Un Papa comunista suelto en el Congreso

September 25, 2015

Jorge Bergoglio trajo su argentinidad, pero sobre todo su comunismo, al Congreso americano para dar un sermón en calidad de Pontífice, en un idioma que no sabe pronunciar.

Su parco dominio de la lengua inglesa y de las costumbres americanas hizo que todo el episodio me recordara a esas comedias que eran muy populares en los 90, esas en las que Eddy Murphy era un príncipe africano perdido en Nueva York, o John Goodman se transformaba de la noche a la mañana en el heredero a la corona británica.

Esta es la comedia de confusión de roles que es el Papa Francisco ante el Congreso Americano: un kirchnerista que ha heredado el título de sumo Pontífice, el más alto cargo religioso de Europa, de la Iglesia Católica Apostólica Romana, que se ve en la necesidad de representar el papel dando discursos frente a líderes de Estado en un idioma que desconoce, sobre una institución de la que forma parte, pero que no le gusta.

Un Papa que fuese católico y que además representara a la Iglesia y no al comunismo organizado, se dirigiría al Congreso americano para hablar, si acaso, del peligro que representa el islam para Occidente y la necesidad de poner un freno a ISIS antes de que se trague la mitad del Oriente Medio y Europa. O hablaría en contra del aborto y Planned Parenthood. A favor de promover el matrimonio y el valor de los hijos entre los jóvenes americanos.

En lugar de eso, un Papa comunista suelto en el Congreso promueve la agenda marxista. Utiliza su tiempo en el podio para defender al islam, propagar la mentira de que todas las religiones son igual de peligrosas que esta, y pedir que la Cristiandad acoja en su seno cientos de miles de musulmanes que desean acabar con todas y cada una de las libertades occidentales, incluyendo la libertad de culto, incluyendo el cristianismo. No sin aprovechar la ocasión para trazar una comparación sutil entre las hordas de musulmanes que llegan portando banderas de ISIS y de Al Nusra con los supervivientes del Holocausto, y comentar, de pasada, que llegar a un país buscando una mejor calidad de vida es tan aceptable como llegar huyendo de una masacre. Que debemos abrir las puertas de par en par a todos ellos, sin importar su número.

“Somos todos muy conscientes y estamos profundamente preocupados por la inquietante situación política y social que está atravesando el mundo en la actualidad. Nuestro mundo es cada vez más un lugar violento y brutal en el que se cometen atrocidades violentas incluso en nombre de Dios y de la religión. Sabemos que ninguna religión es inmune del fantasimo de los individuos o del extremismo ideológico. Esto significa que debemos prestar especial atención a todos los tipos de fundamentalismo, sean religiosos o no. Un equilibrio delicado se requiere para combatir la violencia que se perpetra en el nombre de una religión, de una ideología, o de un sistema económico, y salvaguardar al mismo tiempo la libertad de culto, la libertad intelectual, la libertad individual.

(…)

Nuestro mundo se enfrenta a una crisis de los refugiados de una magnitud sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Esto nos plantea grandes desafíos y muchas decisiones difíciles. En este continente, también, miles de personas viajan hacia el norte buscando una vida mejor para sí mismos y para sus seres queridos, en busca de mayores oportunidades. ¿No es esto lo que queremos para nuestros hijos? No debe sorprendernos su número, porque debemos verlos como personas, ver sus rostros y escuchar sus historias, tratando de responder de la mejor forma que podamos, de una forma siempre humana, justa, y fraternal”

El problema es que si verdaderamente vieramos los rostros de los “refugiados” y escucháramos sus historias nos encontraríamos con algo que no nos esperamos. Después de todo, de acuerdo con la UNHCR, casi el 70% de los refugiados que llegan son hombres en edad militar, la gran mayoría de quienes se declaran refugiados sirios ni provienen de siria ni son refugiados, vienen de países como Paquistán y Libia.

Bergoglio podría hablar del millón y medio de abortos que se cometen en EEUU cada año. Es lo que haría un Papa Católico, hablaría de Planned Parenthood y los horribles vídeos que tuvimos que ver hace un par de meses y cómo estas atrocidades se están financiando con dinero del Estado. Quizás hablaría de la necesidad de promover el matrimonio entre los jóvenes para que la tasa de natalidad aumente. Pero no, en lugar de hacer eso, cuando habla de la santidad de la vida humana no se refiere a los fetos in utero, ni a planned parenthood. Se refiere a los criminales que han sido sentenciados a la pena capital.

“La Regla de Oro también nos recuerda de nuestra responsabilidad de proteger y defender la vida humana en cada etapa de su desarrollo.

Esta es la convicción que me ha llevado, desde el comienzo de mi ministerio, a abogar en todos los niveles por la abolición mundial de la pena de muerte. Estoy convencido de que esta manera es la mejor. Ya que toda vida es sagrada, todo ser humano está dotado de una dignidad inalienable, y la sociedad sólo puede beneficiarse de la rehabilitación de aquellos que han sido condenados por perpetrar algún crimen”

Puede ser (o no) que Bergoglio tenga razón con respecto a la pena de muerte, eso es tema para otro debate. El hecho es que es de un cinismo exasperante utilizar la frase “defender la vida humana en cada etapa de su desarrollo” para hablar de criminales. ¿A qué etapa del desarrollo se refiere Bergoglio? ¿A la de la adultez? Esa frase se ha usado desde siempre para defender el derecho a la vida de los fetos, no el derecho de un criminal a cometer un asesinato a sangre fría y que lo rehabiliten “para beneficio de la sociedad”.

Que Bergoglio no haya mencionado una sola palabra acerca del escándalo de Planned Parenthood es evidencia de que su corazón no está precisamente en la doctrina de la Iglesia católica. Para poner esto en contexto, en lo que va de año el Estado ha matado a 20 criminales. El año pasado fueron 35. En 2005 fueron 60.

En el mismo año: 2005, y solamente en los estados de California y Nueva York mataron más de 360 mil fetos por medio de la práctica indiscriminada del aborto que en esos estados se practica hasta la semana número 24. ¿Cuál es la mayor amenaza para la santidad de la vida? ¿60 criminales muertos o 364390 fetos?

Cuando Bergoglio usa su tiempo frente al Congreso para defender la vida de 60 criminales y no pronuncia ni una sola palabra acerca de los cientos de miles de bebés que mata el Estado por medio de Planned Parenthood cada año, sólo se puede sacar una conclusión. O Bergoglio considera que la vida de un criminal vale más que la vida de un bebé inocente, o no considera que la vida comienza en la concepción. Ambas van directamente en contra de la doctrina cristiana, pero a favor de la agenda comunista.

No fue solamente el tema de los bebés y el asesinato como política de Estado. El Papa comunista suelto en el Congreso también aprovechó para defecar sobre el capitalismo, acusar el sistema americano de injusto para con los pobres, pedir la redistribución de la riqueza y pidió detener el progreso en pro de la defensa del medio ambiente.

“Al mismo tiempo, les animo a tener en cuenta todas las personas a nuestro alrededor que se encuentran atrapados en un ciclo de pobreza. Ellos también necesitan tener una esperanza. La lucha contra la pobreza y el hambre debe ser una lucha constante y en múltiples frentes, especialmente se deben combatir sus causas (…)

No hace falta decir que una parte de este gran esfuerzo es la creación y distribución de la riqueza. El uso correcto de los recursos naturales, la correcta aplicación de la tecnología, y el aprovechamiento del espíritu de empresa, son elementos esenciales de una economía que pretende ser moderna, inclusiva, y sostenible. El negocio es una vocación noble cuando se dirige a la producción de la riqueza y la mejora del mundo (…)”

A cualquiera con un ojo liberal este discurso le suena a centralización del poder y totalitarismo de Estado. ¿Quién dictamina cuál es el “correcto uso de los recursos naturales”? ¿Quién determina cuál es “la correcta aplicación de la tecnología”? Cuando el Papa Comunista habla de “aprovechar el espíritu de empresa para la mejora del mundo”, ¿quién va a dirigir esos esfuerzos? Imagino que lo hará él, o en su defecto Fidel a quién envió calurosos saludos en el discurso que dio en La Habana días antes. El sermón comunista continúa con el sacramento de la Pachamama:

“Este Bien común también incluye la Tierra, un tema central de la encíclica que recientemente escribí con el fin de entrar en diálogo con todas las personas acerca de nuestra casa común. Necesitamos una conversación que incluya a todos, ya que el desafío ambiental que estamos viviendo y sus raíces humanas, nos preocupa y nos afecta a todos.

Pido un esfuerzo valiente y responsable para redirigir nuestros pasos y para evitar los efectos más graves del deterioro ambiental causado por la actividad humana. Estoy convencido de que podemos hacer una diferencia y no tengo ninguna duda de que los Estados Unidos, y este Congreso, tienen un importante papel que desempeñar. Ahora es el momento para las acciones y estrategias valientes, dirigidos a la implementación de una cultura de la atención y un enfoque integrado de la lucha contra la pobreza, la restauración de la dignidad de los excluidos, y al mismo tiempo la protección de la naturaleza. Tenemos la libertad necesaria para limitar nuestro poder y nuestra tecnología”

Si se quitaba el disfraz de católico o si cualquiera lo escuchara sin verlo pensaría que lo que estaba ocurriendo es que el Partido Verde había conseguido por primera vez un escaño en el Congreso americano y le habían dado el podio. Pero no, era el Pontífice dirigiéndose al Congreso en calidad de invitado para dar un mensaje en nombre de la Iglesia Católica.