Me cansé de la política

August 7, 2016

Hace dos jueves tenía que hacer la compra en el supermercado y como iba distraída, llegué a la casa solamente con la mitad de las cosas que había puesto en la lista y con siete cosas más que no hacía falta comprar pero que me apeteció coger en el momento. El resultado fue que no pude cocinar lo que quería cocinar y tuvimos que pedir que nos trajeran comida a la casa. No es un drama, lo sé, pero este tipo de descuidos a veces tienen consecuencias menos agradables.

Desde fuera puede parecer que eso es lo que me pasa, que voy distraída. Que soy incapaz de concentrarme en lo que estoy haciendo. Pero yo que vivo dentro de mí sé que no tiene que ver con eso. No sufro de falta de atención sino de todo lo contrario, nunca he conocido a una persona que tenga la misma facilidad que yo para concentrarse en una misma cosa intinterrumpidamente. Lo que me ocurre es que sufro de hiperconcentración, me concentro tanto en lo que pasa en mi cabeza que el resto del mundo queda desconectado.

Cuando me hiperconcentro soy capaz de realizar tareas sencillas en piloto automático. Me he vuelto muy eficiente en eso. Dejo el volante a cargo de esa parte del cerebro menos especializada, esa que compartimos con los reptiles y que es capaz de ejecutar las tareas más simples. Así puedo pensar en lo que quiera y seguir siendo un ser humano funcional. Todas las tareas de mantenimiento las hace el reptil. Desde caminar hasta la tienda de la esquina, hasta ducharme o lavar los platos.

El reptil es bueno en eso, en ejecutar tareas aburridas y repetitivas. Pero el reptil, como todo animal, no es demasiado listo y sobre todo le cuesta un enorme trabajo recordar lo que hizo ayer. Al reptil puede, por ejemplo, parecerle una buena idea poner las gafas de sol en el congelador momentáneamente porque tiene las manos ocupadas poniendo algo adentro y cree que las recogerá ahora mismo cuando termine. Pero en el tiempo que le lleva guardar las cosas se le olvida y allí las deja. Días después, cuando me he convencido de que perdí mis gafas por la calle, estoy llenando mi vaso con hielo, cogiéndolos con la mano, y toco el borde de algo duro, la pata de unas gafas de sol. ¿Cuándo las puse allí? No podría decirlo porque no fui yo quién las dejó allí.

Pero la hiperconcentración no es ilimitada. Cuando considero que domino un problema y que he puesto todas las piezas en su lugar el tema deja de interesarme. Me aburro. No puedo concentrarme en cosas que ya no me interesan así que las descarto. Casi siempre ocurre antes de que pueda considerarme una experta en la materia. A mi cerebro le basta con saber que entiende algo a grandes rasgos y que si quisiera podría dominarlo a la perfección. Pero no le hace falta llegar hasta allí.

Por esa razón, por la pérdida de interés, el tema de mi blog ha cambiado varias veces y ha abarcado cosas que no tienen mucha relación entre sí. Muchos de mis intereses han quedado por fuera, claro, sólo he escrito las cosas que considero que merece la pena compartir. Pero el caso es que tengo que confesaros que la política ha perdido el interés para mí y se ha convertido en una tarea algo aburrida. Sigo viendo lo que pasa con los mismos ojos, mis opiniones no han cambiado, pero llegué a la cima de la curva de aprendizaje y ya no me parece un reto. Quizás también tenga algo que ver con el hecho de que considero mi misión como cumplida ahora que Podemos renunció a su Revolución.

Me da cierta satisfacción pensar que la derrota de Podemos nació en mi blog aunque nadie tenga el coraje suficiente como para admitirlo en público. Me da orgullo el hecho de que la gente sabe que fui la primera y la más importante porque supe identificar a Podemos como comunistas desde el primer día, en Julio de 2014, cuando todavía todos los periodistas estaban obnubilados con el poder de oratoria de Pablo Iglesias y hasta la derecha les hacía la pelota. La que le dio al periodismo el ángulo desde el cual atacarlos fui yo, y hasta ayer todos los periódicos y sus periodistas no hacían otra cosa que pellizcar de aquí y de allí trozos no sólo de mi artículo de Julio de 2014 sino también de todo lo que he escrito después. No me importa que no me lo reconozcan, a mí me basta con saber que ellos lo saben, que Podemos lo sabe, que quienes me leen lo saben, y que puedo regresar a España cuando quiera sin miedo a que una debacle comunista se trague al país. Estoy segura de que si yo no hubiese escrito esos artículos, si no hubiese contado lo que conté en twitter, si no hubiese grabado esos videos y los hubiese puesto en Youtube, ningún periodista se hubiese dado a la tarea de relacionar a Pablo Iglesias con Venezuela de la manera en la que yo lo hice, ni hubiesen hecho todo lo que hicieron por quitarlos de allí. Así que esta victoria es en gran medida mía y todavía la estoy celebrando.

También me da satisfacción ver cómo desde hace dos o tres meses los periodistas que me copiaban todo lo que escribía aquí sin pudor alguno no saben qué decir. Están perdidos. Los veo apoyando a Hillary Clinton, shilling for hill, “so sad!” como diría Trump. Será divertido verlos patinar a medida que avanza la campaña y empezar a desdecirse en unos meses. Podemos apostar vosotros y yo sobre quién será el primero en apoyar a Trump públicamente y cómo lo hará mirando para otro lado, sin mencionar jamás el hecho de que meses antes lo acusó de ser un supremacista en público. Va a ser divertido verlo, pero no sé si voy a llegar a enterarme porque ya no leo sobre política, me aburre. Avisadme por email cuando el primero se desdiga.

Pero el hecho es que esa fue la razón por la que decidí tomar una pausa y volver a plantearme qué es lo que me apetece contar. La política es aburrida porque estoy aprendiendo otras cosas que absorben 90% del espacio en mi cerebro pero no son temas que interesen para mi blog. Creo que en este momento lo que más me gustaría es hablar de temas ligeros y alegres, de cosas divertidas. A veces bromeo cuando hablo de mi supuesto exilio político a Miami Beach, da risa, pero en realidad tengo que admitir que sí estaba asustada, estaba preocupada. Si Podemos hubiese ganado las elecciones no hubiese podido regresar a España nunca más. Ahora que todo eso ha pasado puedo volver a lo que me gusta que es mi tranquilidad, y mis cosas.

Así que lo primero que voy a hacer es contaros algunas cosas divertidas, sobre qué es lo que estoy haciendo en Japón, sobre el hotel en el que me quedé en Madrid, cosas que veo y que me gustan o me entretienen. No solo puedo poner más fotos y es divertido, sino que además creo que ahora que sabemos que el peligro ha pasado, es un buen momento para cambiar el cassette, ser optimistas y empezar una nueva etapa con buen pie, sin el peso muerto de la política, y con ánimo de probar cosas nuevas.