Diferentes talentos

April 11th, 2024

Conozco a una persona que es capaz de adelantarse a casi cualquier eventualidad porque su forma de pensar es imaginar posibilidades futuras. Vive, digamos, en un campo de posibilidades muy amplio y su cabeza es capaz de barajarlas todas, ver los patrones, de unir los puntos que llevan del punto A al desenlace más probable entre B, C, D, y E.

También sé de una niña de 6 años que le describió a su madre con todo lujo de detalles el dormitorio que quería. No se dejó nada por fuera: las paredes, el techo, el suelo, los muebles, hasta los detalles más minúsculos: un despertador para despertarse a las 8 am. Es capaz de saber exactamente qué es lo que quiere, verlo plasmado en su cabeza y después traducirlo de manera que se entienda.

Estas dos modalidades de pensamiento son tan ajenas a mí que verlas en los demás me produce una especie de admiración, de fascinación quizás, difícil de explicar. Como quien ve el truco de un mago diez veces para ver de dónde es que sale el conejo o el As de diamantes o lo que sea.

Supongo que quizás, el que me ve hilar conceptos abstractos y tejer artículos e historias con ellos sin tener ese talento le ocurrirá lo mismo que a mí en los dos casos anteriores. Que les parecerá algo mágico.

Que bueno que seamos tan diferentes.

La Gran Estafa

April 5th, 2024

Decir que te gusta que te estafen supongo que no es la norma, pero tengo que decir que una vez me estafaron y considero que el valor que he podido extraer de esa experiencia supera con creces el que le hubiese extraído si, en lugar de estafarme, hubiese obtenido aquello por lo que pagué.

Me explico: la vida es ordinaria, rutinaria, aburrida. Una estafa es un juego con un ganador y un perdedor, en el cual alguien te seduce y extrae algo de ti que en principio no querías darle. Si una vez hecha esa transacción tú has conseguido obtener del otro lo que creías que te daría, entonces no hablamos de una estafa sino de un intercambio. No hay desequilibrio ni tensión y por lo tanto todo queda saldado, en reposo. Cada cual se va a su casa satisfecho.

¿Qué ocurre cuando te estafan? Que se da la primera parte del juego y después, cuando te toca recibir lo que habías acordado, por un proceso de prestidigitación a todas luces mágico, terminas de manos vacías y solo en un callejón. Te han arrancado algo y no has recibido lo que esperabas a cambio. El otro se va a su casa riéndose por el camino y en ti la tensión no se disipa. Lo que te queda es una especie de rencor, de vacío o de vergüenza por haber sido estafado. No se parece en nada al reposo.

Con el tiempo esa sensación puede ser el principio de un proceso de transformación personal en el que, para saldar las cuentas del diferencial entre lo imbécil que fuiste y lo listo que te gustaría ser, te propones entender cómo fue que te estafaron para que no te vuelva a ocurrir.

De estas transformaciones surgen las mejores historias, así que una vez transcurrido el episodio y concluido el proceso transformativo los sentimientos de rencor, tristeza o rabia receden y son sustituidos por sentimientos de otra naturaleza al reflexionar sobre lo que pasó, son sensaciones de disfrute, de diversión curiosa y encanto por lo vivido. Ser víctima de una estafa puede ser, por qué no, un camino mágico.

De niña me gustaban muchísimo las películas de Disney, no solamente la experiencia de verlas, su argumento, sus personajes, como a cualquier niño, sino que a mí además la animación 2D me parecía algo mágico de lo que quería formar parte. Quería entender cómo se hacían estas películas para poder hacerlas yo también. Me obsesionaba el hecho de poder imaginar algo en tu cabeza y después realizarlo sobre un papel y encima que adquiriése movimiento, expresiones, como las personas. Materializar algo de la nada.

En un viaje a Orlando visité los estudios de animación de Disney con mis padres y vi de cerca todo el proceso de animación, y a partir de ese momento cuando pensaba en mi futuro me entraba una risa rara al imaginarme como parte del equipo de animación que dibujaba esas películas. Tengo talento para el dibujo, dibujaba muy bien y además quería aprender el arte de la animación 2D. Internet estaba naciendo y me apunté a una página web de galerías de fantasía y ciencia ficción llamada Elfwood, una especie de proto-deviantart de los inicios de internet, una web muy rudimentaria pero divertida, esta de aquí abajo:

Te creabas un usuario en esa web y te daban una “galería” a la que podías subir imágenes de tus dibujos. Como el hosting era caro en 2002 había un límite de imágenes, tenías que hacer una selección de tus mejores dibujos y debajo de cada imagen había una sección de comentarios. Los dibujos tenían que ser por fuerza de fantasía o ciencia ficción que era la temática de la página o te los borraban. Mis dibujos no tenían mucho que ver con esos temas así que tuve que modificar mi estilo para poder subirlos a esta página web, y lo que hacía era pintarle alas o halos, o algo, a los dibujos que normalmente hacía como excusa para que no me los quitaran de la página. La gente te dejaba comentarios, algunos simplemente alabándote, pero muchos otros eran críticos, que eran los que más me gustaba recibir ya que me permitían refinar lo que hacía.

Estaba terminando el instituto y mi madre me  llevó a varios especialistas para hacerme estudios de “orientación vocacional” una idea que a mí me parecía contradictoria y por lo tanto me generaba cierto rechazo porque le daba demasiado valor a las palabras y consideraba que si algo era tu vocación es porque sentías un llamado a participar de aquello. Si sientes un llamado luego no necesitas que te orienten. No tenía sentido ¿No? Claro. Pero es que en psicología pocas cosas tienen sentido. Estaba haciendo estos ejercicios exploratorios de la mano de especialistas que me trataban como si tuviese algún tipo de retraso, o al menos así me sentía, y al mismo tiempo me llevó mi madre a psicoterapia porque se me dan fatal las transiciones y estaba atravesando una especie de depresión ansiosa por terminar el instituto.

La psicoterapia me la hacía una psicóloga muy buena llamada Ana a quien recuerdo con muchísimo cariño y que un buen día llegó a la consulta con una sonrisa de oreja a oreja, un fajo de folios impresos con alguna información que quería compartir conmigo, y la sensación que me dio es la misma que sentía cuando leía las novelas de Miss Marple de Agatha Christie, una señora mayor que resolvía asesinatos en pueblos perdidos con la satisfacción mundana y pueril de quien descubre dónde están sus gafas. “Tengo grandes noticias para ti, Yael” me dijo. Me enseñó los folios y me explicó que era el contenido de un programa de animación 3D que se iba a impartir en Caracas, que le habían mandado la información en un email en cadena y que aquello era la solución a todos mis problemas.

Vale que no podía hacer lo que quería que era irme a Ringling College o a Calarts a estudiar animación porque costaba algo así como 50 mil dólares al año y mi abuelo no pensaba financiármelo. Tampoco había conseguido que me regalasen una tablet Wacom Intuos II con la que poder dibujar en el ordenador que me parecía una petición más razonable pero que costaba 2000 dólares, y lo que me dieron en su lugar fue un libro. Nada de eso importaba porque había llegado algo inesperado a la Venezuela recóndita… había llegado ALVARO PLANCHART.

Álvaro Planchart llegó pisando fuerte declarándose ganador del Oscar a technical achievement por su trabajo en Alias/Wavefront para el software de animación 3D Maya. Le hicieron entrevistas en todos los periódicos a los que llevó una estatuilla del Oscar y para demostrar su privilegiada posición dentro de la jerarquía de Hollywood, proporcionó fotos en una alfombra roja con Tom Hanks. De todo esto queda poco en internet porque pasó en 2003 de ahí la calidad de las fotos que os puedo poner aquí, que es lo único que queda, ya que en su día estaban casi todas impresas en periódicos de papel y tinta.

Álvaro Planchart aseguró que después de triunfar por todo lo alto lo dejó todo atrás, en Miami, para volverse a su Caracas natal a fundar un estudio de animación y sobre todo una escuela en la cual formar el talento del futuro. Que de esa escuela elegiría a los mejores, por sus méritos, para realizar el PRIMER FILM DE ANIMACIÓN 3D DE SUDAMÉRICA.

A mí toda esta cuestión no me parecía muy legítima, pero sobre todo no tenía mucho que ver con mi sueño de irme a estudiar animación en Ringling o Calart o cualquier otro college con un programa de animación de primera línea y sobre todo lejos de Venezuela. Esto era como una especie de triste premio de consolación. Sin embargo Ana contactó con mi madre para darle el programa de estudio, y mi madre muy deseosa de verme recuperar el interés por la vida me apuntó de sorpresa, de regalo vamos.

Las primeras clases, al haber estafado a cientos de familias de clase media con sueños de grandeza para que pagasen el coste de inscripción y tres mensualidades de golpe, fueron en la sala de conferencias del hotel Tamanaco, un hotel lujoso de Caracas, y apareció con una chupa de cuero marrón de aspecto carísimo, gafas de sol y un bluetooth pegado a la oreja, de estos que se usaban en esa época para hablar por el móvil. Nos estuvo mareando un mes con clases de guión de cine en ese hotel. Después empezaron las clases de animación como tal, para las cuales alquiló un cybercafé que de día abría sus puertas para que los jóvenes jugasen a Counter Strike después del colegio y por las noches a las 8 pm se transformaba en la sede de AP ANIMATION STUDIOS. El nivel de cutrez no podéis ni empezar a sospecharlo.

Como quizás lo intuyáis, el Oscar era falso, este señor no había puesto un pie en Alias/Wavefront, la foto con Tom Hanks era un burdo trabajo de photoshop y de animación 3D no sabía ni la primera letra. Tenía “chuletas” que miraba disimuladamente para explicarnos cómo modelar UNA TAZA DE CAFÉ. Vamos, el ganador del Oscar. Estuvimos tres meses modelando UNA MANO. Un acompleta y absoluta estafa. Yo pertenecía al módulo ETA. Había dividido a los incautos en grupos de 40 personas que era el número de ordenadores que tenía el cybercafé, y yo pertenecía al quinto grupo lo que quiere decir que antes de mí ya había estafado a otras 200 personas con el programa de animación 3D.

Entonces salió el reportaje que explicaba que lo de Alvaro Planchart era todo una burda y simple ESTAFA. Alguien se había percatado de que el Oscar era de hojalata y la foto de Tom Hanks tenía algo raro en el brazo y llamaron a las oficinas del software Maya en EEUU para preguntar si este señor había sido empleado alguna vez de su compañía a lo cual respondieron con una negativa y para qué vamos a alargarlo mucho más, se lió.

Me vi de repente con los pies en la realidad. Había estado dedicando un montón de horas de mi tiempo a las enseñanzas de un estafador, un curso en el que ni había aprendido nada ni lo aprendería. Con alguien que aseguraba que si me esforzaba lo suficiente me cogería de talento para participar en una película animada real que nunca se iba a producir, pero sobre todo me trajo a la realidad de mi triste vida en un país tercermundista en el que todos los sueños van a morir. En el que da igual el talento que tengas o el empeño que le pongas no vas a llegar a ninguna parte y lo único que podrás conseguir como tengas sueños y no seas unn Cabeza de Condón es ser carne de cultos raros, presa de estafadores varios.

A mi madre no le dije nada al principio por simple vergüenza de que se hubiese dejado una pasta por mí en ese curso y hubiese salido mal. Así que en lugar de dejar de ir al curso tuve que seguir yendo, seguir viéndole la cara al estafador y seguir intentando modelar una mano en un ordenador de cybercafé que a duras penas podía correr Maya 3D. Así que toda mi frustración e impotencia me la llevé a un foro de cine de aquella época llamado Panfletonegro a un hilo sobre Álvaro Planchart que encontré buscando su nombre en Google y en él plasmé mi opinión como integrante del módulo ETA de su infame estudio de animación, hice mi reseña de forma respetuosa pero sin cortarme bajo el seudónimo de “Estela”.

La siguiente clase nos recibió con cara de pocos amigos. Álvaro Planchart había leído mi reseña en dicho foro y no le había hecho mucha gracia. Como había dicho que era integrante del módulo ETA sabía que era una de las 40 personas que estaban en la sala y como éramos un total de 3 mujeres, era fácil descubrir quién había sido el autor de los comentarios. Así que después de darnos un discurso iracundo en el que dijo que la persona que había escrito aquello debía ponerse de pie para no perjudicar a los demás. En el que aseguró que si nadie se atribuía la autoría de ese comentario difamatorio tendría que descartar al módulo ETA en su conjunto del programa de animación de la supuesta película y cuando nadie me delató siguió usando todos los métodos de psicoterror de los que dispone un estafador de esta calaña para medir las reacciones y las expresiones faciales de los que allí estábamos.

Así es como llegó a la conclusión de que Estela era yo, cosa que en el momento no me dijo y lo único que yo tenía era la incertidumbre de si sospechaba o no de mí. Tres clases más tarde se despidió de mí como “hasta la semana que viene, Estela” y ya supe que sabía perfectamente la identidad de la persona que dejó aquella reseña, que la tensión en el ambiente era palpable y continuar en el curso se convirtió en una especie de tortura psicológica.

Pasados los primeros tres meses conseguí convencer a mi madre de no seguir pagando la matrícula del curso a pesar de que sabía que me acusaría de desinterés y pereza, pero conseguí apartarme. Álvaro Planchart continuó estafando gente durante años, inventándose eventos multitudinarios de animación 3D para los cuales cobraba entradas carísimas y a los que invitaba a gente que sí había trabajado en Maya para que la gente creyese que estaba conectado. Lo que hacía era ir a convenciones de Siggraph, conectar con gente que había formado parte del equipo de desarrollo de Maya y pagarles para que fueran a Caracas a dar charlas y a fingir que conocían a Álvaro de algo.

Yo, dejé de dibujar y de plantearme películas raras y me metí a la universidad a hacer una carrera normal. Álvaro Planchart siguió en su gremio, el del engaño, a día de hoy tiene una empresa que vende gafas de sol chinas en Miami, casualmente un mecanismo que he leído que usan algunos intermediarios en EEUU como fachada para lavar dinero del chavismo de dólares preferenciales o directamente de la droga, y sorprendentemente no ha abandonado su imagen de triunfador de la vida, su ropa cara y actitud de estafador.

Si hubiese aprendido a hacer muñequitos en 3D eso seguramente no me hubiese catapultado a trabajar en los estudios de Pixar ni me hubiese servido para absolutamente nada más que para darme palmaditas a mí misma en la espalda. Sin embargo, este episodio a pesar de haberme hecho sentir mal me hizo una mejor persona. Al igual que con los comentarios de Elfwood que prefería recibir las críticas a los comentarios más amables porque las críticas me permitían mejorar, haber sido estafada por este personaje me hizo darme cuenta de lo sencillo que es caer en un engaño sobre todo cuando tienes una fantasía en la cabeza y pocas posibilidades de llevarla a fruición. Me enseñó también el nivel de desvergüenza que puede alcanzar un ser humano en búsqueda de dinero y fama. El valor del primero lo pagó mi madre por adelantado, el del segundo es incalculable.

Los estafadores operan siempre de la misma manera. Te hacen creer que son seres especiales, con un don o unos talentos, o una trayectoria que no tienen. Te embelesan con sus palabras, con discursos elocuentes, te dicen exactamente lo que saben que quieres escuchar para que pases por alto las inconsistencias y los defectos. Si te dejas llevar por el estafador es porque inconscientemente eliges ignorar lo malo porque hay una parte de ti que prefiere creerse la fábula que te están contando. Es esa parte de ti, la que no te acepta, la que no SE acepta a sí misma ni al lugar que ocupa, la que se resiste a verse con claridad y que por lo tanto prefiere evadirse. El estafador solamente le da lo que está buscando para hacerlo.

Lo que esa parte de ti sufre es de una doble maldición: el anhelo y el miedo que conducen a la fantasía. Los estafadores saben detectar ambos, y se presentan a sí mismos a sus proyectos como la pieza que falta en el puzzle. Por eso dejarse estafar y dejarse seducir son tan parecidos: te sientes atraído como hacia un imán por algo que promete completarte y por eso ese proceso es capaz de sacarte de la rutina y de la pasividad cotidiana porque al hacerlo atrae las peores partes de ti a la superficie, te obliga a lidiar con ellas. Si lo haces con los ojos abiertos al final NO es una estafa, no lo es porque es así como llegas a atender los espacios vacíos que hay en tu interior y a llenarlos, no con las promesas de terceros sino con el trabajo interno que de otra manera nunca hubieses llegado a emprender.

GNOSIS II

March 7th, 2024

Yael Farache

Este artículo es parte de una serie que lleva por nombre GNOSIS y en la que hago una exploración sobre una parte del interior de cada persona que hace de nexo entre lo humano y lo Divino y que al activarla brinda acceso al Conocimiento Universal, a la Creatividad inspirada, a la proyección astral, los sueños lúcidos, recuerdos vívidos y otras facultades especiales. Si quieres leer la primera parte lo puedes hacer por aquí: GNOSIS: Parte I

 

SÉ TÚ MISMO

Te lo ponen en una tarjeta de cumpleaños o te lo dan como consejo, pero aquello de “sé tú mismo” no es un tip sino una mentira blanca. Nadie que te diga esto te conoce, quiere realmente que seas tú mismo, o entiende siquiera lo que la frase significa. Lo que te están queriendo decir es justamente lo contrario a lo que se expresa. Quieren que te atrevas a ser, en todos los contextos, la parte condicionada que ya conocen de ti, la que les gusta.

No se atreverían a decírtelo si entendiesen qué es lo que te están pidiendo. Entenderían que la invitación es a que hagas el ejercicio más radical que puede hacerse. Que si siguieses su consejo la relación que tienen contigo se consumiría o estallaría por los aires, posiblemente no quedaría nada que salvaguardar porque lo que tienes que hacer para “ser tú mismo” es justamente desmantelar todas las partes condicionadas de ti incluyendo aquella a la que están acostumbrados, que les gusta y les hace sentir cómodos. Te están pidiendo que te salgas del rebaño y te vayas a vivir como muy cerca al margen, pero posiblemente que te vayas a pastar lo más lejos posible donde no hay otras ovejas ni pastores, a merced de lobos y bestias de todo tipo.

Supongamos que les tomas la palabra. Vas a hacer el ejercicio y te lo vas a tomar en serio. Vas a ser tú mismo. ¿Por dónde empiezas? Está claro que la frase “sé tú mismo” implica una acción, moverse de un punto A a un punto B. Lo que quiere decir que, lo que sea que estás siendo ahora mismo no es “tú mismo” sino otra cosa. Presupone que es posible ser algo distinto a lo que se es y segundo, que ser lo que se es requiere de algún tipo de esfuerzo. De lo contrario no sería un consejo, lo que escribirían en las tarjetas sería: “Eres tú mismo” que no tiene el mismo tono optimista de superación personal; y de hecho al sugerir que el objeto de la frase, es decir “tú mismo” está completo, lo que queda incompleto es la frase en sí… “¿para qué me estás diciendo esto?”

Vale, nos están diciendo que no somos nosotros mismos, al menos no del todo. Entonces ¿qué estamos siendo? No está indicado. Aquí hay dos posibilidades. O bien no se está siendo uno mismo porque faltan partes, se es una versión incompleta de uno mismo –en este caso faltarían partes que por poco favorecedoras, por romper con lo establecido, escondemos de la mirada de los demás– o bien no se está siendo uno mismo en virtud de lo añadido, que ocurre cuando para suplir esas partes que están escondidas se le suman retazos falsos a lo que se es, como parches, pedazos que no pertenecen pero que se incorporan para tapar los agujeros de aquellas partes que faltan, para hacer de interfaz entre lo que se es y lo que se tiene que ser si se quiere pertenecer al grupo. En resumen, se estarían añadiendo al “yo mismo” cosas artificiales y ajenas. Un simulacro de uno mismo. Podemos intuir, por el contexto, por el zeitgeist, que posiblemente a lo que se refieren es a ambas cosas. Que no se está siendo lo que se es por exceso y por defecto.

De manera que para poder tomártelo en serio y llegar a ser tú mismo lo primero que tendrías que hacer es conocerte. Separar lo propio de lo ajeno. Descubrir las partes ocultas, sacarlas a la superficie e integrarlas para que la luz sea destilada, lo artificial depurado, la oscuridad disipada. Es evidente que eso a lo que llamamos “identidad”, que vendría a ser la parte medible, la que se proyecta hacia afuera, es justamente el objeto de esta crítica. Así que las partes que faltan por fuerza pertenecen a una capa más interna, y por ende más oscura, por no estar expuesta. Es la parte que juega al escondite con la parte consciente, que le esconde lo inconveniente, lo caótico y lo extraño, lo que no pertenece al mundo de la razón, y que permanece la mayor parte del tiempo encerrada en algún lugar del interior.

 

EL DAIMÓN

A esta parte oculta de quienes somos se le conoce por muchos nombres: Daimón, Ketu, Qareen, Lwa, Ángel Guardián, Dmuta, Doppelganger, Sombra, o incluso podemos llamarla Kundalini. Es la parte protectora del interior que impulsa a la transformación, que dota al alma de creatividad y de facultades psíquicas y la asiste en este tipo de proyectos. Es el opuesto, el espejo, de la identidad manifiesta y se personifica con Forma del sexo opuesto al de quien la “porta”. El contacto con el Daimón amplía y profundiza la capacidad perceptiva abriendo la mente a un mundo nuevo de nexos y de significados que la razón y los cinco sentidos sin el Daimón no perciben. A través de esa nueva percepción se pueden vislumbrar nuevas verdades, nuevas luces que anteriormente parecían nebulosas o directamente oscuras. Es por esto que al Daimón también se le conoce como la Musa.

Los Antiguos la conocían como Daimón. Dios daba a cada persona un Daimón que habitaba en la cúspide del cuerpo y que elevaba aquello que es celestial en el interior hacia el Cielo, lejos de la tierra. Lo daimónico era aquello que interpreta y traslada hasta los Dioses las cosas de los Hombres y traía cosas a los hombres de los dioses. Una especie de mensajero, pero no solo era el mensajero sino también era el espacio liminal que separaba ambos mundos, lo que ataba el Todo a sí mismo.

Así vemos que el Daimón, las partes ocultas, oscuras del interior, tienen un contacto especial con el mundo de lo Divino del que parece carecer la parte que está expuesta a la luz, la parte más racional. Es el nexo que hay entre los mundos superiores y el nuestro, que no solamente es algo externo sino que es parte del alma misma. Su función es conectarse con los planos superiores, traer de la oscuridad indiferenciada las formas mentales en un paso previo al de la razón, y como la razón no interviene este proceso es previo al lenguaje. El Daimón tiene un rol metafísico dentro de la estructura del Todo, es un espacio, pero tiene otro rol más íntimo y personal dentro de cada persona como una porción de su alma. Es ambas cosas.

El Daimón es una voz interior de origen divino, un tipo profundo de “intuición” que está conectado a una Inteligencia Trascendente Universal y que susurra mensajes que se perciben como inspirados o canalizados porque tienen su origen fuera de la mente individual. El Daimón te mantiene sobre el camino que el alma trazó para sí misma antes de encarnar en el cuerpo. Así lo describió Platón en el Timaios. El alma olvida su propósito vital, pero el Daimón no olvida y es su función la de vigilar que el proceso se de de acuerdo con lo previamente pactado. Es él quien da empujoncitos sobre el camino para mantener el alma transitando hacia su destino a través de intuiciones, de presagios, de símbolos, de apetitos. Lo que Jung denominaba “Sincronicidades”

En la antigua religión Egipcia también se conocía al Daimón y se describía sus atributos relacionándolo con la Estrella Helíaca Ascendente, es decir, la estrella que nacía en el horizonte junto con el Sol en el momento del nacimiento de una persona. En esta religión las estrellas simbolizaban espíritus, y aquellas que se ponían eran semidioses que pasaban la mitad del tiempo en el mundo de los humanos y la otra en el Inframundo, cuando se ponían hasta que volvían a surgir en el Horizonte nocturno. Por eso en el nacimiento de una persona, esta estrella simbolizaba aquello que venía de haber sorteado el Inframundo y traía consigo los aprendizajes ocultos, los mensajes secretos de los antepasados fallecidos. Encerraba el misterio del propósito divino de la vida que nacía.

El Daimón es también Ketu, la mitad de la serpiente que no tiene cabeza de la astrología védica que es el “astro” responsable por las facultades “psíquicas”: la intuición, los trances, la separación del cuerpo, el Moksha (la Trascendencia), la creatividad y la inspiración. Como Ketu no tiene cabeza no se deja confundir por los sentidos, ni por la razón, ni por el intelecto, ni por el ego. Cuando Ketu actúa lo hace desde la intuición y desde el instinto, una forma de conducirse más salvaje y verdadera porque ni Maya ni sus ilusiones  tienen acceso a Ketu.

El Daimón tiene una personificación física dentro de la psique y otra que se encuentra en el mundo real, encarnada en una persona, usualmente del sexo opuesto pero no necesariamente, que comparte los atributos del Daimón en el mundo externo. Como es adentro, es afuera. Se suele expresar en los momentos en los que hay más energía sexual contenida, por ejemplo en la pubertad. En esa etapa las personas creativas suelen producir un gran volumen de “obras” y en ellas muchas veces se vislumbra el arquetipo al que pertenece su Daimón cuando escriben sobre un personaje con el que tienen particular obsesión, o lo dibujan, lo que están dibujando o más bien canalizando, es la personificación de su Daimón, el espejo de su propia alma.

Es a esto a lo que Jung denomina “La Sombra” y Freud el “Subconsciente” que no es otra cosa que la figura gemelar reflejada en un espejo de la parte Solar y consciente de la persona que lo porta, es su Daimón. Esta Sombra es el intermediario activo entre la polaridad masculina y la femenina de la psique, o como se le conoce de forma más material: entre el hemisferio derecho y el izquierdo. Pero que sabemos, si leímos la primera parte de esta serie sobre la GNOSIS que se trata a grandes rasgos de dos Reinos en el interior: el reino oscuro del inconsciente, que vive “de noche” a través de los sueños, de lo onírico, lo opaco, lo simbólico, lo holístico, los nexos… y el reino luminoso de la vigilia, la moral, la razón. El segundo conducido por el Ego… el primero por el Daimón.

Así como el Ego conduce el carro durante el día, cuando estamos en estado de vigilia y atentos a lo que ocurre afuera, y para ello utiliza el intelecto, la razón, la elección moral libre, la secuencialidad y la temporalidad como contexto que dan sentido a su experiencia, de la misma manera es el Daimón quien conduce el carro por la noche cuando dormimos, cuando nos dejamos llevar por lo que ocurre en el interior sin prestar atención al mundo externo, cuando canalizamos esa voz interior. Para ello el Daimón utiliza el deseo, el símbolo, las sensaciones físicas de bienestar o malestar, la atracción magnética sin razón aparente, los presagios, corazonadas, sensaciones intuitivas como la de déja vú, con esas herramientas intenta comunicarse sorteando al Ego y al intelecto.

Jung explica el mismo concepto del que habla Platón en el Timaios/Metafísica, la naturaleza doble del Daimón que es al mismo tiempo una porción del alma que Dios le otorga a cada persona y un espacio liminal que forma la brecha entre el Hombre y lo Divino. Jung identifica el Daimón personal como la Sombra, y al espacio liminal lo llama Inconsciente Colectivo. Así vemos que Jung identifica este concepto y lo postula para que se entienda bajo nuestro paradigma moderno. Según su teoría es únicamente a través de la Sombra que se obtiene acceso al Inconsciente. La parte de la Sombra que anima, que llena de energía al cuerpo, el kundalini individual que participa de la energía de Shakti, lo identifica como el Ánima para el hombre o el Ánimus para la mujer. Gracias a Jung tenemos un modelo secuencial, muy del hemisferio izquierdo del alma humana:

Jung explica la Sombra como el espejo en negativo de la parte visible, del Ego o de la Identidad. Es una especie de bolsillo que guarda dentro de sí las pasiones: lo que se ubica en contra de las expectativas del entorno e incluso de los planes que inocentemente has trazado desde el intelecto para tu vida. En la Sombra residen los deseos más profundos, pero también los miedos porque es el lugar del que brotan aquellas cosas de ti que incomodan, que no gustan a los demás, que están prohibidas de manera arbitraria por el entorno y que para adaptarte al pacto social decidiste esconder no solo del otro sino también de ti mismo. La Sombra es la llave a la puerta del Inconsciente, la única manera de entrar en contacto con la polaridad femenina de la psique es a través de esta. El único ojo que mira hacia adentro es el de la Sombra.

Así el Ego en su parte más externa es una interfaz social y al igual que el Daimón está regido por Ketu, el Ego lo rige Rahu que es el maestro de las Ilusiones, es un experto en la manipulación de las imágenes, de las proyecciones. El Ego está conformado por aquello que se elige porque es lo más inteligente, lo más adecuado, lo más práctico, lo que casa mejor con lo que se espera de ti, lo que te hace quedar bien. En este territorio pasamos la mayor parte de la vida porque es la parte ordenada que es capaz de tomar en cuenta el contexto y amoldarse a él. El negocio de todas las instituciones sociales es el de alimentar y comunicarse con esa parte de ti por lo tanto es la que más se fortalece.

La Sombra, en cambio, es el dominio del instinto, aquello que se elige porque se desea y porque se necesita, es la energía de Shakti en estado puro lo que conduce el Daimón, es decir, la energía creativa de la Vida misma y por lo tanto es caótica, desproporcionada, ciega al contexto, no impone condiciones y exige liberarse de todas las que se tengan. Jung la llama “Sombra” no porque sea “mala”, “oscura” o “siniestra” sino porque se esconde, no llega a expresarse, no llega a ver la luz. Entre esas dos polaridades del intelecto y el instinto es el espacio en el que nace la Consciencia Individual y su expresión que es la Intuición, y para poder usarla hay que tener acceso a ambas cosas, al intelecto, pero también al instinto.

Esta es la Gnosis, es la llave que abre la puerta al interior y a través del interior al espacio que existe entre lo humano y lo Divino, que todos compartimos. Lo que Jung denomina “integrar la Sombra” es el Matrimonio Alquímico de toda la vida, que se da cuando se consigue invitar al Daimón a conducir el carro en estados de vigilia, y al Ego a subirse al carro durante el sueño. Cuando los dos hemisferios del cerebro se sincronizan y son capaces de comunicarse entre sí. Es un proceso alquímico porque se pasa el contenido de una copa a la otra y viceversa hasta que ambas copas contienen exactamente el mismo líquido.

En la próxima parte desarrollaré cómo empezar a hacer este proceso de forma práctica.

La venganza como imperativo moral

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