“Ricos buenos – Ricos malos” el debate

August 23, 2014

Se desarrolla siempre con argumentos parecidos y el resultado es predecible. El que defiende la riqueza: “los ricos consiguen su dinero por medio de su esfuerzo”. El que la ataca “¿quieres decir acaso que el pobre no trabaja?” A relucir salen todo tipo de ejemplos de pobres que tienen dos y tres trabajos, madres solteras y padres de familias numerosas que sacrifican mucho para poder dar de comer a sus hijos. ¿Acaso el esfuerzo del pobre vale menos que el del rico? ¿Acaso el reponedor del Mercadona que trabaja 8 horas al día no se esfuerza? Es este el punto en el que agoniza el debate porque si hablamos de esfuerzo como tal, quizás ambos: el empresario rico, y el empleado pobre; se esfuerzan en igual medida y aún cabe la posibilidad de que en términos de horas y minutos, el pobre se esfuerce más. Esta realidad parece negar la premisa de que los ricos (como concepto, como “aquellos que han triunfado económicamente) lo son porque consiguen su dinero trabajando. Parece que este argumento da la razón al que piensa que el que es rico lo es porque algo malo habrá hecho, porque oprime o expolia al pobre.

El error es idiomático porque aunque la idea detrás del argumento es la correcta, las palabras no son las precisas. Aunque el esfuerzo es una condición necesaria para crear riqueza, la diferencia entre “el rico” y “el pobre” no radica ahí. Tampoco radica exclusivamente en las habilidades de cada uno: hay pobres hábiles y ricos sin talento. La característica que los diferencia es un valor, el de la responsabilidad. Un hombre que ha conseguido triunfar económicamente mediante su trabajo es ante todo una persona responsable. Una persona que no consigue sus aspiraciones, y los pobres suelen caer en esa categoría, no suele serlo.

Responsabilidad no significa poner el despertador y ser puntual. Tampoco es un sustantivo: “una responsabilidad” o “dos responsabilidades”, no es algo que otra persona te otorga, por ejemplo, en la oficina. Ser responsable no es hacer lo que te dice la autoridad sin más. Ser responsable implica algo completamente diferente y, si vives en el mundo moderno, casi radical: es comprender que cada uno de tus actos tiene consecuencias que te afectan a ti directamente. El reponedor de un supermercado ha elegido un trabajo en el que por mucho que se esfuerce no tiene la capacidad de ser responsable porque ser empleado es estar alienado de las consecuencias de tus acciones: tú siempre ganarás lo mismo, el mismo cheque a fin de mes, independientemente de lo que ocurra, de cómo le vaya a la empresa, de qué esté ocurriendo en el mundo. La única consecuencia que te puede afectar es un despido. La forma de pensar de una persona que elige ser un empleado, no suele ir acorde con la idea de la responsabilidad como forma de vida, por el contrario, suelen ser personas que si han de elegir entre ser libres y tener seguridad escogerán lo segundo. La persona que triunfa económicamente raras veces se somete a un escenario en el cual no es responsable de sus acciones, porque sabe que si se esfuerza en uno de los casos obtiene una medalla y en el otro obtiene independencia. El reponedor de un supermercado, que aunque se esfuerce, decidió tener una familia numerosa que no sabe si podrá mantener, o pedir un crédito que no sabe si podrá pagar, no es una persona responsable. El rico que ha aprendido a elegir la independencia aunque para ello tenga que sacrificar la seguridad, no comete este tipo de errores porque al no ser un empleado las consecuencias de sus actos las sufre de manera inmediata, por eso y no por otra cosa ha aprendido a elegir bien.

Si el contenido de esta nota te ha parecido indignante y te sientes ahora mismo tentado a escribir un comentario para señalar que no todo el que es rico lo consiguió por medio de su esfuerzo, que hay gente que lo ha heredado y que Rajoy, Bárcenas, todos los tópicos que se te puedan ocurrir… No estamos hablando de eso, no estamos hablando del rico como sujeto, sino del rico como concepto.