La historia de Cabeza de Condón

December 12, 2017

Empezaré diciendo lo siguiente:

TODOS CONOCEMOS A UN CABEZA DE CONDÓN. Puede ser que el tuyo sea más cercano a ti de lo que crees, puede que tengas un Cabeza de Condón en tu propio entorno familiar o en tu círculo de amistades, de manera que, aunque esta historia trate sobre algo muy puntual, a saber: el destino de los 55 millones de dólares que presuntamente un político sindicalista le robó a un grupo de mineros en México hace unos años, en realidad es una historia universal como la Guerra y la Paz o El Corazón de las Tinieblas del que todos podemos extraer algo.

Alguno podría preguntarme en este punto, ¿qué te lleva a dejar constancia de este episodio casi 3 años después de que ocurriera? ¿Por qué no lo dejaste por escrito en el momento? ¿Por qué hablar de esto ahora y no después? Y tendría que responderle que es por un mero capricho del destino. Da la casualidad de que hoy justamente andando con alguien por las calles de Madrid me encontré con el siguiente escaparate/cartel perteneciente a un negocio a pie de calle:

“CEREAL HUNTERS” ponía en el escaparate y no pude evitar mirar hacia adentro del local a ver si lograba ver algo que me indicara de qué iba el asunto, si era realmente un restaurante dedicado a servirle a los clientes cereales o si sencillamente era un nombre desafortunado. Lo que vi fue una barra como de un bar y detrás una estantería con muchas de cajas de cereales. No lo pude ver tan claramente como en estas fotos que me proporcionó Google…

Bien, el restaurante era, en efecto, un restaurante dedicado exclusivamente a vender cereales con leche a sus clientes adultos. Puedes elegir el tipo de leche y la variedad de los cereales, te lo ponen en un bol. Se lo señalé a la persona con la que estaba y no tuve que señalar nada más porque conoce La Historia de Cabeza de Condón y sabía perfectamente qué era lo que estaba pensando. Que la idea de poner un restaurante de cereales sólo podría ocurrírsele a un Cabeza de Condón. Todo esto ocurrió en un paso de peatones con el semáforo en rojo. La tienda estaba en la otra acera, y detrás nuestro iba una pareja de turistas americanos que entre risas se preguntaban:

Mujer: “Is that a cereal restaurant?”
Hombre: “It looks like it!”
Mujer: “Can you make any money selling cereal like that?”
Hombre: “It seems like you can…?”

Los americanos que iban detrás se hacían las mismas preguntas que se haría cualquier persona normal: ¿cómo ganas dinero vendiendo bols de cereales en un restaurante?, ¿cómo pagas el alquiler de un restaurante a pie de calle vendiendo bols de cereales? Pero por mucho que tu sentido común te diga a gritos: “¡ES IMPOSIBLE! ¡UN RESTAURANTE DE CEREALES ES UNA PÉSIMA IDEA! ¡JAMÁS FUNCIONARÍA!” Ahí, en la acera de en frente, está la viva prueba de que sí es posible. Hay un restaurante que vende cereales, está abierto, tú no tienes un restaurante, así que tienes que terminar por aceptar que quizás no tienes olfato para los negocios o que un triunfador verdadero no tiene miedo de arriesgarse y tú sí y ese es todo tu problema.

Pero el problema no lo tienes tú. El problema es que no tienes todos los datos en la mano y con toda probabilidad el restaurante de cereales pertenece a un Cabeza de Condón. La diferencia entre tú y yo es que yo sé lo que es un Cabeza de Condón porque me he visto rodeada de Cabezas de Condón toda mi vida y tú no los conoces todavía, o al menos no has llegado a atar los cabos aún, por eso he tenido a bien escribir esto hoy y no ayer, y echaros a todos una mano a la hora de interpretar esos casos extraños, esos errores en la matriz que veis a vuestro alrededor y que no sabéis cómo explicar.

¿Qué es un Cabeza de Condón?

Para explicar lo que es un Cabeza de Condón tenemos que remontarnos a Enero de 2014. Fue el año en el que decidí irme de vacaciones a Canadá, puntualmente a Vancouver, a un loft que encontré a través de AirBnB. Era un lugar excepcional: era un loft verdadero, el edificio en el que estaba había sido construido en 1800 como almacén de una fábrica y había sido reconvertido en un edificio de apartamentos hace unos años respetando los espacios y la construcción original. Estaba ubicado en Gastown que según lo que había leído en internet era el barrio con más restaurantes y cafés de la ciudad, y el loft como tal era un ático de 200 metros con vistas a toda la ciudad de Vancouver y a Whistler (la montaña).

Aquí podéis ver un breve vídeo del loft que subió una inmobiliaria que lo vendía a Youtube:

Llegué a Vancouver en pleno invierno, sin ropa adecuada para tanto frío porque me habían dicho que Vancouver era una ciudad dentro de todo cálida para los estándares de Canadá, que en cuestiones de temperatura era parecida a Madrid (mentira) y con intenciones de quedarme solamente un mes.

No sé si conocéis cómo funciona AirBnB pero a veces la página tiene unas salidas perroflautiles, quieren que intimes con los dueños de los pisos, que no solo te hospedes sino que CREES AMIGOS allí a donde vas. A mí lo de crear amigos no me interesa, pero tuve suerte porque el dueño estaba de viaje y me dejó las llaves con otra persona que se limitó a explicarme para qué servía cada una.

La primera noche en Vancouver fue un poco rara, fui al supermercado más cercano que estaba lleno de yonquis (pero eso es un tema para otro post) y cuando regresé al loft me puse a revisarlo todo y encontré algunos libros que los dueños del piso habían dejado en las mesitas de noche… entre los títulos había varios libros comunistas incluyendo una especie de versión infantil ilustrada de El Capital de Marx (no es broma) y una tira de cómics de la lucha palestina.

Cuando faltaba una semana para que se terminaran mis vacaciones se me ocurrió que quizás podía quedarme en Vancouver un año más. Las razones:

1) La comunidad asiática en Vancouver y sus grandes restaurantes de ramen y sushi

2) La ciudad en sí es muy bonita si omites el East Side y su problema de yonquis chutándose en las esquinas.

3) Es mucho más sencillo que vivir en otras partes del mundo gracias a ciertas leyes que no viene a cuento discutir en este post.

En un principio busqué un piso en otra área de Vancouver porque Gastown resultó ser el área más hipster de todas, llena de restaurantes de cereales, de matrimonios homosexuales, yonquis chutándose y Cabezas de Condón. Pero nada de lo que vi me gustó más que el loft, así que contacté con el dueño para proponerle un trato, para hacer un contrato de alquiler mes a mes por un año. El dueño dijo que sí y se personó en el loft con una botella de vino de regalo para mí. La verdad es que fue un bonito gesto por su parte, en contraste con los malos tratos a los que me iba a someter después, pero eso es harina de otro costal. Le abrí la puerta a Ernesto Gomez Casso a las 9 PM:

Era un hombre en sus 30 vestido con un fular, un gorro de lana, y lo que parecía ser una chaqueta de terciopelo, que me contó que había estudiado para ser chef y por eso le había puesto una cocina gourmet al loft. Me contó que solía vivir con su mujer en el loft, pero después de divorciarse se había mudado a una casa en Kitsilano y que tenía otra en Yaletown. Que trabajaba diseñando menús (“¿se puede vivir de eso?” se preguntaría la pareja de americanos “pues parece que sí y muy bien” respondería el hombre) que administraba un restaurante libanés llamado Nuba cerca del loft, que además era DJ de música tropical. Firmamos el contrato y me dejó porque tenía prisa, se iba de viaje a no sé qué cabaña en no sé qué paraje y me dejó el contacto de Claudia, su ex-mujer, con quién tendría que hablar para lo que necesitara. Dejo por aquí alguna foto más que encontré por internet de su restaurante libanés:

A Claudia la conocí un tiempo después, me llamó porque quería llevarse unas cosas del loft. Era una chica simpática con un marcadísimo acento mexicano a la que todo “le daba pena”. Claudia llevaba unos leggins con calaveras, una camiseta negra y botas, el pelo rubio platino y tenía las uñas pintadas de varios colores distintos. Hablaba y fumaba sin parar. Me habló sobre su separación de Ernesto, que ahora vivía en otro loft muy cerca, que Ernesto la obligaba a llevar todos los temas del loft a través de AirBnB y que estaba muy contenta de poder alquilármelo por un año porque así podría irse de Vancouver a Europa, creo que era a Frankfurt, a hacer no sé qué curso de audio.

Fue ella la que me contó que estudió bellas artes en Vancouver para poder tener una visa de estudiante y permanecer de manera legal en el país y que Ernesto hizo lo mismo con sus cursos de chef. Cuando le pregunté a qué se dedicaba me contó que era representante de bandas de música independiente de la escena local (“¿se puede ganar dinero con eso?” “parece que sí”) También me habló largo y tendido del hotel quebrado que Ernesto y ella habían alquilado durante una temporada para hacer fiestas culturales temáticas y que al final tuvieron que abandonar porque no les funcionó.

Pues bien, tenía frente a mí a dos personas de 30 años que habían logrado hacerse con un loft de un millón de dólares, una casa en Kitsilano, una cadena de restaurantes libaneses, mientras trabajaban él diseñando menús y como DJ y ella representando bandas independientes de la escena local. Esta pareja, pensé en el momento, seguramente había heredado un patrimonio de sus respectivas familias, o les tocó la lotería, porque mi lógica me indicaba que una pareja no se puede comprar un apartamento de un millón de dólares diseñando menús.

Meses después a raiz de ciertas desaveniencias que quizás relataré más adelante, me dio por buscarlos en Google y lo que encontré fue muy interesante. Ni les había tocado la lotería ni eran herederos de un gran patrimonio familiar. Ernesto Gomez Casso es uno de los hijos de un político sindicalista mexicano llamado Napoleón Gómez Urrutia que tuvo que huir de México a Canadá como prófugo de la justicia porque lo acusaron de robarle 55 millones de euros de un fideicomiso a los mineros a los que se suponía que representaba. La Interpol llegó a involucrarse en algún punto de la historia.

El tema fue el siguiente… los mineros conformaron una empresa llamada Minera México. La empresa junto con el sindicato de mineros presidido por Napoleón Gómez Urrutia abrieron una cuenta en ScotiaBank con un fideicomiso correspondiente al 5% de las acciones de la empresa que era 55 millones de dólares y que en teoría se iba a dividir entre los miles de mineros que formaban parte de la empresa. El dinero, de la noche a la mañana desapareció y Minera México dijo que Napoleón Gómez Urrutia había liquidado la cuenta y se lo había llevado. Minera México demandó a Napoleón Gómez Urrutia y a ScotiaBank por dejarle retirar unos fondos que en teoría no podía retirar. Por su parte Napoleón Gómez Urrutia se declaraba inocente de todo cargo y decía que era una estrategia política en su contra, que había tenido que huir de México porque era un perseguido político de Vicente Fox.

Mientras todo esto se desenvolvía Napoleón Gómez Urrutia se mudó con su familia a Vancouver, escribió un libro contando su verdad, le compró al hijo un loft, una casa y una cadena de restaurantes libaneses, y publicó estas fotos en Facebook:

Años después de alguna forma que no entiendo muy bien, los abogados de este hombre consiguieron que tanto la compañía de los mineros como el Estado Mexicano retiraran todos los cargos en su contra. No llegaron a ir a un juicio, simplemente retiraron todos los cargos.

Los 55 millones de dólares nunca aparecieron y no se conoce el responsable de esa desaparición. Los mineros siguen enfadados y los mexicanos son expertos en lo que viene siendo el resentimiento y la venganza así que durante años acosaron a Ernesto Gomez Casso en internet hasta el punto de que tuvo que cerrar sus cuentas y ponerse otro nombre para evadirse de los trolls pero antes de que eso pasara un usuario de Twitter se creó una cuenta únicamente para cagarse en él y en su padre. Uno de los tweets en los que lo mencionaba tenía una foto de Ernesto con un gorro de lana y llevaba de título “CABEZA DE CONDÓN”. El tweet ha desaparecido, imagino que lo denunciaron cuando Twitter implementó lo del bullying, pero el gorro que Ernesto llevaba en esa foto era como este:

Al parecer es común en México llamar “Cabeza de Condón” al que usa este tipo de gorros de lana. Ernesto los usaba mucho y me dio tanta risa el insulto que pasé a llamarlo así en la intimidad.

No sé si su padre robó o no los 55 millones de dólares de los mineros, pero me parece un poco raro que una persona consiga tener tantas propiedades y empresas en otro país con un sueldo de sindicalista. Independientemente del origen del dinero de Cabeza de Condón, el punto de la historia no es ese, es que no le debe su riqueza o sus triunfos al trabajo sino que lo que tiene lo ha heredado y eso le ha dado la libertad de dedicarse a hacer lo que le place en todo momento porque no ha tenido que preocuparse por el dinero en toda su vida. Puede ser un artista, un DJ, un diseñador de menús. Puede darse el lujo de emprender y arriesgarse con ideas absurdas que no lo van a llevar a ninguna parte como alquilar el sótano de un hotel arruinado para hacer fiestas culturales, o abrir un restaurante de cereales. No tiene sentido común ni lo necesita, y posiblemente nunca te enteres de cuál es el verdadero objetivo detrás de la empresa que ha montado, bien pudiera ser conseguir una residencia a través de la inversión privada, como es el caso de Napoleón Gomez Urrutia que a día de hoy es ciudadano de Canadá gracias a sus inversiones en el país.

Ernesto no es el único Cabeza de Condón. Por alguna razón ese gorro de lana estaba muy de moda en Vancouver y puntualmente en Gastown entre los artistas jóvenes que no daban un palo al agua. Salías a la calle y te cruzabas con 5 o 6 de estos jóvenes artistas con gorros similares. Gastown también era el epicentro de los Cabezas de Condón empresarios, estaba lleno de restaurantes de cereales. Había una supuesta fábrica de pan en la esquina de en frente del loft, me entusiasmé cuando la vi pero solamente fabricaban un tipo de pan que además estaba asqueroso (se llama Sourdough y es un pan ácido). En la fábrica tenían 4 mesas y servían el pan ese con aguacate como si el aguacate fuese mantequilla. Los dueños del restaurante que además eran los que horneaban el pan llevaban gorros de Cabeza de Condón.

En la esquina siguiente había un bar que parecía soviético o más bien parecía el decorado de una película de Wes Anderson ambientada en la posguerra, en el que había unas fiambreras vacías y lo único que servían era sopas. Duró un mes. En frente de ese restaurante abrieron una carnicería en la que también había unas 50 máquinas de pinball antiguas para que jugaras una partida mientras te cortaban la carne y tampoco duró mucho.

Había una tienda exclusivamente de sombreros y otra llamada Litchfield en la que un mariquita con un corte de pelo nazi vendía toda clase de cachivaches de lujo: cuadernos de papel de arroz, tés caros, un kit para afeitarse como lo hacía tu abuelo, etc. El mariquita de Litchfield me enseñó un anillo de oro que llevaba en el meñique y me contó que era una reliquia, un anillo con el escudo de su familia. Semanas después caminando por otra calle de Gastown terminé frente a una joyería independiente en la que te fabricaban cualquier pieza de oro que quisieras si le llevabas el diseño y en el escaparate tenían la misma “reliquia familiar” que Litchfield llevaba en el meñique.

El edificio del loft también estaba lleno de Cabezas de Condón, en uno de los lofts de abajo vivía Tobías, un hombre de unos 30 años que de la mitad para abajo de la cabeza estaba rapado y se podía leer un tatuaje en su cuero cabelludo que ponía “FMILIA” de la mitad para arriba tenía el pelo largo y pintado de color negro cogido con un moño en la coronilla. Tenía un piercing de un diamante sobre el labio y túneles en las orejas. Era un inglés de profesión DJ y me contó que se enamoró de Vancouver y su madre le regaló el loft.

La de en frente tenía un loft tan grande como el que yo había alquilado pero decorado enteramente de blanco, se llamaba Jacqueline y tenía unos 50 años. No había dado un palo al agua en su vida pero según internet era una “consultora de moda”. Buscando en internet he dado con un anuncio de su loft que publicó en Craigslist:

Esta es la dueña:

Que podría parecer que se trata de una chica de 20 años algo alocada que se ríe en Facebook de que los vecinos hayan tenido que enviarle a la policía del ruido que hizo con su fiesta, pero no, la señora tiene por lo menos 50 años, es la del flequillo:

El otro ático le pertenecía a un fotógrafo que mandó a traer unas jardineras de aluminio especiales para montar huertos urbanos en el tejado donde pensaba sembrar todo tipo de hierbas aromáticas para su consumo personal.

Un Cabeza de Condón es difícil de identificar si lo ves por la calle porque no suelen llevar ropa de marca, al revés, suelen vestir con ropa barata en parte porque les gusta sentirse auténticos artistas, en parte porque no saben cuidar de sí mismos, y en parte porque sus padres posiblemente no les dan tanto dinero como para gastárselo en ropa cara. Sin embargo, aunque visten con ropa normal viven en apartamentos de 2 millones de euros que están a su nombre, tienen ocupaciones ridículas como profesor de yoga o diseñador de menús y cuando montan una empresa suelen terminar con restaurantes de cereales. La gente normal los ve y puede llegar a creer que se puede vivir muy bien del yoga o que montar una fábrica de panes que solo fabrica un tipo raro de pan es una ideaza de un millón de dólares.

Los Cabeza de Condón suelen vivir agobiados por sentimientos de culpa y angustias de todo tipo porque la relación con sus padres suele ser disfuncional. Los padres de estos especímenes por lo general también heredaron el dinero, no han dado un palo al agua y han dedicado su vida a administrarlo para que les dure, de manera que consideran que cualquier gasto de sus hijos es una carga para el patrimonio que podría llevarlos a tener que trabajar algún día. Por lo tanto la vida de artista de sus hijos les decepciona y les dan pocas libertades con el dinero a menos de que se trate de un inmueble. Por eso se suele dar el caso del Cabeza de Condón que tiene un loft de 800 mil euros a su nombre amueblado con muebles de Ikea y tiene que estar dándole al padre explicaciones por email de lo que está haciendo con el piso si no está viviendo en él, de ahí que lo alquile por AirBnB y ponga a la ex de encargada.

Cada vez que veas un negocio que no tiene ni pies ni cabeza y en el que ninguna persona en su sano juicio invertiría su dinero estás viendo un negocio de un Cabeza de Condón que posiblemente fracasará en menos de un año o se mantendrá abierto pero en números rojos porque cumple con una función que nada tiene que ver con lo que pone el escaparate.