Una Serpiente llamada Deseo
January 16, 2024Hay una fuerza universal que vive en las profundidades de todas las cosas. De ti, y de mí y de todo lo que existe. Su naturaleza es el ansia: una sed perpetua, un apetito insaciable, una necesidad irresistible, un flujo incoercible y un deseo ciego y salvaje.
Seguramente alguna vez la has sentido. Vive en tu interior. Es una sensación que arrastra con la urgencia de un impulso aunque sin ser momentáneo. Es permanente: a veces duerme y otras se despierta. La humanidad no la conoce, pero quienes nos gobiernan sí, y en el diferencial de ese conocimiento secreto se encuentra el origen de todo su poder. Ahora la voy a describir para que puedas reconocerla.
Imagina primero el típico impulso, una acción que ejecutas de manera automática, como por inercia. Coger el móvil cuando suena, por ejemplo, comerte algo que te gusta, fumarte un cigarrillo, o incluso algo más tenue como abrir twitter mientras esperas a que esté listo el arroz. Algo que haces sin pensar, de manera automática pero detrás de lo cual hay algo que te susurra que lo hagas sin demora. Ahora sostén ese impulso en el tiempo. Es decir, la misma urgencia de un impulso de estos pero no se sacia con la acción.
Esta sensación tiene una dirección pero no tiene un objeto así que se mantiene en el tiempo, como si dejas pulsada la tecla de un órgano, digamos que pulsas FA y lo dejas así pulsado. Al principio lo escuchas claramente pero llega un punto en el que por uniforme y permanente dejas de percibirlo. La Sed permanece pero no la ves. No sé si alguien lo pilla.
Esta fuerza permanece oculta, la Divina Providencia le pone un velo, la cubre con la materia que nos distrae con sus formas, y así vivimos la vida en un plano mientras que en el otro, de fondo, el drama de la Sed se desenvuelve soterrado. Si hablásemos de un ordenador la vida del Yo Consciente discurriría en el desktop mientras que esta Fuerza sería ese fondo de pantalla repetitivo que a veces se ve y a veces no. Reparamos en la Sed cuando se levanta grande y poderosa, pero incluso en reposo, cuando no la sentimos, allí está. Subraya toda nuestra existencia.
Esta sensación se manifiesta repentinamente en momentos puntuales, en situaciones de peligro, por ejemplo. Estás conduciendo y un coche se te aproxima a toda velocidad en sentido contrario, tienes que dar un frenazo. Esa acción de frenar no la ejecutas tú realmente. La ejecuta “eso”: algo más primario y subrepticio, una fuerza salvaje que está allí escondida, que es anterior a la Consciencia. La Consciencia llega después junto con la reflexión e intentan darle un sentido y una explicación a las acciones de la Sed, pero es solamente una justificación a posteriori de algo que nos anima, pero que no controlamos.
También se manifiesta en el enamoramiento. En presencia del amado la fuerza se exalta, se irrita, lo llamamos atracción. La sensación es casi idéntica a la de un imán, de hecho, con “ferrofluido” y con virutas de hierro se consigue un efecto bastante parecido. Imagina que en lugar de las ondas que se ven sobre ese líquido imantado lo que se “eriza” es cada fibra un ser orientándose hacia el otro.
Si te dejas arrastrar, como la mayoría, la fuerza querrá arrancártelo todo y redefinirte simplemente como ansia, como parte de sí. Pasas de ser una persona con una vida, un rol, unos objetos, unas rutinas, a convertirte en un ser muy simple, un ser que solo desea, uno con el Ansia misma, te conviertes en su vehículo, te posee y no puedes oponer resistencia a esta fuerza voraz e inagotable que busca por todos los medios satisfacer su sed a través de ti. El contacto con el amado es placentero porque aplaca brevemente la acción del ansia dolorosa que te castiga con una sed sobrecogedora en cuanto se interpone la distancia.
El adolescente en su transformación de niño a adulto es presa y sujeto de esta Fuerza que lo zarandea con violencia, que lo hace su presa. Así es víctima o susceptible, al igual que el enamorado, al igual que el que se enfrenta al peligro, de perder el control, sujeto de la acción no-razonada, de actuar antes de que entre en juego el Yo Consciente, y por eso no toma decisiones sino que las decisiones lo toman a él.
A esta fuerza los Sabios de la antigüedad la conocían por varios nombres. Fuego Viviente Universal, Hyle, Dragón Verde, Tripurasundari, Quintaesencia, Primera Substancia, Gran Agente Mágico, Kundalini, Leviathan. Yo te voy a revelar su nombre más llano pero más secreto: se llama DESEO.
El Deseo es la fuerza oculta que mueve toda la Creación. Es la Vida misma, lo que anima las cosas, el origen del movimiento. Cuidado, no estoy hablando de una Fuerza mitológica, de una fábula ni de un cuento de hadas. Esto no es un concepto abstracto que se da en el plano del intelecto. Hablamos de una fuerza real que rige todo lo que existe, a ti y a mí y a todo lo demás y de cuyo discurrir no nos enteramos como un perro que está encadenado a un palo no se entera de que tiene una cadena hasta que no intenta ir más allá de lo que la longitud de la misma le permite alejarse y entonces siente un tirón en el cuello que lo descoloca. Solo en ese momento comprende que puede desenvolverse libremente, sí, pero únicamente dentro de la circunferencia que le dibuja su cadena.
La mayoría de la gente vive en el patio del perro con la cadena al cuello. Su vida es un círculo de un metro y medio. Sus movimientos son cortos y lentos, capados por la longitud de la cadena. Van del trabajo a la casa, tienen su círculo social, unas leyes de un pacto que nunca firmaron, pero les rige igual. Es allí donde construyen sus vidas, no buscan los límites del patio, ni tantear la longitud de las cadenas, si alguien se las señala se ríen o se llenan de ira, si otro en el patio tira de su propia cadena tampoco les sienta bien. No llegan a vislumbrar esta fuerza bestial, no se familiarizan con ella ni la entienden, dejan que permanezca latente, dormida y que luego los posea con violencia cuando se les despierta.
Como todos los Dioses, el Deseo es Maravilloso, pero también es Terrible. El Deseo en su forma más exuberante es Sri Lalita (Tripurasundari) la Diosa del Deseo del Shakta. En esta corriente es el Principio Último, o sea, Dios en su forma más primigenia.
Abajo podéis ver en la imagen su representación más gruesa, más material, y al lado su Yantra. Lo que rige Sri Lalita es el Deseo en su expresión positiva, encierra la Verdad Perenne de que Dios crea la Manifestación simplemente porque lo desea, porque quiere jugar y su forma de hacerlo es mediante fuerzas que se separan, juegan, luchan y se vuelven a unir. El Deseo, por lo tanto, es el agente que crea todo lo que existe y que con su Magia nos otorga la búsqueda que lleva a la plenitud y al gozo de la vida. Su naturaleza es esa efervescencia que se da en la lucha y el juego entre dos fuerzas que son iguales y que se buscan, o se repelen, pero que al final regresan siempre al lugar de partida.
* Sri Lalita (Tripurasundari) y su expresión de sutilidad intermedia, el Sri Yantra, en el que vemos las dos fuerzas que se oponen y juegan como un caleidoscopio.
El Juego de la creación es el que se representa también a pequeña escala entre los hombres. El juego es aquello que despierta el Deseo. No solo es el deseo de jugar, de ser quién juega, que sí, lo es, pero hay una segunda dimensión y es que en el juego también yace latente el deseo de ser el objeto, la pelota, aquello con lo que se juega, de ser movido por otro que lo encuentra a uno apetecible. Por eso un niño no suele conformarse con “jugar” con sus juguetes, requiere de otro que juegue con él. El otro puede ser el padre, o el amigo, pero si no se tiene a mano al otro, se le inventa, se anima al juguete que pasa a ser un objeto inerte a ser un personaje en las manos del niño.
La madre juega con su bebé: lo coge en brazos y le da vueltas, a veces lo tira al aire y vuelve a cogerlo. El bebé se ríe porque por un par de segundos experimenta la sensación de la posibilidad de caer, que rápidamente se disipa cuando la madre vuelve a cogerlo en brazos y así experimenta los dos polos del deseo y del miedo. En ese peligro de caer y la seguridad de los brazos de la madre está el juego de los dos.
Eso es lo que busca quien se deja seducir, volver a sentir esa fuerza que le da vueltas, que lo arroja, que lo saca de sus rutinas, sobre la que no tiene control, que lo pone en peligro y lo salva del mismo. La seducción es el arte de jugar con la fuerza del deseo que está en el otro de esta manera.
* El Leviatán como está descrito en Job.
Pero el Deseo tiene una polaridad negativa porque no solo es el juego seguro de los brazos de la madre, en el otro sentido también rige la destrucción, porque los mejores juegos tienen un perdedor. La serpiente del Deseo es imparcial y le da igual quién gane y quién pierda siempre que el juego se de. De manera que es una fuerza caótica, oscura y salvaje que difícilmente podemos controlar y sin embargo nos controla. En uno de sus embistes una persona puede llegar a destruir el trabajo de toda su vida porque al Deseo le da igual el objeto, lo que le alimenta es la búsqueda, la transformación.
Al final Sri Lalita es el Leviatán de las religiones abrahámicas, son la misma Fuerza y sin embargo se representan de manera tan distinta. La mejor descripción del Deseo como criatura peligrosa es la que se hace en el libro de Job en la figura del Leviatán. En Job el deseo es una criatura marina, una serpiente maligna, oscura, poderosísima, a la que nadie puede imponerse, ante la cual caen hasta los más poderosos. Lo describen de esa manera porque así se siente cuando se despierta en tu interior, como un río caudaloso que te arrastra, una serpiente sibilina. Paso a transcribir el fragmento de Job:
JOB 41
1 ¿Sacarás tú a Leviatán con un anzuelo, O sujetarás con una cuerda su lengua?2 ¿Pondrás una soga en su nariz, O perforarás su quijada con un gancho?
3 ¿Acaso te hará muchas súplicas O te hablará palabras sumisas?
4 ¿Hará un pacto contigo? ¿Lo tomarás como siervo para siempre?
5 ¿Jugarás con él como con un pájaro? ¿lo atarás para tus doncellas?
6 ¿Traficarán con él los comerciantes? ¿Lo repartirán entre los mercaderes?
7 ¿Podrás llenar su piel de arpones, O de lanzas de pescar su cabeza?
8 Pon tu mano sobre él; Te acordarás de la batalla y no lo volverás a hacer.
9 Falsa es tu esperanza; Con sólo verlo serás derribado.
10 Nadie hay tan audaz que lo despierte; ¿Quién, pues, podrá estar delante de Mí?
11 ¿Quién Me ha dado algo para que Yo se lo restituya? Cuanto existe debajo de todo el cielo es Mío.
12 No dejaré de hablar de sus miembros, Ni de su gran poder, ni de su agraciada figura.
13 ¿Quién lo desnudará de su armadura exterior? ¿Quién penetrará su doble malla?
14 ¿Quién abrirá las puertas de sus fauces? Alrededor de sus dientes hay terror.
15 Sus fuertes escamas son su orgullo, Cerradas como con apretado sello.
16 La una está tan cerca de la otra Que el aire no puede penetrar entre ellas
17 Unidas están una a la otra; Se traban entre sí y no pueden separarse.
18 Sus estornudos dan destellos de luz, Y sus ojos son como los párpados del alba.
19 De su boca salen antorchas, Chispas de fuego saltan.
20 De sus narices sale humo, Como de una olla que hierve sobre juncos encendidos.
21 Su aliento enciende carbones, Y una llama sale de su boca.
22 En su cuello reside el poder, Y salta el desaliento delante de él.
23 Unidos están los pliegues de su carne, Firmes están en él e inconmovibles.
24 Su corazón es duro como piedra, Duro como piedra de molino.
25 Cuando él se levanta, los poderosos tiemblan; A causa del estruendo quedan confundidos
26 La espada que lo alcance no puede prevalecer, Ni la lanza, el dardo, o la jabalina
27 Estima el hierro como paja, El bronce como madera carcomida.
28 No lo hace huir la flecha; En hojarasca se convierten para él las piedras de la honda.
29 Como hojarasca son estimados los mazos; Se ríe del blandir de la jabalina.
30 Por debajo tiene como tiestos puntiagudos; Se extiende como trillo sobre el lodo.
31 Hace hervir las profundidades como olla; Hace el mar como un recipiente de ungüento.
32 Detrás de sí hace brillar una estela; Se diría que el abismo es blanca cabellera.
33 Nada en la tierra es semejante a él, Que fue hecho sin temer a nada.
34 Desafía a todo ser altivo; él es rey sobre todos los orgullosos.
Se está hablando de domar al deseo o dejarse dominar por él.
Cuando el Deseo está alineado con tu Consciencia y te lleva en la dirección que quieres ir es Sri Lalita, todo funciona, las puertas se te abren, y es un gozo infinito. Cuando el deseo está en tu contra, actúa de forma áspera y te quiere meter por caminos raros empiezan los problemas, te encuentras de repente en los rápidos con un kayak, sin un chaleco y sin un remo. Se le puede ver como la marea de resaca, esa que te arrastra hacia adentro del mar, amenaza con ahogarte y por mucho que nades hacia la orilla no avanzas. Es el Leviatán de Job.
Por eso a esta fuerza hay que aprender a controlarla, hay que domarla y para eso primero hay que conocerla. Búscala en tu interior. Aprende a notar su presencia. Espíala. Déjale señuelos, invítala a salir, diviértete con ella cuando la veas aparecer con la intención de llevarte con más fuerza por el camino que te has trazado. Peléate con ella a muerte cuando quiera tirarte por otro lado descúbrete a ti mismo en la lucha al medirte con ella.
Es sobre esta fuerza que trabaja la magia. Como está en todas las cosas quien tiene dominio del Deseo tiene dominio sobre todo lo que existe. Es a través de esta fuerza que se controlan todas las cosas, animadas e inanimadas, hombres, animales, los elementos que conforman el Cosmos. El asceta cree que controlar el Deseo es no encontrarse de frente con él nunca y así eliminan de su vida cualquier fuente de dolor, pero también de placer. Se deshacen del juego.
El adepto teme al Deseo pero quiere conocerlo y sobre todo quiere dominarlo por eso se tiene que exponer a él, es el camino de la magia aprender a controlarlo. Hay aún un paso más allá, un camino más oscuro, que pasa por aprender a controlar el deseo de los demás, despertárselo, hacer que los domine y tirar así a cualquiera por donde más te conviene. En el amor a este arquetipo se le conoce como el de “seductor” el que busca una doncella virgen y la seduce usando en su contra su propio deseo para robarle su pureza y marcharse después. Quienes controlan el mundo son “seductores” de hombres que trabajan sobre todas las esferas en las que funciona el deseo.
Estos son sus sortilegios, imágenes y formas que despiertan la Sed en el que los escucha y los lleva a actuar de una o de otra forma. Como el Flautista de Hammelin o el Encantador de Serpientes. También sobre esta fuerza actúan los astros, es lo que manipulan, por eso se planifican las psyops a gran escala para que coincidan con los movimientos de los astros
Tomemos la Pandemia como un ejemplo, que no es solo un ejemplo, quizás sea el mejor de ellos. En la Pandemia vimos estos actos de magia desenvolverse en tiempo real y a lo largo de 2 o 3 años. No fue otra cosa que un gran sortilegio llevado a cabo, que no quepa la duda, por Magos con intereses últimos que no conocemos bien. Fue una operación a gran escala en la que se tiraron de todos los sortilegios imaginables con el único fin de despertar la Serpiente en la mayor cantidad de gente posible y llevárselas por delante.
El primero de los sortilegios fue el de la sopa de murciélagos, el virus lo sacaron del caldero de una bruja, burbujeante, espeso, con alas de murciélago dentro. Así la conjuraron en la imaginación de todos y acto seguido vimos caer a cientos o a miles de personas en China y en Italia por la televisión. Había empezado el hechizo más grande de todos los tiempos. A partir de allí se apilaron uno sobre otro los embrujos hasta que estuvo la población perfectamente encantada.
El Deseo que despertaron es el Miedo a la Muerte que es al mismo tiempo el Deseo de Vivir. Y a cada paso le enseñaban a la gente el vacío, para después arroparlos con las medidas que los tranquilizaban, como el bebé al que la madre arroja al aire para después volverlo a coger. Así vendieron las mascarillas, los encierros y finalmente las vacunas, el veneno edípico que se inoculó todo el mundo por miedo a morir.
Una vez atrapados por ese Deseo las personas ya no actúan desde la Consciencia, sino que esta queda en un segundo plano y pasan a ser poseídos por la Serpiente que los tira por donde quiere sin que opongan resistencia. Los engulle porque se convierten en parte de la Serpiente misma, en su cuerpo, y buscan que tú también te dejes engullir, así te increpan y te gritan “póngase la mascarilla” y le piden al policía que haga lo que tenga que hacer para que tú también te subas a la Serpiente a dar unas vueltas.
Este es el arte del Cabal, así mueven los hilos del mundo, si quieres mantenerte a salvo tienes que dominar a la Serpiente.