La cocaína y la legalización de las drogas

September 30, 2015

Ahora que la marihuana es mainstream la frontera se ha movido unos metros más allá y no es suficiente con consumirla para desafiar lo establecido.

Un par de mexicanas hicieron una broma a sus amigos: se grabaron en vídeo esnifando una línea de cocaína y retando a sus amigos a hacer lo mismo y nominar a alguien más. Lo llamaron “el reto del pasesito”.

Internet implotó. No sólo porque nos faltan alrededor de 20 años más de subversión ideológica para que consideremos que la cocaína es algo inocuo o normal, sino porque las chicas eran pijas y guapas.

Como resultado las granjas de clicks, es decir, la versión web de los periódicos tradicionales, manipularon la noticia. En lugar de explicar que eran dos casos aislados y titularlo como “dos jovenes consumen cocaína en un vídeo en México”, la noticia pasó a ser “en México hay una nueva moda entre los jóvenes”, eso genera muchos más clicks y si solamente lees los artículos o ves lo que la gente pone en twitter pareciera que es un verdadero problema en México, que hay cientos de jóvenes grabándose mientras esnifan líneas de cocaína.

La marabunta carece de sentido del humor. Es muy difícil para la marabunta comprender el punchline de un chiste porque eso requiere entre otras cosas de hacer una pausa y de cierta chispa intelectual. Cualquiera que vea el primer vídeo se da cuenta de que es una broma. No lo voy a poner aquí ni lo voy a enlazar porque se entiende el punto sin ver el vídeo y si quieres verlo puedes buscarlo por tu cuenta. El hecho es que la primera joven se ríe al nominar a sus amigos. El chiste está en que precisamente, es muy absurdo “el reto del pasesito” no implica ningún tipo de reto, y lo único que consigue es subrayar la transgresión de drogarse de esa manera en un vídeo. Básicamente el punchline es “0 fucks are given”

Efectivamente su acto transgredió las normas y eso explica en parte el fenómeno de las millones de personas que han compartido vídeo. Mi intención al escribir esto no es unirme al coro. En primer lugar porque me parece vil insultar a alguien o estigmatizarlo si no lo conoces, vive a miles de kilómetros de distancia de ti, y no tiene la oportunidad de defenderse. En segundo lugar porque entiendo que la reacción de la gente tiene más que ver con que la chica es guapa y de cierto estatus social.

Pero sí quería observar cómo cambia el fenómeno. Hace 10 o 15 años para transgredir era suficiente con fumar marihuana y comprarse la parafernalia correspondiente. Transgredir era cuestión de comprarse algún colgante con un dibujo de la planta de marihuana, o una pipa de cristal. No era necesario buscar nada más fuerte que eso. En las películas, cuando alguien joven se drogaba con algo más fuerte que eso era el villano, o una persona con la que jamás te identificarías. Como esto.

Ahora que la marihuana está siendo legalizada en muchos lugares, y que no produce ni frío ni calor, para transgredir hay que ir más allá. Es necesario cruzar la nueva línea, porque en la carrera del progresismo hacia el caos, la moral es como el arco-iris. Cada vez que damos un paso hacia adelante, la frontera de lo incorrecto también se mueve un paso más allá.

Me pregunto en qué punto el tema de la legalización de las drogas se convierte en un fenómeno de rendimientos decrecientes para los que lo consumen. Aunque digan lo contrario muchos prefieren que su comportamiento sea algo prohibido a que sea aceptado. El placer de rebelarse es parte importante del subidón. Drogarse les hace distintos y la lucha por la legalización es solo parte de esa contra-cultura. Sirve para remarcar lo distintos que son y lo mucho que la sociedad los desprecia. Si legalizamos las drogas les arrancamos eso.

¿Qué quedará para ellos cuando las drogas sean completamente legales y se venda de todo hasta en los cafés? ¿Qué ocurrirá cuando vendan paquetes de marihuana pre-liados como venden ahora tabaco? ¿Cuando vendan pastillas de éxtasis en las parafarmacias? ¿cuando la heroína se compre en cualquier farmacia y sin receta? Cuando el último tabú sea legitimizado, cuando el placer de transgredir se esfume ¿qué quedará para el drogadicto más allá de su propia degradación?

Los activistas que luchan por la legalización de las drogas serán juguetes rotos, sin razón que justifique su existencia, estarán en el mismo saco en el que están los abogados que luchaban por la legalización de las descargas ilegales de los mp3 cuando salió Spotify, y compartirán su desgracia con los activistas del matrimonio gay, una vez que sea legal en todo Occidente.

Sé que suena absurdo, pero podemos hacer un ejercicio imaginativo e imaginarnos a un grupo de drogadictos fundamentalistas en el futuro obsesionados con los beatniks, que presionan para que las drogas sean criminalizadas de nuevo sólo para recuperar la emoción de drogarse a escondidas.

Pero más importante que el final de la lucha política será la evidencia translúcida de lo que las drogas son. En el mundo del post-activismo quedarán las drogas en sí mismas, las veremos por lo que son. Estarán libres de los añadidos artificiales de la moral marxista y de la cultura de la justicia social. Sin eso, sin la lucha política, lo que quedará será la turba de drogadictos tirados por el suelo, sus dientes podridos, sus pantalones meados y sus voces diciéndote desde el suelo algo que no entiendes.

También quedarán los drogadictos de alto rendimiento insertados en la sociedad, debilitando el tejido social. Gente que es improductiva, que lo único que produce es suciedad en las calles. Quedarán las familias incompletas, los niños en situación de abandono, los dueños de empresas teniendo que cargar con empleados que se drogan, todo el gasto público del dinero que hay que destinar a programas de rehabilitación, cientos de miles de euros por cabeza, que terminarán en la basura cuando el drogadicto vuelva a engancharse semanas después de salir del programa. Cuando los marxistas y los libertarios dicen que drogarse es un crimen sin víctimas, mienten. Ningún hombre es una isla.