos hablan más de lo de Paris que de lo de Beirut es porque interesa más. Líbano forma parte del mundo musulmán. Es parte del problema. El mundo musulmán sufre ataques islámicos cada día, los ha sufrido desde que el islam existe. Que hoy hayan matado a 44 en Líbano, o a no sé cuántos en Malí es un grano de arena, si haces un barrido de la prensa internacional cosas similares pasan a diario.

En Paris, sin embargo, no solía ser así. Paris es una ciudad occidental, de religión católica. Francia no solía ser un país musulmán y por lo tanto no tenía los problemas que tienen todos los países musulmanes. Pero, gracias al crisol de culturas, Francia está enriqueciendo de islam a su sociedad, y está empezando a observar los beneficios de este intercambio cultural en su suelo. El crisol de Culturas junto con la realidad ha estallado en la cara de toda Europa.

Dentro de poco los ataques musulmanes en Europa serán habituales, quizás tan habituales como en esos otros países del tercermundo que poco nos importan, que llegará un momento en el que nadie encenderá su monumento con los colores del país europeo al que le haya tocado ese día.