Hola mamá, estoy comiendo bien.
May 13th, 2015Mi nombre es Yael
May 11th, 2015El origen del desabastecimiento en Venezuela
March 19th, 2015Ayer Antena 3 emitió un programa acerca de la situación de Venezuela y cómo lo vive la gente de a pie. Es el 8vo capítulo del programa “En Tierra Hostil”. La razón por la que fueron a Venezuela es simple: Podemos ha ubicado a Venezuela en el mapa y en el imaginario colectivo. De la noche a la mañana un país que no interesaba a nadie, está en todas las cadenas de TV.
Sobre la parte del programa que se grabó en Venezuela no tengo mucho que añadir porque creo que el trabajo que hicieron fue estupendo. Pero al final del programa hay una sección titulada “Las claves” que se graba en España, y en el que entrevistan a diferentes personas de interés para pedirles que expliquen lo que aparece en el documental para que “cada quién saque sus propias conclusiones”.
En el caso de Venezuela contactaron a varias personas, a algunos porque conocen de primera mano la realidad venezolana como Bertin Osborne e Iñaki Anasagasti, y a otros porque por su ocupación son de interés: un profesor de economía, el teniente jefe de la sección secuestros de la guardia civil, y también un politólogo de la complutense: Jorge Vestrynge.
Este es el punto sobre el que quiero hablar. Porque aunque la parte del programa grabada en Venezuela es clara, algunos invitados por su ideología hicieron un flaco favor a la verdad con opiniones infundadas y retórica socialista. Hay dos puntos en especial que no quedaron claros y que me parece importante esclarecer.
“En tierra hostil” puso en manos de Ramón J. Torregosa, un profesor socialista de economía de la Universidad de Salamanca, y en manos de Jorge Vestrynge, politólogo comunista de la Complutense, la explicación acerca de los problemas económicos de Venezuela y de su desabastecimiento. La explicación que dan del problema es directamente una mentira.
“Imagínese usted que en la Plaza Mayor se ponen a regalar patatas. Se forma una cola, ¿por qué? Porque el precio de lo que se regala está muy por debajo del precio de mercado y esa es la causa de las colas. Hay desabastecimiento por esto.” Así explica Torregosa el origen del problema del desabastecimiento en Venezuela.
Añade Torregosa que el gobierno fija precios máximos: “para garantizar la soberanía alimentaria a unos precios justos para el pueblo venezolano. Lo que ocurre es que cuando tú pones un producto muy por debajo de su precio, la gente lo que va a acudir es en tropel a por el producto, se va a desabastecer el producto y no vas a encontrar”
No hace falta ser un entendido en la materia para darse cuenta de que esta explicación es insuficiente. Si la causa fuese un exceso de demanda, ¿por qué al racionar los productos como ocurre actualmente en Venezuela no alcanza para todos? ¿Por qué sigue habiendo gente que no encuentra aceite, leche, carne, papel higiénico, y una larga lista de productos de primera necesidad? Si el problema es un exceso de demanda, entonces al racionar los productos todo el mundo debería tener acceso a ellos.
En una economía libre, si el problema fuese únicamente un exceso de demanda, los empresarios producirían más para saciarla. Estarían encantados de hacerlo porque tendrían asegurado que venderían todo su producto. ¿Por qué no lo hacen?
Fijar precios máximos suena como una política bonita en el papel. Si a ti alguien te dice: “si gano las elecciones podrás hacer la compra de todo un mes con 200 euros” mucha gente se apuntaría al carro. Pero lo que ocurre una vez entra en práctica esa política es que el ciudadano que antes encontraba los productos básicos aunque tuviera que pagar más por conseguirlos, ya no puede hacerlo, no porque no pueda pagarlos, sino porque aunque tenga el dinero para hacerlo no existe en el país el bien que busca.
El origen real del desabastecimiento no es este. No tiene nada que ver con la demanda. La causa es la política de fijación de precios máximos de venta. Cuando un gobierno (en este caso el venezolano) fija el precio de venta de un bien por debajo del costo de producción, nadie quiere producirlo. Supongamos que eres un empresario, si a ti te cuesta, digamos, 1 euro producir un litro de leche, pero el gobierno te obliga a venderlo a 50 céntimos, ¿qué sentido tiene tu empresa? ¿vas a subsidiar tú el consumo de leche de todos tus clientes?
Si te están obligando a vender un litro de leche que a ti te cuesta 1 euro en 50 céntimos. ¿Qué harías? Nadie quiere cerrar una fábrica que le costó tiempo, dinero, y esfuerzo construir. Así que lo primero que haces es abaratar los costos al máximo. Buscas material de calidad inferior, mezclas la leche con agua para rendirla, todo lo que puedas hacer para que te salga a cuenta. Algunos empresarios lo consiguen y pueden extender la vida de su fábrica a corto plazo, pero la calidad de los productos baja de manera estrepitosa. A medida que pasa el tiempo, aumenta la inflación y la devaluación, la situación se vuelve insostenible y todos los empresarios tienen que cerrar sus fábricas. Nadie está dispuesto a jugar con las reglas del gobierno. La consecuencia no es solamente el desabastecimiento, sino también el quiebre de la industria nacional y el desempleo de todos los trabajadores que ya no tienen un lugar al que ir a trabajar.
Una persona lista podría argumentar que quizás los venezolanos no son competitivos a la hora de producir leche, o queso, o carne, o café, o lo que sea. Que dado que las fábricas nacionales no pudieron ajustarse a los precios fijados por el gobierno, ¿por qué no importan más productos? La escasez sería una tremenda noticia para los comerciantes que pueden comprar leche barata en otros países y cubrir la demanda nacional. Eso sería una fabulosa idea, de no ser porque el gobierno venezolano (y la mayoría de los gobiernos socialistas que pretenden fijar precios de esta manera) tiene un férreo control de las divisas.
En Venezuela hay un control de cambio de divisas desde 2003. Lo que eso significa es que el bolívar sólo sirve dentro de Venezuela y es ilegal comprar o vender monedas, sólo el gobierno puede hacerlo. Imagina el ejemplo con pesetas y euros. Supón que ganas tu sueldo en pesetas, pero las pesetas solo sirven dentro de España. Si quieres euros no puedes comprarlos libremente. Sólo puedes hacerlo a través del gobierno que te da una cuota de la cantidad de euros que puedes comprar al año, tengas el dinero que tengas sólo tienes derecho a comprar 3000 euros cada año. Lo mismo ocurre con las empresas. Si quieres importar algo de Francia, por ejemplo, necesitarías euros, pero el gobierno de España sólo aprueba pocos euros a determinadas empresas cuyos dueños tienen relación con el régimen. La cantidad de euros que otorgan es insuficiente para cubrir todas las necesidades del país, cuya industria nacional ha quebrado. Así que el desabastecimiento continúa.
Esta es la verdadera explicación del desabastecimiento en Venezuela. Queda explicar por qué la segunda teoría del documental, la que dio Jorge Vestrynge, la del “acaparamiento” es una mentira. Vestrynge explica el desabastecimiento de la siguiente forma:
“Cuando hay una tasa de inflación alta lo que se tiende es a acaparar el producto, a retenerlo, para esperar a que aumente el precio y venderlo después. Es una forma de acaparamiento que lo que hace es empeorar la situación y es muy posible que en Venezuela eso se esté produciendo también. Una inflación muy alta, se retraen las ventas, esperando a que el precio suba para poderlas ejecutar
Según Vestrynge el origen del desabastecimiento no tiene que ver con un exceso de demanda, y tampoco tiene que ver con la regulación de precios. De acuerdo con su teoría (que es lo que Maduro denomina “guerra económica”) los empresarios tienen los productos, pero eligen acapararlos, es decir, los guardan en un depósito y no lo ponen en las estanterías, para esperar a que aumente la inflación y así ganar más dinero.
Si el acaparamiento fuese la causa real del desabastecimiento, entonces productos perecederos como la leche fresca estarían disponibles en cualquier supermercado. Nadie acapararía un producto como la leche fresca porque dura una semana, después se estropea. Sin embargo es muy difícil encontrar leche, fresca, de larga duración, o en polvo, no hay de ninguna clase.
En segundo lugar, esta teoría es ridícula por la sencilla razón de que el desabastecimiento en Venezuela ocurre únicamente con los productos básicos que son aquellos cuyos precios han sido regulados por el gobierno; y también los productos que son importados (como la ropa de Zara, por ejemplo) y por lo tanto los comerciantes necesitan dólares controlados para poderlos comprar.
Si el acaparamiento se produce, como dice Vestrynge, para ganar más dinero utilizando la inflación, entonces los productos básicos no entrarían en esa categoría porque sus precios son fijos. El gobierno impone un precio máximo sobre ellos que es independiente a la inflación, y por lo tanto no tendría sentido acaparar nada.
En cuanto a los productos importados, sí existe un problema de acaparamiento, pero no es de productos. El acaparamiento que ocurre en Venezuela es de dólares. Cuando el gobierno otorga a una empresa una cuota de dólares para importar un producto, por ejemplo la leche, los comerciantes saben que al traer leche a Venezuela sólo podrán venderla a precios regulados por el gobierno y las ganancias serán pocas. En cambio como hay una gran demanda de dólares (dado que es ilegal comprar y vender divisas cualquiera que quiera viajar o ahorrar dinero necesita dólares que el gobierno no otorga y por lo tanto los compran a diez veces su precio en el mercado negro), lo que suelen hacer los comerciantes es pedir dólares al gobierno con la excusa de traer cualquier producto básico, digamos leche, comprar un 10% de lo que estipularon, poner ese 10% en las primeras dos filas de cajas de un container, y rellenar el resto con arena, usan algunos dólares para sobornar al oficial de la aduana, y se quedan con el 80% restante de los dólares que venden en el mercado negro a diez veces su precio.
El origen del desabastecimiento en Venezuela no tiene nada que ver con un exceso de demanda ni con un acaparamiento de productos. El origen del desabastecimiento está en la política de fijar precios máximos a los productos que ha quebrado la industria nacional en combinación con el control de divisas que ha estropeado el sistema de importación venezolano.
Por qué ya no soy feminista
February 15th, 2015En este artículo uso algunas anotaciones a pie de página que aparecen como números en superscript resaltados en amarillo. No es indispensable leer las anotaciones para entender el artículo, pero ofrecen mayor nivel de detalle sobre algunos puntos. No tengo que añadir que el artículo es largo, después de todo es A70 y en la extensión está la gloria, pero léelo completo, si eres feminista cabe la posibilidad de que al terminar de leerlo dejes de serlo.
* Artículo sobre feminismo. Pic related.
Hasta hace poco cuando alguien me preguntaba si soy feminista respondía con una sola palabra: “no”. Esa respuesta era inconveniente porque solía convertirse en el punto final de la conversación. Me quedaba con la sensación de que la otra persona se iba con la idea en la cabeza de que quizás yo estoy a favor de las violaciones y la diferencia de sueldos.
Así que ahora cuando me hacen la pregunta respondo que soy esencialista. El término me ha venido bien porque me ubica al margen de la propaganda de ambos lados, no me asocia con nadie, y por eso ese término suele ser el principio de una conversación y no el final. Casi nadie utiliza el término “esencialista”. A diferencia de “conservador” no te ubica sobre el territorio de la religión. Nada es menos urbano o cosmopolita que ser religioso. A diferencia de “tradicionalista” no denota una preocupación por lo práctico, tu postura no está motivada por la nostalgia. Puede que te salga algún pesado, pero siempre puedes actualizar el término agregándole un “neo” delante y te desprendes de lo clásico. Eres un neo-esencialista. Tres chic.
Claro que hay que hacer la advertencia de que si vas por ahí declarándote neo-esencialista en tu día a día es porque has bebido del Kool-Aid de A70. Escribir este tipo de material subversivo es como hubiese sido llevar ácido a la fiesta de tu grupo de amigos literarios en 1963. ¿Ese de ahí es un tonto? ¿Sí? Dale un vaso de la jarra azul que está allí. Diez años más tarde te enteras que el tonto está en Esalen dando clases de yoga y haciéndose llamar “Raj Bhatt”.
El esencialismo es una postura que las feministas considerarían inconveniente cuando no incompatible, así que puse el título a este artículo a propósito. Sé a lo que me expongo. Sé que me estoy metiendo en aguas profundas con las declaraciones que haré en este artículo, pero estoy preparada para el Dos Minutos de Odio reglamentario al que me someterán las aparatchiks del feminismo digital. ¿No eres feminista? ¡Has de ser misógina! ¡Allá va la judía sexista sionista y facha de A70! Da igual porque alguien tiene que corromper a la juventud.